Seis razones para entender el Viacrucis

31 de marzo de 2015. Homilía Santo Padre Francisco. 1 NOS PERMITE PONER NUESTRA CONFIANZA EN DIOS “En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su inmensa misericordia.  Y es un amor Del que podemos fiarnos, en el que podemos creer.  Fiémonos de Jesús, confiemos en Él (cf. Lumen fidei, 16). Porque Él nunca defrauda a nadie.  Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos la salvación y redención”.

2.- Nos ubica en la historia “Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles y carga nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos.
Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia,  que ya no pueden gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos”.  “Con la Cruz Jesús se une a todas las personas que sufren hambre… está junto a tantas madres y padres que sufren al ver a sus hijos víctimas de paraísos artificiales, como la droga…  se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel”.

3.-Nos interpela “Tu, ¿como quien quieres ser?  ¿Quieres ser como Pilato, que no tiene la valentía de ir a contracorriente,  para salvar la vida de Jesús, y se lava las manos?  Dime:  Tu, eres de los que se lavan las manos,  se hacen los distraídos y miran para otro lado, o eres como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María  y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura”.  

4.- Nos lleva a la acción “Nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor,
sobre todo a quien sufre,  a quien tiene necesidad de ayuda,  a quien espera una palabra,
un gesto. La Cruz nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de ellos
y tenderles la mano”.

5.- Nos anima a seguir el camino “En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces  y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas tu solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida (cf. Juan 3,16)”.

6.- Nos da certeza del amor fiel de Dios “Llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende,
 nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida,
 amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor”.    

SEMANA SANTA ¿CULTURA O TRADICIÓN?

30 de marzo de 2015. Semana santa, cultura o tradición. Autor: Cristian Camilo Cárdenas Aguirre. Seminarista Arquidiócesis de Ibagué, Colombia. Para esta época, es común escuchar las nostalgias de las personas mayores, haciendo reminiscencia de cómo se vivía la semana santa en años anteriores; algunos comentan que ni siquiera la escoba se movía, no se ponía música, los alimentos de estos días se preparaban con anticipación, no se trabajaba y toda actividad quedaba en suspenso hasta el domingo de Resurrección. Pero, con tristeza, estas cosas han ido perdiendo su valor y significado. ¿Será ignorancia religiosa? ¿Falta de conocimiento por lo que sucede en esta semana? O simplemente, ¿indiferentismo?

La semana santa, más que dejar de un lado toda actividad, es lograr el encuentro con el Señor, acompañarlo en su pasión, muerte y resurrección. Es una semana importante para el cristiano; semana que ha sido santificada por los acontecimientos salvíficos de Cristo; por lo tanto, sería ofender al mismo Dios convirtiendo estos días santos, en vacaciones o haciendo ocio.

Las primeras comunidades cristianas, celebraban la semana santa. Cuenta Vincent Ryan en su libro Cuaresma – Semana Santa, que cerca del año 400 había un estilo de liturgia de semana santa; de igual modo, los primeros cristianos tenían por devoción ir a Jerusalén donde Jesús sufrió su pasión, muerte y Resurrección (p.69ss). Y mucho antes del Cristianismo, se tenía la pascua judía; en el primer Testamento, Yahvé ordena al pueblo de Israel a celebrar la pascua (Cfr. Éxodo 12, 1-28). En el nuevo Testamento, Jesús celebra la pascua con sus discípulos (Cfr. San Mateo 26,18); luego Jesús, se convierte en el cordero inmolado sin tacha ni mancilla quien nos ha rescatado a precio de su sangre (Cfr. 1 Pedro 1,19). Él es la Pascua.

Esta semana se halla cargada de diversos ritos y celebraciones (litúrgicas y de piedad popular); inicia con la procesión del domingo de ramos, en la que prosigue la Misa de la pasión del Señor. Después vienen tres días, en los que quizás surge la pregunta ¿Qué hacer los días lunes, martes y miércoles santos? Son días propicios para la oración, reflexión, penitencia, obras de caridad, abstinencia y la participación en la Eucaristía, ya que la Iglesia considera estos días como privilegiados. La celebración central del jueves santo está en la Misa de la Cena del Señor; Eucaristía, que tiene un inicio, pero no tiene un final. El viernes santo (único día en el año que no se celebra la Eucaristía) su centro es la celebración de la pasión y muerte del Señor, cerca de las tres de la tarde. Esta celebración es muy sobria, pero se encuentra cargada de signos que ayudan a vivenciar el gran significado del ¿por qué Cristo muere por nosotros? Ya el sábado santo es considerado como un día de silencio y soledad (Cfr. Antigua homilía sobre el santo y grandioso sábado); toda la creación espera que Cristo despierte victorioso de la tumba, y que satanás haya sido aniquilado a precio de sangre Divina. El centro de este día, es la vigilia Pascual, que se convierte en la razón de ser de todo cristiano; de lo contrario, se quedaría en un cristianismo de tumba, lleno de hedores. En esta noche santa, descubrimos que Cristo Vive, Reina y que con su muerte nos ha rescatado de la muerte eterna. Él abre de nuevo las puertas del Paraíso, que Adán había cerrado (San Gregorio Nacianzo. Disertación 39). Ya la cumbre de estos días, es el Domingo de Resurrección, día que vivimos la victoria de Cristo sobre la muerte, A partir de este día, caminamos domingo a domingo “hasta llegar al domingo sin ocaso” (Cfr. Prefacio dominical X. Misal Romano). De ahí la razón, que el cristianismo celebre tan magnamente estos días, y nadie, que sea cristiano, se puede excluir de este acto de amor divino.

Es así que la semana santa, más que ser Tradición, por tener su origen en la cristiandad primitiva; más que ser algo cultural, por celebrarse según la idiosincrasia de cada pueblo; más que llevar imágenes en procesiones, más que caminar largos kilómetros, más que cambiar de actividades; es lograr descubrir que hay una Persona que se llama JESÚS, quien dio la vida por mí y me salvó de la esclavitud del pecado. Y si se descubre este significado, se puede decir que la pascua fue el resultado del paso de Dios por la vida del hombre, quien la transforma y le da nuevo significado, dejando sepultada la condición de pecado el viernes santo, y naciendo a una nueva vida en la Vigilia pascual. Quien logra esto, con certeza podrá afirmar: ¡He vivido este año, la semana santa! Año 2015.    

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