20 April 2024
 

 

 

 

Agradecimientos a Cempafal  "Descubrir la Biblia"

La Biblia es historia del  amor de Dios para todos

 

1.            La historia de salvación:

 

Dios siempre ha estado presente y actuante en la historia del hombre,  cada persona puede percibir el amor de Dios a través de hechos concretos; todo lo que Dios hace en el mundo para mostrar al hombre su amor es lo que llamamos historia de Salvación.

 

La Biblia nos cuenta la manera cómo se ha manifestado Dios en favor de su pueblo.   Todo lo que nos cuenta la Palabra de Dios es Historia de Salvación, acontecimientos que podemos ubicar en un tiempo y espacio concretos. 

 

La historia bíblica abarca un período de tiempo que comienza más o menos por el año 1850 a.C. y llega, después del nacimiento de Cristo, hasta el año 100. 

Pero debemos tener en cuenta que la Biblia no es tanto una lista de acontecimientos y hazañas extraordinarias de brillantes personajes, ella es una historia que brinda a todo hombre una forma de vida para que éste pueda desarrollar y cumplir cabalmente la misión a la que está llamado, misión que siempre debe ir acompañada de una comunión de vida con Dios.

 

2.            ¿Cómo nos cuenta la Biblia la historia del amor de Dios?

 

Dios mismo es quien diseña y organiza la historia valiéndose de la libertad y de las consecuencias derivadas de los actos libres del hombre y es en esta historia en donde tiene lugar el diálogo entre Dios y los hombres.

 

El tiempo y los acontecimientos tienen entonces, para el hombre de fe, un carácter divino y humano donde todo se ve con ojos  de fe: el vivir del hombre, del pueblo, de la tribu, la elección y misión, nacimiento y vida, sacrificios y derrotas, luchas y victorias, dolores y esperanzas, alianzas y traiciones, amistades y hostilidades. 

 

De otra parte, el ser humano siempre ha reflexionado sobre la vida y sobre Dios. En la Biblia encontramos respuestas a estos problemas que se acogen, igualmente, con sentido de fe.  La Biblia es el resultado final de una larga marcha, fruto de la acción de Dios que quiere el bien de los hombres y del esfuerzo de los hombres que quieren conocer y practicar la voluntad de Dios.

 

A diferencia del hombre actual, al que le cuesta comprender las propuestas y horizontes bíblicos debido a su afán futurista y de novedad, el hombre de la Biblia está más interesado en el tiempo pasado que nosotros. Este tipo de hombre es el que sabe discernir los planes y la voluntad divina en los acontecimientos pretéritos y trata de descubrir en estos lo que podrá ser su futuro. Es así como la historia de la Biblia viene a ser la concreción del designio divino; designio que sólo Dios conoce y que el hombre conocerá.   Es aconsejable tener presente que cada lectura que hagamos de esta historia bíblica no debemos separarla del mensaje fundamental que encontramos al inicio y al final del libro: Dios es siempre fiel a sus promesas; predomina su misericordia y siempre alienta a su pueblo con una promesa de salvación y libertad plena (cfr. Curso Bíblico “Descubrir la Biblia”, Editorial “Sin fronteras”, lección 2, pag. 4).

 

3.  La manera como la Biblia concibe la Historia:  

 

Conviene que nos hagamos una idea precisa de lo que el mundo de la Biblia entiende por historia.

 

De hecho el pueblo de Israel, productor del material histórico que encontramos en la Biblia, llegó a una concepción muy alta de la historia; es una concepción que difiere mucho de las ideas que los pueblos vecinos podrían tener acerca de las acciones históricas.  Caso típico de una concepción histórica distinta a la bíblica es la concepción griega de la historia que, desde el sentido cíclico que predominaba en ella, llega a un determinismo de por sí ajeno al mundo bíblico.

 

Podemos partir de cuatro conceptos para establecer la concepción histórica de la Biblia:

 

·       Alrededor de la palabra CRÓNICAS: Es la narración de los conceptos enmarcados en el tiempo, es describir qué ha pasado.  Los griegos comprendían estos acontecimientos de forma cíclica, pero para los judíos la narración de los acontecimientos es sólo una parte de lo que significa historia.

·       Un concepto más adelantado corresponde a la CRITICA HISTORICA, que responde al por qué del acontecimiento.  Se hace un análisis al calor de una convicción o ideas.  En el caso de Israel el análisis parte de acontecimientos básicos y fundantes (acciones de Dios) y se mueve por la fe.

 

·       El tercer concepto es el de DINÁMICA DE LA HISTORIA, responde a la pregunta cómo o quién: Cómo se mueve la historia y quién mueve la historia.  En Israel la historia no se mueve a causa del azar o por el trabajo de los otros, sino por aquel que recibe una misión de parte de Dios y se convierte en protagonista de la Historia[1].

·       El cuarto concepto es el de MISIÓN HISTÓRICA, los acontecimientos se pueden producir en la fe.  Un grupo de personas en la fe, con la iluminación de Dios (llamados por Dios) se convierte en actor de la historia.  El creyente en Israel, tiene entonces la conciencia de poseer una misión histórica insustituible.

 

De aquí nace, entonces, una concepción particular de la historia en el mundo bíblico, con las siguientes características:

 

·         Para Israel la historia viene de Dios, Él es el protagonista principal de la historia.  En Israel no hay división, por lo mismo, entre historia profana e historia religiosa.  Dios es el principio de todos los acontecimientos.  No cabe en la historia de Israel ningún vacío con respecto a la acción de Dios en ella.

·         La concepción bíblica del tiempo nace desde las primeras páginas del Génesis, recordemos que los relatos de la creación hablan de la creación del tiempo (cuarto día) y que una nota temporal introduce el inicio de la vida del Hombre: "En el día en que Yavé Dios creó los cielos y la tierra ...”.

·         Los libros del Pentateuco recurren con frecuencia al pasado, para traerlo al presente.  Es el caso típico de los discursos de Moisés que hablan de un "hoy" para Israel.        Es el recurso a la “actualización" que es del todo legítimo porque Dios habla al pueblo en un hoy permanente y porque todas las acciones de Israel, sean buenas o malas, están como en un crecimiento de continuidad que son su riqueza y su propia responsabilidad[2].

·         De aquí nace otra posición frente a la Historia: "el hacer memoria".  Es la conciencia del pueblo de Dios que se siente perteneciente a la Historia de sus padres.  La Historia del pueblo, que se transformará en historia de salvación, es la historia de cada uno[3].

·         Para Israel hay una profunda conexión entre la interpretación de su historia y la mirada de fe en Dios.  Las acciones de Dios en la historia son motivo de fe, y a la vez la fe lleva a ver los acontecimientos históricos como acciones de Dios (salida de Egipto, alianza en el Sinaí, son la misma experiencia de Dios).

·         Así la historia de Israel es una cadena de acciones liberadoras y alianzas con Dios.

·         La historia es, entonces, el teatro de las liberaciones de Dios y el lugar donde Él se manifiesta como Señor del Universo.

  • Para Israel cada acontecimiento histórico porta con sí un mensaje teológico (cfr. los profetas[4]), y así lo expresa en el culto y en las fórmulas de fe.

·         La fe de Israel no se basa, por lo mismo, en mitos atemporales (fuera del tiempo), porque la salvación está conectada con el tiempo y el espacio.  A través de la historia Dios manifiesta su amor, su voluntad, su misericordia.

 

Para concluir con esta visión sobre la historia recordemos que el historiador bíblico no tiene la mentalidad de nuestro tiempo, no posee los mismos criterios de objetividad que un autor moderno que se dedique la investigación de la historia de una nación, Por su método la historia bíblica ignora la precisión de tipo "historicista".  De hecho, la historia bíblica no persigue un fin en sí misma, sino que es vehículo de la revelación divina y de un mensaje religioso.



[1] Nos daremos cuenta que el protagonista principal de la historia en Israel es Dios mismo. Pero él confía a personas determinadas la tarea de llevar a cabo una misión en favor del pueblo.

[2] Es la técnica literaria del MIDRASH.

[3] A nuestro modo de ver es ésta una actitud que fundamenta el culto.   Israel celebra acciones históricas en las que todo el pueblo se siente vinculado; no son acciones vividas por otros, sino que implican directamente a cada persona.

[4] La Teología Profética de Israel no es “adivinación de acontecimientos futuros” sino interpretación de la Historia a la luz de los criterios divinos.

 

Síntesis de la Historia Bíblica[1]:

 

A continuación presentamos una sencilla síntesis de algunas etapas de esta historia de salvación que nos ayudará a vislumbrar el plan divino de la salvación de Dios .



[1] Esta síntesis histórica ha sido tomada del Curso Bíblico “Descubrir la Biblia”, lec. 2, pág. 6-7.

 
Año 1850 Ac

En Abraham son bendecidas todas las naciones

y a él Dios hace una promesa de salvación.

Abraham es el patriarca con el que se inicia la alianza (Gen 12 – 50)

 

Año 1250 Ac

Por medio de Moisés, Israel pasa de la opresión egipcia a la

libertad. Moisés es llamado por Dios para liberar a los israelitas de

la servidumbre del faraón.

Pero es Dios quien obra todo esto. Dios hace peregrino a su

pueblo que atraviesa el Mar Rojo y durante cuarenta años le

hace caminar en pos de la tierra de promisión, pero

contando siempre con la compañía y el cuidado de Dios.

En el Sinaí, el pueblo recibe de Dios los mandamientos (Ex 1-40).

 

Año 1200 - 1025

.

Época de los jueces. Dios establece jueces que defiendan

el culto Yavista, que condenen la idolatría y las infidelidades

a las que el pueblo constantemente recurre. Jueces es el libro de

los arrepentimientos perdones y conversiones. El pueblo

entró en un periodo de desunión y anarquía por falta de

líderes después de la muerte de Josué. Sin embargo el

pueblo volverá a Dios y Dios le seguirá brindando su amor

 

Año 1000 Ac

Israel se estabiliza como patria en Palestina y David es

ungido como jefe de la nación. Pese a la infidelidad de su

pecado el rey ama a Dios y es amado por Dios (1 y 2

Samuel; 1 y 2  Reyes).

 

Año 935 Ac

El pueblo rompe la dinastía davídica y se fragmenta en el

Reino del Norte con capital Samaría, y el otro al Sur con

capital en Jerusalén. El Reino de Judá se queda con los reyes

descendientes de David y con el templo; el Reino de Israel

al Norte es la parte más próspera pero con

inestabilidad política y la fe está tentada por las

comodidades. Durante todo este tiempo Dios les exhorta y

acompaña por medio de los profetas Elías, Eliseo, Amós, Oseas e Isaías,

cuya misión no es nada fácil por los corazones tan endurecidos

 

Año 721 Ac

El Reino del Norte es destruido y sometido por Sargón II y

sus habitantes son llevados esclavos a Nínive

Nabucodonosor rey, de Babilonia, asalta y somete a

Jerusalén y deporta a los hebreos. Dios hace que el pueblo

pierda su hegemonía y desaparezca como potencia para

que así comprenda que eso le sucede por no haber sido

disponible a Dios y fiel a la alianza. Durante estos dos

últimos períodos el pueblo se encuentra consigo mismo; se

purifica, se une, atiende a los profetas; reconoce sus errores

y pecados; rechaza a los ídolos y acude a Dios; cumple los

mandamientos; se reencuentra con su Dios.

Es la época del exilio

 

Año 538 Ac

El rey persa Ciro promulga el edicto que permite la vuelta de

los desterrados de Babilonia a su patria. Estos desterrados

que regresan a Jerusalén son el “resto de Israel” que se volvió

a Dios en el tiempo de la prueba y del dolor; estos son los

herederos de las antiguas promesas hechas por Dios a sus

padres (libros de Esdras y Nehemías

 

Siglo IV  Ac

Bajo el gobierno de Esdras, inspector religioso enviado por el

rey de Persia, y de Nehemías gobernador de la provincia judía,

se inicia la reconstrucción del templo y nace de manera oficial

el Judaísmo. Es en este tiempo que madura más la reflexión

religiosa acerca de la historia de Israel con la ayuda de la

palabra de Dios que había sido dada a los padres, así se da

comienzo al culto de la sinagoga.

 

 

Año 63 Ac

El emperador romano Pompeyo se toma a Palestina quedando

Jerusalén subyugada al Imperio Romano

 

Año 6 Era cristiana

El Hijo de Dios se hace hombre.  Nos enseña

a vivir como hijos de un mismo padre

de quien Él es imagen.  Fundó una Iglesia.  Realizó la obra de

redención universal por medio de su sangre derramada en la

Cruz. Esta Iglesia fundada sobre los apóstoles tiene que

soportar la prueba del martirio y la persecución (todo el Nuevo Testamento).

 

"Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y

 los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu

 Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y

 se une con ellos" (Catecismo de la Iglesia Católica,  234).

 

La Biblia es historia del

amor de Dios para todos (II)

 

En la última lección nos detuvimos sobre la Historia de Salvación.  Después de presentar una visión general de la historia en la Biblia, hicimos un recorrido sintético por las etapas que narra la Biblia desde Abrahán hasta llegar a Cristo.

 

En esta lección vamos a detenernos sobre el mismo tema pero de una manera más amplia y recurriendo a gráficos que nos ayuden a captar con mayor facilidad el itinerario de Dios con su pueblo.

 

Las etapas de la Historia Bíblica deben leerse como en una sola línea.  De hecho, la Palabra de Dios y su fruto en la comunidad eclesial son una cadena de acciones salvíficas de Dios que llega hasta el hoy de nuestra propia historia.

 

Es sumamente importante para la recta comprensión e interpretación de la Sagrada Escritura que podamos ubicarnos en el extenso panorama de la historia de Salvación.

 

La misma Sagrada Escritura cada vez que quiere suscitar la fe de los creyentes recurre a repasar la historia maravillosa del amor de Dios.  En cada acontecimiento también nosotros podemos captar la compañía, presencia y preocupación de Dios por nosotros que somos sus hijos.

 

Tú, Yahveh, eres el Dios que elegiste a Abram,

le sacaste de Ur de Caldea y le diste el nombre de Abraham. Hallaste su corazón fiel ante ti, con él hiciste alianza, para darle el país del cananeo, del hitita y del amorreo, del perizita, del jebuseo y del guirgasita, a él y a su posteridad. Y has mantenido tu palabra, porque eres justo. Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y escuchaste su clamor junto al mar de Suf.    Contra Faraón obraste señales y prodigios, contra sus siervos y todo el pueblo de su país, pues supiste que eran altivos con ellos. ¡Te hiciste un nombre hasta el día de hoy! (Nehemías 9,7-10).

El Antiguo Testamento

 

 

 

1.            El Antiguo Testamento también es Palabra de Dios:

 

El título de este apartado puede parecer extraño.   Sin embargo, a pesar del camino que hemos recorrido en el estudio, conocimiento y aprecio de la Sagrada Escritura, todavía existen muchos hermanos y hermanas que minusvaloran el Antiguo Testamento o prefieren ignorarlo porque consideran difícil encontrar un mensaje en sus páginas.  Muchos inclusive llegan a afirmar que el Antiguo Testamento es sólo un conjunto de asignaciones históricas o incluso de narraciones escandalosas.

 

Muchos cristianos siguen pensando en el Dios del Antiguo Testamento como un Dios severo y castigador, que atemoriza al hombre y no tolera el menor pecado.  Sin saberlo siguen una herejía condenada por la Iglesia que opone el Dios del Antiguo Testamento al Dios del Nuevo Testamento[1].

 

Son, sin embargo, abundantes los pasajes del A.T. que presentan en una manera muy viva el rostro paterno de Dios y su infinita misericordia.  Dios se autodefine en el A.T. con adjetivos como:  misericordioso, fiel, clemente, lento a la cólera y rico en clemencia  (cfr. Ex 34,6-7;  Sal 86,15;  Sal 145,8-9;  Sal 103).  Son fascinantes las figuras de los libros proféticos en que Dios se presenta como Padre de Israel que ama, llama, enseña a andar, cura, atrae  (cfr. Os,11,1-11) en oposición al hijo rebelde que no conoce el amor del Padre y que va tras otros dioses.

 

Se encuentra también en el A.T. una dimensión universalista de la salvación y la proclamación del amor de los paganos.  Una prueba de ello es el pequeño libro de Jonás, cuyo mensaje atrevido proclama la salvación aún para los paganos.

 

El A.T. nos enseña que Dios no tiene prisa, que traza sus planes y los lleva a cabo lentamente.

 

Son muchas las enseñanzas que nos ofrece el Antiguo Testamento sobre la vocación y el llamado de parte de Dios a personas concretas en orden a una misión al interno de la comunidad.  La riqueza del mensaje profético es incalculable y muy actual.

 

Muchas páginas podríamos escribir sobre la concepción Trascendente de Dios en el Antiguo Testamento (que es necesario recuperar hoy).  Dios es el totalmente "distinto" por su santidad, Aquel que precisamente por su trascendencia llama de cuenta suya al hombre a vivir en comunión con él (Oseas 11,9).

 

Ningún cristiano puede rechazar o menospreciar la revelación vetero-testamentaria bajo la pena de mutilar gravemente la integridad de la misma revelación.  Muchísimo, por no decir todo, lo que nos enseña Jesús y los apóstoles en el Nuevo Testamento es imposible de comprender sin el Antiguo Testamento.  Para traer sólo un ejemplo, la Eucaristía, centro, fuente y culmen de la vida de la Iglesia, sólo se puede comprender a la luz de un recorrido por los caminos de la revelación del A.T.

 

Con esto sólo hacemos explícitas algunas de las riquezas insondables que nos ofrece el A.T. Bástenos que es la palabra de Dios, el mensaje perenne y perdurable que nos ofrece la salvación y que, como tal, merece toda nuestra atención.  Estudiar con atención, con cuidado, con actitud de fe, y procurando discernir el mensaje teológico que tiene cada parte del A.T. es una justicia a la palabra de Dios que se revela en la historia.

 

La Iglesia, en su Magisterio solemne, ha insistido repetidamente en lo que acabamos de decir:

 

Dios amantísimo, buscando y preparando solícitamente la salvación de todo el género humano, con singular favor se eligió un pueblo, a quien confió sus promesas. Hecho, pues, el pacto con Abraham y con el pueblo de Israel por medio de Moisés, de tal forma se reveló con palabras y con obras a su pueblo elegido como el único Dios verdadero y vivo, que Israel experimentó cuáles eran los caminos de Dios con los hombres, y, hablando el mismo Dios por los Profetas, los entendió más hondamente y con más claridad de día en día, y los difundió ampliamente entre las gentes.

 

La economía, pues, de la salvación preanunciada, narrada y explicada por los autores sagrados, se conserva como verdadera palabra de Dios en los libros del Antiguo Testamento; por lo cual estos libros inspirados por Dios conservan un valor perenne: "Pues todo cuanto está escrito, para nuestra enseñanza, fue escrito, a fin de que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras estemos firmes en la esperanza" (Rom. 15,4).

 

La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. mas los libros del Antiguo Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin embargo, la verdadera pedagogía divina. Por tanto, los cristianos han de recibir devotamente estos libros, que expresan el sentimiento vivo de Dios, y en los que se encierran sublimes doctrinas acerca de Dios y una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre, y tesoros admirables de oración, y en los que, por fin, está latente el misterio de nuestra salvación (Concilio Vaticano II.  Const. Dog. “Dei Verbum”, ns. 14-15)

 

También se puede ver el Catecismo de la Iglesia Católica, nros. 121-123.

 

 

 

2.            Los libros del Antiguo Testamento:

 

Ya tenemos elementos abundantes que nos ayudan a mirar el Antiguo Testamento con mayor aprecio.  Ahora vamos a presentar un pequeño resumen de la temática de los libros del A.T[2].   Un consejo:  tengan presentes las lecciones anteriores, especialmente la que habla de los bloques literarios de la Biblia (nro. 1) y las que hablan de la Historia de Israel (nros. 5 y 6); estos apartados servirán de base al resumen que tenemos a continuación.  Presentaremos una visión general de cada bloque y después nos detendremos en cada uno de los libros.



    [1]  La herejía Marcionita.

   [2] Cfr.  P. Pablo Cuevas S.  La Biblia.   El mensaje de Dios. Medellín, 1989.  El P. Pablo nos ha autorizado para seguir el esquema presentado en su libro y hacer las ampliaciones o adaptaciones que se crean necesarias.

 

EL PENTATEUCO

Génesis:  Tiene 50 capítulos divididos en dos partes.  La primera del 1 al 11 presenta la creación, el origen del mundo y del hombre y la manera cómo el pecado destruye el plan creador de Dios.  La segunda parte, de los capítulos 12 al 50, narra el comienzo del pueblo de Israel o la historia de los patriarcas Abrahán, Isaac, Jacob y José.

 

Éxodo:  Es el libro que nos narra la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto.  Tiene una parte histórica entre los capítulos 1 y 18 donde se nos cuenta toda la salida del pueblo.  Los capítulos 19 al 40 presentan las leyes del pueblo en las que se incluyen los diez mandamientos y la alianza que Dios hizo con Israel en el monte Sinaí.

 

Levítico:  Se llama así a este libro porque nos habla de la tribu de Leví, la familia escogida por Dios para realizar el culto de Israel.  Tiene 27 capítulos.   Presenta leyes sobre el culto, los sacrificios, la vida sacerdotal, las fiestas religiosas del pueblo.  Los últimos diez capítulos, llamados la Ley de Santidad, son muy interesantes porque presentan al pueblo de Israel como un pueblo llamado a la santidad y que por lo tanto vive separado para Dios.

 

Números:  Se llama así porque en los primeros capítulos presenta un censo del pueblo que va peregrino por el desierto.   De hecho el libro nos habla de la vida de Israel en el desierto y la manera cómo Dios lo conduce hasta la tierra prometida.

 

Deuteronomio:  Esta palabra significa segunda ley o una copia de la ley.  El libro se llama así porque en él encontramos una nueva versión de las diez palabras o mandamientos.  El Deuteronomio tiene como telón de fondo las palabras de Moisés al pueblo antes de entrar en la tierra prometida; la tierra como don de Dios permanecerá en posesión del pueblo mientras se viva en el espíritu de los mandamientos.

 

LIBROS HISTÓRICOS Y NARRATIVOS

Josué:  El libro nos cuenta la entrada de Israel en la tierra prometida bajo la dirección de Josué.  Se enfatiza que la tierra es ante todo un don de Dios y no una conquista humana.   Buena parte del libro está destinada a la distribución del territorio conquistado entre las tribus de Israel.

 

Jueces:  Este libro nos cuenta las vicisitudes del pueblo en la época que sigue a la entrada en Canaán.  Los jueces son personas suscitadas por Dios para que salven al pueblo de las calamidades y les recuerden su deber de vivir los mandamientos.   Muestra además una especie de círculo en el que el pueblo vive:  se olvidan de Dios, experimentan las consecuencias de su pecado cayendo en las manos de los enemigos, piden ayuda a Dios y el Señor suscita jueces para que los salven.

 

Rut:  Ella es una moabita (del pueblo de Moab) que vivió en el tiempo de los jueces, creyó en el verdadero Dios y se casó con un hombre del pueblo de Israel.  El libro nos transmite el mensaje de la salvación para todos los hombres.

 

1 y 2 Samuel:  Después de narrarnos la historia de Samuel, estos libros nos cuentan la historia de los inicios de la monarquía.   Saúl es el primer rey elegido por Dios, luego vendrá David, en el que el libro se detiene con evidente complacencia.  Se nos cuenta toda la historia del reinado de David, sus luchas con Saúl, sus problemas en el trono y la promesa de que Dios mantendrá siempre un descendiente suyo en el gobierno del pueblo.

 

1 y 2 Reyes:  Estos libros continúan la historia de la monarquía.  Comienzan hablando de Salomón, el hijo de David y sucesor en el trono.  Después de su gobierno el pueblo de Israel se divide en dos reinos: el Norte y el Sur.   El reino del Norte fue deportado por el ejército Asirio en el año 721 a.C. y llevado a Nínive, de allí jamas volvió.   El Reino del Sur sufrió el destierro en el año 586 a.C. en manos de Babilonia, pero regresó después de 50 años de exilio.   Los libros de los Reyes narran toda la historia de los reinos divididos con sus momentos felices y miserables. 

 

1 y 2 Crónicas:  Los autores de estos libros son sacerdotes que vivieron después del exilio.  En estos libros se narran los mismos acontecimientos que aparecen en Samuel y Reyes pero desde la óptica de la reconstrucción después de la dura experiencia del destierro.   El primer libro de las Crónicas nos trasmite una genealogía del pueblo de Israel desde Adán hasta los miembros del pueblo judío de la época.  Su reflexión teológica es que el pueblo de Israel vivirá bien si acepta ser un reino de Dios guiado por los sacerdotes y la ley.

 

Esdras y Nehemías:  Estos dos libros fueron escritos también después del destierro.  Esdras era un sacerdote muy versado en las Escrituras, Nehemías era un gobernador de la provincia de judea.  Los dos libros narran los difíciles tiempos del regreso del destierro, la reconstrucción del templo y la reorganización de la comunidad judía.  En ambos libros encontramos una fuerte espiritualidad penitencial en la que se confiesa el pecado del pueblo y el deseo de convertirse a Dios.

 

Tobías:  Pertenece a los libros narrativos, por eso es una historia edificante.  Su tema central es el ejemplo de un hombre de fe que vive su religiosidad en tiempos difíciles.  En el libro se resaltan de manera maravillosa los valores familiares y se enfatiza la piedad que gana de Dios la protección en todos los momentos de la vida.   Por lo demás, Tobías es el ejemplo del hombre que vive la confianza en Dios a pesar de las adversidades.

 

Judith:  Es también un relato imaginado para dar un mensaje de confianza.  El libro muestra la acción de Dios a favor del pueblo elegido a través de una mujer.   Destaca en el conjunto del libro la oración de esta mujer de vida recta y la confianza en Dios a pesar del ataque de los enemigos.

 

Esther:  Sigue la misma línea teológica del libro de Judith.  Se ubica en el tiempo de la dominación persa y se sitúa en el ambiente de los judíos que no regresaron a Palestina después del destierro.   Esther llega a ser reina de Persia y Dios salva a su pueblo de la destrucción por medio de ella.   También encontramos en el libro una bella oración que invoca la protección de Dios en los momentos de graves dificultades.

 

1 y 2 Macabeos:  Estos libros fueron escritos en el siglo II a.C.  El primero de ellos nos narra las hazañas de la familia Macabea en defensa del culto y de las costumbres religiosas judías que habían sido amenazadas por la persecución religiosa de Antioco IV Epífanes y de sus sucesores.   El segundo libro no es una continuación del primero sino un relato paralelo.   Sus narraciones invitan al pueblo a seguir defendiendo la fe en medio de la persecución.  En este libro se habla ya de la resurrección de los muertos, preparando así el camino del Evangelio.

 

LIBROS SAPIENCIALES Y PROFÉTICOS

Los Salmos:  Son muy conocidos los 150 himnos u oraciones que se encuentran en este libro (el conjunto de ellos se denomina “salterio”).   El autor principal de estas composiciones es David pero existen muchos más; todos ellos compusieron, bajo la inspiración divina, una gama de oraciones que elevan el corazón del creyente a Dios en las más variadas circunstancias.   Allí existen salmos de alabanza, de acción de gracias, de súplica, de perdón.  Hay salmos que se cantaban en las celebraciones cúlticas o en las fiestas importantes; otros celebran la entronización del rey o la importancia de la ciudad Santa.

 

Job:  Es la historia del hombre justo que sufre y se pregunta por qué.  El drama de Job es el mismo que padecen muchas personas.  Esta es una obra que encierra una reflexión muy profunda en la vida del creyente justo: la experiencia de la miseria de la propia existencia y las consecuencias del mal.  Al final se plantea que Dios, en su infinita sabiduría y misericordia, da sentido al misterio insondable del dolor y del sufrimiento.

 

Proverbios:  Es un libro hecho de una colección de sentencias o especies de refranes.  En ellos se muestran los valores que deben orientar la vida del creyente.  Estos valores no tratan de temas exclusivamente religiosos sino de las cosas de la vida cotidiana.  Podríamos decir que Proverbios propone un ideal de perfección humana, de sabiduría dirigida a todas las cosas de la vida y que termina siendo el piso de la vida según Dios quiere.

 

Eclesiastés o Qohelet:   A una primera mirada, este libro desconcierta por su extremo pesimismo y escepticismo.   El autor plantea el sin sentido de la existencia de frente a la realidad inexorable de la muerte.  Su lema es: “vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Qo 1,1).   Sin embargo todas estas reflexiones lanzan al ser humano hacia el infinito, le hacen sentir profunda de sed de Dios y le hacen clamar por un más allá de las cosas de este mundo.   Este libro prepara el camino de la teología de la resurrección.

 

Cantar de los Cantares:  El libro habla, con un lenguaje rico y lleno de figuras, del amor de una pareja.  Se entrelazan en los cantos poéticos las intervenciones del novio que celebra la belleza de la novia y de la mujer que canta la belleza del hombre amado.   El sentido propio de este libro es el de la grandeza y bondad del amor limpio y puro entre el hombre y la mujer.  Los padres de la Iglesia han visto en él un anuncio del amor esponsal de Dios para con su pueblo.

 

Eclesiástico o Sirácide:  Muy parecido a los Proverbios; es también una colección de sentencias aplicables a la vida concreta.   Fue escrito por Jesús Ben Sirac, un sabio de Jerusalén y divulgado por un nieto suyo en tierras egipcias.  En él se enseña que la ley de Dios ayuda a vivir en santidad en relación con el prójimo y que todas las virtudes humanas construyen la vivencia concreta de la fe en Dios.

 

Sabiduría:   El último de los libros sapienciales fue escrito ya en los umbrales del Nuevo Testamento.  En él se muestran las conclusiones de las reflexiones que los sabios hicieron desde muchos siglos atrás.   En este libro se afirma claramente que el triunfo verdadero del justo es la inmortalidad que Dios le concede y que la sabiduría divina ha conducido toda la historia del pueblo de Israel.

 

LIBROS PROFÉTICOS

Isaías:  Este libro fue escrito en un período de 300 años y en él se contienen los oráculos de tres profetas que vivieron en épocas diversas. “El primer Isaías”  escribió durante la monarquía del reino de Israel. “El segundo Isaías” escribió lo que se ha llamado el “libro de la consolación de Israel” 200 años después en tiempo del exilio de los israelitas a Babilonia, y la tercera parte es una composición de distintos autores, es el “Tercer Isaías”.

 

Ø  Is. 1-39       Primera parte del libro de Isaías.

Ø  Is. 40-55     Libro de la consolación de Israel.

Ø  Is. 56-66     Tercera parte del libro de Isaías.

 

El texto insiste en el monoteísmo y la universalidad del designio salvífico de Dios. Se anuncia la venida del Mesías: “Dios con nosotros”.

 

Jeremías: De familia sacerdotal, nació en Anatot en Judá, profetizó durante 40 años antes y después del exilio de los israelitas, su vida y escritos se expresan entre dos tensiones: Una el llamamiento a ser profeta, la otra, “se siente incapaz, desanimado y despreciado por la gente, deseoso de hacer siempre lo correcto, a la vez se siente fracasado”. El libro tiene seis partes:

Ø  Jr. 1-24       Oráculos sobre Judá y Jerusalén,

Ø  Jr. 25          Oráculos contra las naciones,

Ø  Jr. 26-35     Profecías de felicidad,

Ø  Jr. 36-45     Pasión de Jeremías,

Ø  Jr. 46-51     Oráculos contra las naciones,

Ø  Jr. 52          Apéndice.

Las Lamentaciones:  La ciudad santa de Jerusalén, la capital judía, el lugar donde Dios se hacía presente a los hombres ha sido destruído. Las Lamentaciones de Jeremías se refieren a la ciudad destruida y muerta. Jerusalén ha recibido de Dios el castigo merecido por sus culpas, pero, Dios no se olvidará de su pueblo, le perdonará y la ciudad de David resurgirá.

 

Baruc:  Baruc fue un discípulo de Jeremías, pero en este libro su nombre fue supuesto, los autores son varios, el libro fue escrito después de la caída de Jerusalén año 587 a.C. y la dispersión de los judíos, su importancia está en la consolidación de la fe del pueblo de Yavé. Contenido: Oración de los exiliados, elogio a la sabiduría de Israel y la expresión de la esperanza en Dios. Termina con una carta de Jeremías.

 

Ezequiel:  En Tel Abid ciudad situada cerca de Babilonia junto al río Kebar residía una pequeña comunidad judía formada por los primeros desterrados (del año 597 A.C.), de ella es sacerdote Ezequiel. Su predicación está centrada en la reconstrucción de la nueva Jerusalén.   Sólo Yavé hará nuevas todas las cosas, se trata de la renovación del corazón de los hombres, miembros de la comunidad vivificada por el espíritu de Dios. Contenido: Reproches por los pecados de Israel, promesas de salvación en un nuevo pacto y condiciones en esta nueva situación. El libro nos enseña que la destrucción viene del pecado y por eso es necesario buscar la conversión a Dios.

 

Daniel:  Antíoco IV (Epífanes) se propuso formar un reino político religioso, desde Siria dominaría a Egipto pasando por la Palestina, esta idea en lo religioso era una mezcla de Baal sirio y Zeus griego. El libro de Daniel se refiere a la conservación de la fe en Dios durante la persecución que se desató en la Palestina, emplea dos géneros literarios: La Haggadá que es una enseñanza religioso - moral en forma de novela, y el Apocalipsis que habla en forma visiones alegóricas entre la fidelidad a Dios y las potencias del mal.

 

Oseas: Presenta el mensaje del amor de Dios simbolizado en su propio matrimonio, reprocha a Israel sus pecados, le anuncia el castigo, pero espera su conversión y la vuelta a Dios.  El profeta habla en un tiempo en que Israel se ha olvidado de Dios e insiste en la conversión que ganará de nuevo el amor del Esposo (Dios) para con la esposa (el pueblo).

 

Joel:  Joel es un profeta vinculado al templo, habla al pueblo con ocasión de una plaga que arruinó las cosechas. La purificación del medio ambiente es sinónimo de la purificación interior del hombre.  El profeta proclama que vendrá “el día de Yavé”, para el cual el corazón del hombre necesita conversión y penitencia.

 

Amós:  Amós era un sencillo campesino, pastor y cultivador, pero no un ignorante. Este judío alza su voz en Betel y en nombre de Yavé denuncia el mal social y la perversión de la religión tanto de Israel como de las naciones vecinas, narra visiones anunciadoras de castigos y finaliza con perspectivas de restauración.  Amós es por ello llamado el profeta de la justicia social.

 

Abdías:  Al sobrevenir la catástrofe nacional del reino de Judá, los edomitas ( del pueblo de Edom) se aprovechan y realizan un saqueo, Abdías anuncia el castigo de Edom, el triunfo de Israel y confía en la justicia de Dios: su mensaje es “malditos los que se aprovechan de la desgracia de los demás”.

 

Jonás:  El libro de Jonás nos presenta la historia de un profeta, persona distinta del escritor. El libro parece una historia ficticia con un enseñanza religiosa tomada desde el ámbito profético.  El tema fundamental del relato es la universalidad del amor y de la misericordia de Dios para con los pecadores arrepentidos, más allá de los límites del pueblo elegido de Israel.

 

Miqueas: Miqueas es un campesino del sud-este de Palestina, vivió en tiempos de Isaías. A fines del siglo VIII los asirios habían devastado la región, Miqueas se refugia en Jerusalén y su protesta se dirige en contra de la explotación que los habitantes de la ciudad hacen de los campesinos, además anuncia la felicidad que Dios dará al pueblo convertido.

 

Nahum:  Asiria había dominado el oriente por la fuerza, los profetas tenían a Nínive como el instrumento de Dios para castigar las infidelidades del pueblo. Nahúm anuncia la caída de la ciudad de Nínive.

 

Habacuc:  Habacuc fue un levita o un judío en vinculación con el templo. Su libro es de comienzos del siglo VI cuando el rey de Babilonia amenaza al pueblo. Al mismo tiempo que reconoce las faltas de Israel, se pregunta ante Dios: ¿Por qué el triunfo de las naciones paganas sobre el pueblo de Dios?. Podemos sintetizar su mensaje en la siguiente frase:  “El justo vive por la fidelidad y Dios juzgará al final”.

 

Sofonías:  El libro es una denuncia del mal de Judá y su orgullo, este pecado hará que venga el día de Yavé, día terrible como ninguno. Los que buscan la justicia quedarán a salvo. “Ellos constituyen el resto”, el Señor habitará en medio de ellos.

 

Ageo:  Profetiza después de la cautividad del pueblo de Israel. El tema es la reconstrucción del templo. Las circunstancias sociales no son propicias. Dios por medio del profeta llama a la construcción del templo en el espíritu, en el que él mismo será la paz.

 

Zacarías:  Zacarías escribe en el año 520 a.C. época de la restauración del pueblo y del templo. En las visiones Dios interviene mostrando al profeta imágenes y enviando mensajeros (los ángeles) para ayudarle en la interpretación. El pueblo judío debe reunirse al rededor del templo para esperar la venida del Señor. Dos siglos más tarde los primeros cristianos verán en Zacarías a uno de los profetas que mejor ha señalado los rasgos del Mesías esperado.

 

Malaquías:  Malaquías cierra los escritos del Antiguo Testamento. Hacia el año 460 a.C. la comunidad judía se había reconstituído y el templo restaurado, pero cunde la indiferencia religiosa, el culto es formalista, no hay coherencia en los sacerdotes, la moral social y la fidelidad conyugal están en decadencia. El profeta exhorta a corregir las malas costumbres de la comunidad y habla de la llegada de Dios.