25 Marzo 2014. El holandés Dick Swaab, autor del exitoso libro 'Somos nuestro cerebro', habla de su estudio. Cuando Dick Swaab dijo, en 1985, que había diferencias notables entre el cerebro femenino y el masculino, el mundo se le vino encima. Reconocidas feministas se negaban a admitir que el comportamiento de hombres y mujeres estuviera determinado de forma biológica, pues la idea que se tenía era que se trataba de imposiciones sociales.
Por el lado de los homosexuales, la cosa no era más calmada: algunos insistían en que serlo era una decisión y no un rasgo biológico; pero el doctor Swaab demostró, en 1990, que hay diferencias cerebrales entre homosexuales y heterosexuales.
Lo acusaron de nazi y discriminador, pero no paró de investigar. Como director del Instituto Holandés de Neurociencias y catedrático de Neurobiología, a este médico solo le interesa salir del laboratorio con afirmaciones verificadas. No entra en polémicas que no tengan que ver con la ciencia. Fuente e imagen: periódico el Tiempo, Colombia.
Su libro Somos nuestro cerebro ha vendido 400.000 ejemplares en los Países Bajos y ha sido traducido a diez idiomas. La versión en español, recién publicada por Editorial Plataforma, contiene 500 páginas en las que, con un lenguaje coloquial, Swaab nos introduce en nuestra vida cotidiana a través de la actividad neurológica y nos explica que el cerebro elige a nuestra pareja antes de que seamos conscientes de ello; que desde la concepción están definidos nuestro carácter, habilidades y trastornos psiquiátricos, y que una alta cantidad de testosterona en la gestación puede ser determinante en la agresividad del futuro adolescente.
¿Lo siguen señalando por hablar de las diferencias entre el cerebro femenino y el masculino?
Cuando encontramos diferencias estructurales en el cerebro, fueron saliendo más investigaciones al respecto y se fue aceptando rápidamente por la sociedad. Sin embargo, cuando hablamos de diferencias en el cerebro homosexual recibí amenazas de todo tipo, pero lo interesante es que años después se pudieron cambiar leyes en Inglaterra y llegaron casos a tribunales internacionales en los que se les dio la razón a los transexuales que querían cambiar su pasaporte porque no se sentían en el cuerpo adecuado. Hoy es un tema aceptado y justificado desde la ciencia. Lo lamentable es que en algunos países se siga considerando la homosexualidad como una elección, y equivocada o, lo que es peor, como una enfermedad.
¿Cómo se explica que un transexual sea, al mismo tiempo, homosexual?
La orientación sexual y el género son procesos diferentes que se establecen en dos momentos diferentes. Con frecuencia, la transexualidad hombre-mujer se asocia a una orientación homosexual, pero esto no se da siempre.
Cuando hablamos del cerebro infantil, ¿cuál es el típico error paterno?
Decidir por ellos. El desarrollo del niño determinará sus decisiones. Es muy importante que vaya haciendo lo que le gusta y lo que se siente capaz de hacer. No solo es que tenga su propio ritmo para crecer, sino que tiene sus intereses y límites, marcados genéticamente.
Pero en su libro aclara que la estimulación es clave...
Por supuesto. Si la estimulación es constante y variada, el niño descubrirá lo que más le llama la atención. Los niños que sufren desatención y falta de afecto durante la fase más temprana de su desarrollo tienen cerebros más pequeños de lo normal y no logran desarrollar todas sus potencialidades.
¿El cerebro es flexible?
En un sentido sí y en otro no. No puedes decidir si tu cerebro será masculino o femenino, porque eso viene determinado desde el útero. No puedes decir ‘soy homosexual hoy’ y mañana no. No puedes decidir si tienes alto o bajo coeficiente intelectual. El riesgo de padecer esquizofrenia o depresión también viene determinado genéticamente. Ahora bien, el cerebro sí es flexible en la medida en que adquieres nuevas experiencias cada día, lo estimulas y almacenas datos en tu memoria. El cerebro aprende de los errores para no repetirlos.
Si somos nuestro cerebro, ¿el destino está escrito?
No todo está escrito, porque estás en continua comunicación con el ambiente y este es caótico. No podemos predecir lo que pase en el entorno, pero sí cómo reaccionará tu cerebro ante ciertas circunstancias.
En su libro defiende la existencia del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). ¿En realidad hay niños que lo padecen?
Si el diagnóstico lo hace un científico, es real. Si lo hace la profesora, no. El problema es que a las profesoras no les gustan los niños que se mueven mucho y deciden que todos son hiperactivos. Si realmente se tiene sospecha de un niño con TDAH, el diagnóstico lo tendría que hacer un especialista, porque la medicación sí puede ser útil en estos casos. Lo que resulta peligroso es medicar a cualquier niño inquieto, porque no sabemos si su problema es genético.
¿Se puede cuidar el cerebro como otra parte del cuerpo?
Claro. Lo primero es que la madre se cuide de agentes químicos, medicamentos, cigarrillos o alcohol durante el embarazo, para garantizar un adecuado desarrollo fetal. Luego, podemos criar a nuestros niños en un entorno estimulante y facilitarles el aprendizaje de otra lengua. Está demostrado que aprender una segunda lengua y utilizarlas indistintamente puede retrasar cuatro años la aparición del alzhéimer. Tener un trabajo interesante y estimulante en nuestra vida adulta, mantenernos activos ejercitando el cerebro con la memorización, la música, la lectura... todo esto ayuda a mantenerlo saludable.
¿Nuestros sentimientos tienen alguna importancia en nuestras decisiones?
Nuestros sentimientos influyen en nuestras decisiones conscientes, pero no en las inconscientes. El mejor ejemplo es enamorarse: escoger una pareja es una decisión trascendental y el cerebro es capaz de calcular pros y contras, de manera que tú no eres consciente. ¿El cerebro decide por mí? El cerebro eres tú.
ZULMA SIERRA Para EL TIEMPO Barcelona (España).