Publicación. Marzo 2012. DECIMA JORNADA DE BIOETICA:
CUESTIONES BIOETICAS EN TORNO AL AMOR MATRIMONIAL Mons. Elio Sgreccia
COMISION DE BIOETICA PADRE JOSE KENTENICH EL AMOR CONYUGAL PLENAMENTE HUMANO EN LA ENSEÑANZA DE LA
HUMANAE VITAE 1-¿Es todavía actual la “Humanae Vitae”?
Esta pregunta se hace frecuentemente en circunstancias de discusión sobre programas pastorales, y se plantea también en ocasión de la programación para la celebración de los 40 años de la publicación de la Encíclica. Si observamos los títulos de las publicaciones teológicas y pastorales, tal como resulta de la verificación de la prensa especializada, se pone de manifiesto un creciente silencio sobre este documento: hay una ausencia de debate argumentativo, pero también de propuestas de profundización; esto está demostrado por la literatura específica (moral, teológica y pastoral) especialmente en los últimos 15 años. 1
De este silencio daba explicación Carl Anderson ya en 1993 en una exposición leída durante la celebración del XXV aniversario de la publicación de la Encíclica. Además del fenómeno del miedo de muchos pastores de afrontar el discurso sobre los temas de la Humanae Vitae, por la experiencia del conflicto y del debate interno en la Iglesia que se produjo inmediatamente después de su promulgación (miedo que Anderson parangona con el post-Vietnam syndrome de los veteranos norteamericanos frente a cualquier discurso que pudiese aludir a nuevas intervenciones militares fuera de la patria), el relator denunciaba el cambio de clima cultural que se manifestaba en ese período. “El discurso de la H.V. –dice Anderson- presupone un contexto social que ya no existe”. Ese contexto comprendía una confianza de la razón humana en encontrar verdades morales, un reconocimiento del valor de la procreación como un bien del matrimonio, y del matrimonio mismo como institución única y estable. En pocas palabras, la Encíclica presuponía una orientación cultural hacia el matrimonio, la familia y la moralidad sexual.
Hoy –continúa el autor – existe un escepticismo de la filosofía postmoderna en la capacidad de la razón, un ascenso del pluralismo moral y, fuera de las instituciones católicas, se escucha discutir apenas sobre los “bienes” del matrimonio. Ninguno de estos conflictos es nuevo, pero es nueva su ascendencia y convergencia al
formar una cultura radicalmente diferente de la que existía en 1968; es casi como si la
civilización occidental industrializada hubiese escuchado el mensaje de la H.V. y hubiese
elegido moverse lo más radicalmente posible en la dirección opuesta” 2
1 Una investigación llevada a cabo entre los artículos publicados en las dos revistas de
teología: Nouvelle Revue Théologique y Rivista di Teologia Morale en los años 1995-2007 ha
puesto en evidencia que ningún artículo publicado en estas revistas ha tenido como tema la
Encíclica Humanae Vitae de Paulo VI. La Rivista di Teologia Morale ha publicado
numerosos estudios referidos a la bioética, pero de cualquier manera ninguno sobre la
Humanae Vitae.
2 ANDERSON C., Riflessioni politiche sulla Humanae Vitae, en “Humanae Vitae, servizio
profetico per l’uomo. Atti del Convegno di studi in occasione del XXV anniversario della
2
Ya este cambio de orientación y esta oposición se habían manifestado en el año 1993,
año en que se cumplía el vigésimo quinto aniversario de la publicación de la Encíclica,
cuando Estados Unidos, que ha estado a la vanguardia de la política de control de los
nacimientos, desmintiendo incluso los acuerdos asumidos durante la Conferencia de la Ciudad
de México (1984), según los cuales no se consideraba al aborto “un elemento aceptable de los
programas de planificación familiar”, en los años ’90 duplicó financiamientos, esfuerzos y
alientos a las organizaciones encargadas de las políticas de control3. Este impulso en sentido
netamente opuesto a la enseñanza de la Humanae Vitae en el mundo occidental y, por reflejo
también en el mundo en vías de desarrollo, se renovó en la Conferencia del Cairo (1994) y se
reforzó en la Conferencia de Pekín dedicada al tema de la mujer (1995).
La cultura filosófica de respaldo, caracterizada por la descristianización, la
secularización y el relativismo moral, es cada vez más utilizada por el pensamiento utilitarista
que atraviesa continuamente la cultura y la praxis social y política. La instauración del poder
técnico industrial es facilitada así por la introducción de todos los métodos eficaces de control
de la fertilidad y de intrusión en el amor conyugal. El contexto cultural en el cual se coloca la
enseñanza de la Humanae Vitae, señalaba Anderson hace ya 15 años, es un contexto
profundamente cambiado respecto de aquel que suponía la Encíclica que sólo entreveía
algunas tendencias de cambio.
“Yo sugeriría –escribía Anderson- que el contexto cultural en el cual la H.V. es
considerada hoy está constituido por tres características definitorias: hoy el contexto cultural
es poscristiano, posmoderno y posfamilia”.4
2-Las reacciones a la Humanae Vitae en el mundo secularizado
No me limitaré a examinar los debates nacidos en el seno de la Iglesia luego de la
publicación de la Encíclica; estos debates han dado lugar a aquel movimiento de cisma
amenazante5 que ha sido definido como el “disenso intraeclesial”, que todavía conserva
algunas secuelas y ramificaciones y que ha contribuido mucho a debilitar la respuesta
positiva, como he señalado, incluso en los creyentes deseosos de permanecer fieles a la Iglesia
y a su Magisterio. Se ha llegado a teorizar por parte de algunos teólogos del disenso la
incapacidad de la Iglesia oficial para comprender la sexualidad humana y la Iglesia ha sido
acusada de operar una “represión universal” sobre la espontaneidad del Eros6.
No es ahora el momento de hacer el análisis de este complejo movimiento, pero es
necesario tener en cuenta su peso de resistencia y de oposición para evaluar la dificultad de
acogida que vivió la Humanae Vitae en estos cuarenta años: ha habido un intento de
marginación del Magisterio de la Iglesia y de su autoridad por parte de un sector de la misma
H.V., Roma, 24-26 Novembre 1993”, (al cuidado de) LOPEZ TRUJILLO A.-SGRECCIA E.,
Roma, AVE 1995, pp. 112.
3 UNITED STATES FOR INTERNATIONAL DEVELOPEMENT, Why foreign AID? The
benefit of foreign assistance to the United States, Usaid Office of External Affairs,
Washington, DC, March, 1982, p. 12; Cfr. ANDERSON C., ibidem, p.119.
4 ANDERSON C., Political reflections…, op.cit., p. 297
5 MELINA L., Morale tra crisi e rinnovamento, Ares 1993.
6 DREWERMANN E., Psicanalisi e teologia morale, Brescia, Queriniana 1992, trad, it.,
Psycanalyse und Moral Theologie, 3 vol. de MATTHIAS-GRÜNEWALD-VERLAGMAINZ,
1982-84.
3
Iglesia: el Magisterio de la Iglesia es considerado por algunos teólogos como uno de los
argumentos a discutir7.
Lo que sobre todo deseo señalar es el ataque en primer lugar al plano de la vida
familiar de las poblaciones de parte del poder tecnológico frente al núcleo central de la
enseñanza de la Encíclica, que está constituido por la conexión inseparable entre los dos
significados del acto conyugal que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por su
iniciativa: el significado unitivo y el significado procreativo.8
La expansión de la contracepción, incluida en los programas internacionales, no ha
sufrido interrupciones, más bien se han afinado los métodos y las técnicas para facilitar su
difusión. Las “políticas demográficas” de los gobiernos y de las organizaciones
internacionales con el desarrollo de los programas aprobados durante las Conferencias de la
Ciudad de México (1984), de El Cairo (1994) y de Pekín han intensificado la difusión de los
métodos contraceptivos a escala internacional, como es bien sabido, y cada 5 años el
programa del Cairo ha sido repetido y perfeccionado en varios continentes hasta hoy, a pesar
de la disminución de la tasa de crecimiento de la población en todo el mundo y a pesar de la
amenaza de una caída preocupante también desde el punto de vista económico, por la
disminución de los nacimientos en los países occidentales.
En este último decenio las técnicas de interrupción (por ejemplo la píldora del día
después) y la RU486 han conjugado el aborto bajo la imagen de la contracepción. El todo
aparece entonces como un enorme esfuerzo tecnológico, financiero y político para separar la
dimensión unitiva del acto conyugal de la dimensión procreativa; “¡la unión sexual sí, el hijo
no!” 9
El Card. Caffarra en su reciente trabajo donde resume en clave pastoral treinta años de
estudios, de docencia y de celo apostólico, habla de tres separaciones operadas por la cultura
contemporánea en el ámbito del amor y de la familia. La separación entre persona y
sexualidad, la separación entre eros y agape y la separación entre la dimensión unitiva y la
procreativa de la sexualidad conyugal. En esta última separación pesan las consecuencias de
las otras dos y se agrega también el aporte de la ciencia y de la tecnología médicas. En el
esfuerzo de separación de estas dos dimensiones podemos ulteriormente individualizar tres
etapas.
Hay una primera etapa en la cual, con la contracepción, la esterilización y el aborto,
programáticamente incluidos en las campañas antinatalistas, se ha pretendido favorecer la
liberalización del sexo, separándolo de la procreación (años ’60-’80); en la segunda etapa se
ha realizado, con la reproducción artificial, la separación de la procreación del ejercicio de la
sexualidad, persiguiendo el hijo, incluso fuera de la unión conyugal. La consecuencia final es
que el hijo se vuelve un objeto opcional y el amor un ejercicio de los dinamismos
biopsicológicos, separados de la espiritualidad y de la responsabilidad procreativa.
En la primera etapa la secuela está representada por la contracepción, la esterilización
y el aborto; la contracepción luego se modificó y se afinó con los métodos interceptivos y los
contragestativos. La segunda etapa pasa de la inseminación artificial a realizar la fecundación
extracorpórea, la clonación, las madres subrogantes, la experimentación sobre los embriones,
7 El primer síntoma de esta tendencia fue el pronunciamento (Statement of conscience)
inmediatamente después de la publicación de la Encíclica para contrastar la interpretación
rigurosa de la misma (caso Washington), controversia ocurrida en 1971 luego de la
intervención de la Congregación del Clero.
8 PAOLO VI, Lettera Enciclica Humanae Vitae. La regolazione della natalità, Città del
Vaticano, 25 luglio 1968, AAS 60 (1968), n. 12.
9 CAFFARRA C., Creati per amare, Siena, Cantagalli, 2006, p. 171.
4
la extracción de las células madre embrionarias, hasta el embarazo masculino10. La tercera
etapa se ha desencadenado en tiempos recentísimos con la teoría del género; se intenta separar
la sexualidad corpórea de la identidad de género: se piensa que el sexo es un simple dato de
hecho, es un elemento corpóreo, mientras que la identidad de género sería el resultado de una
construcción psicosocial.
A primera vista parece que, no sólo la cultura corriente había vuelto la espalda a la
concepción que había inspirado el documento de la Humanae Vitae, sino que, después de la
publicación de este documento, también la ciencia y la biotecnología habían encaminado la
investigación hacia una nueva construcción (o desestructuración) de la sexualidad, de la
procreación y de la familia.
3-Continuidad y vitalidad de la Humanae Vitae en el Magisterio de la Iglesia
En los últimos diez años de pontificado que Pablo VI tenía todavía por vivir, después
de la publicación de la Humanae Vitae, muchas veces él hizo referencia a la decisión que
había tomado en sincera obediencia a la voluntad de Dios, y continuó exhortando al
episcopado y a los fieles a dar acogida al plan de Dios sobre el amor humano, en la
procreación y en la familia.
Tenemos un ejemplo de esto en el fragmento del discurso que pronunció algunas
semanas después de la publicación de la Encíclica, más precisamente el 22 de agosto de 1968,
en la inauguración del II Congreso del Episcopado latinoamericano que tuvo lugar en ocasión
de su primera visita a este continente para participar del Congreso Eucarístico de Bogotá.
Estas son las palabras que pronunció en aquellas circunstancias: “Hemos podido decir,
en nuestra reciente Encíclica, un discurso serio y bueno en defensa de la honestidad, del amor
y de la dignidad del matrimonio. La gran mayoría de la Iglesia lo recibió con beneplácito y
con una obediencia confiada, no sin comprender que la regla reafirmada por nosotros conlleva
un sentido moral riguroso y un valiente espíritu de sacrificio. Dios bendecirá esta digna
actitud cristiana [...] Es una educación ética y espiritual coherente y profunda; excluye el uso
de medios que profanan las relaciones conyugales y que tienden a resolver los grandes
problemas de la población mediante recursos demasiado fáciles; es, en el fondo, una apología
de la vida, que es don de Dios, gloria de la familia, fuerza del pueblo. Os exhortamos,
hermanos, a comprender bien la importancia de la delicada y difícil posición, que en
homenaje a la ley de Dios, hemos considerado que era nuestro deber reafirmar; os rogamos
queráis disponer toda la solicitud pastoral posible para que esta posición sea sostenida como
se debe por aquellos a quienes anima un verdadero sentido humano” 11.
La llegada al pontificado de Juan Pablo II, quien en el centro de la elaboración de la
"Gaudium et Spes", como arzobispo de Cracovia, en sus escritos, había aportado su
contribución específica sobre el tema de la familia y del amor humano, representó ciertamente
un momento de crucial y positiva importancia para la enseñanza de la Humanae Vitae y para
su desarrollo.
Ha sido subrayado por muchos teólogos y documentos oficiales del pontificado de
Juan Pablo II el hecho de que el centro de la enseñanza de Paulo VI haya sido asumido en
plenitud, y lo fue incluso en una completa visión antropológica, filosófica y teológica. El
núcleo que representa el corazón de la Humanae Vitae es definido a partir de “una visión
integral del hombre y de su vocación” 12 que reconoce su fuente en Dios Creador y en el
10 SGRECCIA E., Manuale di Bioetica, vol. I, ed. IV, Milano, Vita e Pensiero 2007, pp. 483-
760.
11 Artículo publicado en “L’Osservatore Romano”, 14 de agosto de 1998, edición en español.
12 H.V., n. 7
5
Sacramento de la Iglesia13; en esta óptica se reconocen “las características [del amor conyugal
], sus exigencias y sus atributos plenamente positivos: amor plenamente humano, total, fiel y
exclusivo, y fecundo”14. La responsabilidad de los esposos se define en relación con el
conocimiento de las “leyes biológicas que conciernen a la persona humana, en relación [...]
con el necesario dominio que la razón y la voluntad deben ejercer sobre los instintos y las
pasiones humanas; en relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y
sociales de la familia que deben hacer crecer y educar”, y sobre todo en relación con el orden
moral objetivo dado por el Creador, “en la intención creadora de Dios, expresada en la
naturaleza misma del matrimonio y de sus actos y manifestada en la enseñanza constante de la
Iglesia” 15.
La intención creadora de Dios, que se revela “en la naturaleza misma del matrimonio y
de sus actos”, se expresa en el punto central del amor humano, esto es “la conexión
inseparable entre los dos significados del acto conyugal que Dios ha querido y que el hombre
no puede romper por su iniciativa: el significado unitivo y el significado procreativo”,
inseparable conexión que se conserva en cada acto matrimonial16.
Precisamente en el contexto del pensamiento y de la obra pastoral del pontificado de
Juan Pablo II retoma fuerza y actualidad el mensaje de la Humanae Vitae, encuadrado en una
visión antropológica de la sexualidad, una visión que se lee en la dignidad de la persona
humana creada por Dios.
Este mensaje es retomado en primer lugar en la Exhortación Apostólica post sinodal
de 1981 Familiaris Consortio17 que, hasta hoy, constituye la base doctrinal para la
preparación de los novios al matrimonio y para la pastoral de la familia en general. Para la
defensa de esta pastoral y para su desarrollo, Juan Pablo II instituyó el Pontificio Consejo para
la Familia y el Pontificio Instituto para los estudios sobre Matrimonio y Familia en el mismo
año en que sufrió el atentado en la plaza San Pedro (13 de mayo de 1981).
El Pontificio Consejo para la Familia, con su obra de animación, con encuentros
mundiales y directivas, ha mantenido viva la enseñanza de la Humanae Vitae y ha sostenido
una confrontación abierta con las fuerzas activas del secularismo, especialmente durante los
Congresos mundiales sobre la población (ciudad de México 1984; Cairo 1994), y sobre la
mujer (1995).
Entre los documentos y las ayudas más directamente pastorales dispuestas por el
Pontificio Consejo para la Familia, debemos recordar, además de la guía para la Preparación
al Sacramento del Matrimonio, el documento Sexualidad humana: verdad y significado,
Orientaciones educativas en familia (8-12-1995)18, otras numerosas publicaciones, entre las
cuales la que celebraba el XXV aniversario de la Humanae Vitae19, y finalmente el Lexicon
para el esclarecimiento de los términos ambiguos sobre la familia, la vida y las cuestiones
13 Cfr. H.V., n. 8
14 Cfr. H.V., n. 9
15 H.V., n. 10
16 H.V., n. 11-12.
17 JUAN PABLO II, Esortazione Apostolica Familiaris Consortio (22-11-1981), in
“Enchiridion Vaticanum”, Bologna, Edizioni Dehoniane 1982, pp. 1453-1475.
18 PONTIFICIO CONSIGLIO PER LA FAMIGLIA, Sessualità umana: verità e significato.
Orientamenti educativi in famiglia, Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana 1995.
19 LÓPEZ TRUJILLO A.-SGRECCIA E., Humanae Vitae, servizio profetico, Roma, Edizione
AVE 1985.
éticas20; además el Pontificio Consejo ha sabido crear una activa animación cultural
intraeclesial.
Tampoco se debe olvidar el apoyo ofrecido a la difusión de los métodos para la
procreación responsable que representan una herencia recomendada por la H.V. y
constantemente valorizada por Juan Pablo II.
El Pontificio Instituto para los estudios sobre Matrimonio y Familia, levantado al lado
de la Pontificia Universidad Lateranense, como sede científica y universitaria, asume como
compromiso la investigación teológica -lo que da a entender su denominación-, sobre el tema
matrimonio y familia, haciendo propio el mensaje de la Humanae Vitae y enriqueciéndolo con
el aporte del Magisterio de Juan Pablo II, cuyo nombre lleva. Este Instituto con sus sesiones
esparcidas en los 5 continentes continúa transformando en la vida eclesial el núcleo del
mensaje de la Humanae Vitae, embelleciéndolo con una investigación teológica altamente
calificada y con una activa producción científica, que no podemos citar aquí ampliamente por
motivos de tiempo y de espacio21.
El núcleo central del mensaje y del Magisterio de la Humanae Vitae se encuadra en la
visión filosófica y teológica de Juan Pablo II, una visión construida en el diálogo circular e
inclusivo de la razón y de la fe, y se funda en la afirmación de la unidad ontológica y
dinámica de la persona, en la cual la corporeidad es considerada como epifanía y lenguaje del
Yo, por el cual el cuerpo es espiritualizado y el espíritu es percibido en la vida y en el
lenguaje del cuerpo22.
En las dos obras principales, previas al pontificado, Persona e atto23 y Amore e
responsabilità24, se encuentran las premisas de una visión dinámica de la persona que se
revela con toda su riqueza, como don de sí, en el matrimonio y en el amor virginal, donde se
manifiesta el llamado a la complementariedad y a la plenitud.
El amor humano se presenta como realización de la persona en una rica gama de
valores: la complacencia, la benevolencia, la reciprocidad, la amistad y la esponsalidad; una
dinámica personal siempre acechada por la fragilidad y la concupiscencia y por lo tanto
necesitada de la virtud y del sostén de la Gracia25. El mensaje de la H.V. se amplifica en la
20 PONTIFICIO CONSIGLIO PER LA FAMIGLIA, Lexicon termini ambigui e discussioni su
la famiglia, la vita e le questioni etiche, en diversas lenguas y ediciones.
21 Para tener una idea abarcadora del pensamiento de Juan Pablo II sobre la herencia de la
Humanae Vitae, se pueden consultar las publicaciones del Pontificio Instituto Juan Pablo II,
en particular la revista científica Anthropotes, publicación semestral a partir del año 1985 y la
colección del Area Internazionale di Ricerca in Teologia Morale (AIRTM) que se encarga de
la edición de los congresos anuales sobre temas de teología moral. Además, en 1988 fueron
publicadas las actas del Congreso internacional sobre el tema específico: “Humanae Vitae 20
años después”. Agreguemos que la doctrina de la Humanae Vitae, desde el año de fundación
del Instituto Juan Pablo II (1981) es objeto de un curso fundamental para la licenciatura
creado por el primer presidente del Instituto, el futuro Arzobispo de Bologna, Cardenal Carlo
Caffarra cuyo manual, “Etica generale della Sessualità”, traducido en numerosas lenguas,
expone precisamente la sustancia de la Encíclica de Paulo VI (Edizioni Ares, Milano 1992).
22 JUAN PABLO II, Uomo e donna lo creò, catechesi sull’amore umano, VIII Ed., Roma,
Città Nuova 2007.
23 JUAN PABLO II, Persona e atto, en “Karol Wojtyla, metafisica della persona, tutte le
opere e i saggi integrativi”, STYCZEN T. (al cuidado de), Milano, Bompiani 2003, pp. 781-
1494.
24 GIOVANNI PAOLO II, Amore e responsabilità, IDEM, con introducción de G.REALE,
pp. 451-772.
25 SEIFERT J., Essere e persona, Milano, Vita e Pensiero 1989.
7
visión de Juan Pablo II en un dinamismo plenamente humano y rico de resonancias positivas.
El personalismo que, justamente por su dinamismo oblativo, se define también como
personalismo ético26, es potenciado ulteriormente y enriquecido en la dimensión cristológica.
El personalismo cristológico de Juan Pablo II no pierde por efecto de la dinámica
teológica el espesor humano y el carácter concreto de la vida en la persona, sino que
representa, en la lógica de las Encíclicas Fides et Ratio27 y Veritatis Splendor28, el modo más
cumplido de captar la verdad integral del hombre y de su vocación. Esta visión está ya
presente en la Encíclica Redemptor Hominis29 y se enriquece continuamente hasta la
Evangelium Vitae30, que es la Encíclica que, en el Evangelio de la vida, en una visión de fe,
arroja la máxima luz sobre el valor de la vida humana, vista en la riqueza de la cristología,
donde el Amor se hace don total de sí a la Iglesia, Su Esposa.31
Como he recordando en un trabajo mío anterior32, la propuesta de una antropología
iluminada por la cristología se remonta al Concilio Vaticano II, y precisamente a la
Constitución pastoral Gaudium et Spes, donde se afirma en el n. 22: “En realidad, el misterio
del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer
hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo
Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el
hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” 33.
Ha sido el entonces Card. J. Ratzinger34 quien ha subrayado que este paso de la
Gaudium et Spes inauguraba en la Iglesia un nuevo tipo de teología enteramente
cristocéntrica que, partiendo de Cristo, busca hacer teología como cristología, volviéndose así
por primera vez completamente cristología porque, a través de Cristo, es capaz de incluir
también al hombre en el discurso de Dios, descubriendo la más profunda unidad de la
teología, hasta el punto de representar un valor orientativo para la actividad teológica en la
situación de hoy. También otros teólogos han subrayado el empleo del criterio cristológico,
usado por Juan Pablo II, para tratar el argumento de la dignidad y del obrar moral del hombre.
26 IDEM
27 JUAN PABLO II, Lettera Enciclica Fides et Ratio (14-09-1998) en “Enchiridion
Vaticanum”, vol. 17, Bologna, Ed. Dehoniane.
28 JUAN PABLO II, Lettera Enciclica Veritatis Spendor (06-08-1993), en “Enchiridion
Vaticanum”, vol. 13, Bologna, Ed. Dehoniane.
29 JUAN PABLO II, Lettera Enciclica Redemptor Hominis (04-03-1979), en “Enchiridion
Vaticanum”, vol. 6, Bologna, Ed. Dehoniane.
30 JUAN PABLO II, Lettera Enciclica Evangelium Vitae (25-03-1995), en “Enchiridion
Vaticanum”, vol. 14, Bologna, Ed. Devoniane 1997, pp. 1206-1445.
31EIJK W.J., Il Magistero di Giovanni Paolo II sul valore della vita umana, en “Giornata
Commemorativa del decennale di Fondazione della Pontificia Accademia per la Vita”, VIAL
CORREA J.-SGRECCIA E. (al cuidado de), Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana
2005; SGRECCIA E. L’insegnamento di Giovanni Paolo II sulla vita umana. La prospettiva
cristocentrica, en “Medicina e Morale”, 2007/5, pp. 885-905.
32 SGRECCIA E., Evangelium Vitae: un’antropologia del dono della vita en “Lo Splendore
della Vita: Vangelo, Scienza ed Etica. Prospettive della biotica a dieci anni da Evangelium
Vitae” en MELINA L.-SGRECCIA E.-KAMPOWSKI S. (al cuidado de), Città del Vaticano,
Libreria Editrice Vaticana, 2006, pp. 19-35.
33 CONCILIO VATICANO II, Costituzione pastorale “Gaudium et Spes”, n.22.
34 RATZINGER J., Kommentar Zurn. 1° Kapital in Lthk. Das Zweite Vatikanische konzil.
Bd., III Herder Freiburg am, 1968, p. 706; DEL POZO ABEJÓN G., Dio Creatore e Signore
della vita umana en “Commento Interdisciplinare alla Evangelium Vitae”, SGRECCIA E.-
LUCAS LUCAS R., Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana 1997, p. 318.
8
Valga esta cita de Mons. W.J. Eijk: “El Magisterio de Juan Pablo II introduce en la Encíclica
una novedad, expresándose sobre el valor de la vida humana desde un punto de vista
teológico-cristológico. ¿Por qué esta vuelta a una aproximación teológica? En primer lugar
hay un motivo fundamental: la Revelación de Dios, sobre todo en el misterio del Verbo
encarnado, “impronta de la divina sustancia” (Hebr 1,3; cfr. Gaudium et Spes, n. 22), implica
también revelación del hombre, que es en efecto imagen de Dios: ella proporciona, por lo
tanto, el conocimiento más profundo que el hombre puede tener de sí mismo35.
A propósito de la necesidad de un enriquecimiento teológico sobre el tema de la
familia, me complace citar una contribución reciente del Card. Ouellet.
En esta publicación el Card. Marc Ouellet subraya el aporte providencial del
Magisterio de Juan Pablo II para una presentación de la familia en el mundo secularizado que
está fuertemente enriquecida por la teología sacramental. Él escribe en la introducción de su
volumen Mistero e Sacramento dell’amore:
“Es completamente obvio citar hoy por doquier la urgente necesidad de una nueva
evangelización, pero raramente y con dificultad se descubre cómo es posible esta renovación,
con qué criterios, con qué objetivo y con qué instrumentos. La evolución tecnológica
extremadamente rápida, el fenómeno de la globalización y la acuciante secularización ponen
de ahora en más a la Iglesia ante desafíos decisivos que tocan su misión esencial al servicio
del mundo y, en ciertos contextos, su supervivencia misma. Cuanto más avanza la sociedad en
la secularización, tanto más el problema del hombre se vuelve un campo de batalla crucial
entre la fe y la cultura dominante. Se observan un estado de confusión y una desorientación
antropológica que se manifiestan entre otras cosas por medio de la pérdida del sentido de lo
sagrado y por la disminución del sentido comunitario, tanto familiar como social. En la Iglesia
esta crisis se traduce muy concretamente en una dramática flexión de la práctica sacramental.
Desafección, incomprensión y desculturización son términos que describen el estado de hecho
de un gran número de realidades que, dentro de una apariencia todavía cristiana, se alejan de
la práctica de los sacramentos, que es el criterio fundamental de la vitalidad eclesial. La
amplitud del problema salta a la vista y ya no admite conformarse con un reclamo moralista o
con una simple actualización del lenguaje tradicional de la Iglesia en materia sacramental.
Corresponde tener presente el cambio cultural que ha revestido a nuestra sociedad
secularizada y proponer una refundación de la doctrina que responda a los desafíos culturales
del momento presente en tono positivo y al mismo tiempo alentador, en una constante
fidelidad a la tradición eclesial renovada con el advenimiento del Concilio Vaticano II.
Juan Pablo II, de venerada memoria, afrontó este gran desafío apoyándose en la
orientación cristocéntrica del Concilio e indicando algunos elementos clave para la
renovación de la evangelización. Debemos mantener viva en primer lugar su fundamental
enseñanza sobre el matrimonio y la familia, que marcó la antropología adecuada para nuestra
época. Se debe continuar también su renovado centrar a la Iglesia en el misterio eucarístico,
fuente y culminación de su vida y de su misión evangelizadora. Partiendo nuevamente de
Cristo y enlazando en profundidad la Eucaristía y el matrimonio, aquí se sugiere ir más allá y
refundar teológicamente sobre esta base el orden sacramental entero. El objetivo inmediato es
trastocar el estado de vulnerabilidad de la familia, la institución más amenazada en nuestros
días, a través de un recurso fundamental a la evangelización. Se afirma una fuerte convicción
en estas páginas sobre el hecho de que la familia cristiana posee el potencial para convertirse
en la punta de diamante de la misión de la Iglesia”.36
También las dos primeras Encíclicas de Benedicto XVI, Deus caritas est (2005) y Spe
salvi (2007), que, como he recordado, parten de la misma óptica cristocéntrica establecida en el n.
35 EIJK W.J., Il Magistero di Giovanni Paolo II…, op.cit., pp. 81-82.
36 OUELLET M., Mistero e sacramento dell’amore, Siena, Cantagalli, 2007, pp.5-6.
9
XXII de la Gaudium et Spes, para dar una luz adecuada a los problemas del hombre, han
confirmado la misma perspectiva al revindicar un espacio de valoración positiva del Eros en
armonía con el Agape, en vista de aquella plenitud de amor que en el cristiano constituye la
riqueza del don de sí.37
En otro escrito, el Card. Ouellet individualiza la crisis de la ética familiar en la separación
de la ética -que se ha vuelto puramente racional- del ethos de la Gracia, y dice:
“En nuestros días, la posición de la familia y el valor de la ética conyugal son fuertemente
discutidos por las culturas secularizadas. Este debate depende del individualismo moderno, fruto
del racionalismo, que ha hecho perder el enraizamiento de la persona humana en el misterio de la
gracia. La crisis de la ética moderna, así como su fracaso, resulta de la separación entre fe y razón
que ha separado la ética, de ahí en más puramente racional, del ethos de la fe, privando así al
hombre de las fuentes de su propio obrar. Este fracaso de la ética moderna resulta de la sustitución
por un principio monologal (razón pura: ética autónoma) del principio dialogal de la fe cristiana.
Separada así del ethos de la gracia, la ética moderna estaba condenada a proponer un “ideal”
moral alto pero imposible de vivir ya que no proporciona los recursos para alcanzarlo. No podía
terminar de otra manera que en el rechazo global simbolizado por Nietzche y en la caída en el
relativismo actual. Hoy en día las normas puramente racionales ya no rigen. Ya no pueden
sostener el valor absoluto de la persona humana y promover el bien común de la sociedad. Las
legislaciones sobre el aborto y la eutanasia lo demuestran de modo evidente”38.
La ética de la Humanae Vitae recibe así la recuperación, el aporte y la inspiración de la
teología y de la espiritualidad, disponiendo una fuente fértil para la pastoral familiar,
Este abordaje no quiere ignorar la gravedad de las cuestiones planteadas a veces de
modo explosivo por el progreso de las ciencias y de la tecnología, no sólo por la continua
evolución de la sociedad y de la economía a nivel mundial, porque también estos problemas
tienen relevancia pastoral. Es por esto que Juan Pablo II instituyó la Pontificia Academia para
las Ciencias Sociales y la Pontificia Academia para la Vida.
La persona humana en su dignidad y en su unidad es cuestionada también por el
progreso de las ciencias biomédicas y por las presiones económicas contrastantes y
superabundantes a nivel mundial con un fuerte condicionamiento sobre la autonomía y la
responsabilidad de la familia misma en la capacidad y posibilidad de acoger y educar a los
hijos.
Por lo tanto también estas dimensiones culturales, representadas por la bioética, por la
sociología, por la economía y por la concepción de la relación entre el hombre y el ambiente
deberán ser tenidas en cuenta para hacer fecundo el mensaje central de la Humanae Vitae, un
mensaje que quiere ser “plenamente humano”.
4-Hacia una renovación de la pastoral para la familia con la familia
La propuesta que surge entonces sobre todo de las más recientes publicaciones,
principalmente de las de autores que convergen en torno al “Instituto Juan Pablo II”, como ya
he señalado citando al Card. Ouellet, profesor de este instituto, es insertar a la familia en los
valores evangélicos, en la teología sacramental, en el misterio trinitario y de la esponsalidad y,
aún más, hacer de la familia directamente el punto avanzado de la evangelización ante todo
para volver a dar arrojo evangélico a los creyentes, con frecuencia amedrentados y afligidos
por el estado de ánimo de la derrota y paralizados por las barreras de la secularización.
37 BENEDETTO XVI, Dio è carità, Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana 2006.
38 OUELLET M., Identità cristiana, Etica personale, Etica sociale, en “Anthropotes”, 15/2
(1999), p. 512.
Creo que esta propuesta, que pretende revivificar el mensaje de la Humanae Vitae,
será acogida, precisamente como el alma profunda del obrar pastoral y como el finalismo de
las iniciativas eclesiales para la familia y con la familia: se trata de custodiar el tesoro
evangélico por excelencia, el don de la comunión con el Cristo Esposo, con la comunión
trinitaria y con la Eucaristía en la cual Cristo celebra su donación y su unión esponsal con
toda la Iglesia y con la Iglesia doméstica.
Esto no debe sin embargo hacer olvidar –y no creo que sea esta la intención de los
teólogos recién mencionados- el apoyo que se debe ofrecer a la razón filosófica en la línea del
diálogo circular entre fe y razón, y entre ciencia y moral, diálogo en el cual la razón es sanada
e iluminada y no está nunca debilitada y apagada. Le fe busca la inteligencia y la inteligencia
busca la fe en su circularidad.
Aquellas filosofías que hoy están a favor del pensamiento débil, que niegan la
posibilidad de alcanzar lo verdadero y de definir el bien y, por lo tanto, generan escepticismo
y relativismo, deben ser tenidas en cuenta y deben ser confrontadas argumentando de manera
apropiada: el pensamiento filosófico de Juan Pablo II no nacía de la subvaloración de la
racionalidad, sino de una racionalidad abierta a Dios y a Cristo.
El pensamiento actual está penetrado de cultura científica, que está llena de estímulos,
invenciones y delirios y algunas veces dirigido hacia un nuevo super-humanismo: se debe
conocer esta realidad y saber redimensionarla críticamente.
El ecologismo actual, que tiene con frecuencia un alma panteísta y terrena y tiende a
hacer desaparecer el concepto de creación y de creaturalidad abrazando todo el universo en un
misticismo terrestre indiferenciado, debe ser objeto de crítica, precisamente para retomar el
llamado de respeto a lo creado. En otras palabras, para afrontar hoy la pastoral de la familia,
es necesaria, en una óptica de renovado conocimiento sapiencial de la teología, también una
sólida preparación sobre los temas antropológicos, sociales, bioéticos y de actualidad, por los
cuales los adultos y los jóvenes, que se preparan al matrimonio, y los cónyuges que se
encuentran viviendo en este tipo de sociedad, estén en condiciones de hacer una síntesis vital
y de percibir la respuesta a ofrecer a los interrogantes cotidianos, sobre todo cuando se trata
de actuar desde las elecciones en el interior de la familia, en los procesos educativos y en la
vida social en armonía con el plan de Dios.
Y será sobre todo la confirmación del testimonio de hecho de los jóvenes, de los
esposos, de los padres y de los educadores lo que podrá dar solidez a los requerimientos
magisteriales y a la acción pastoral, representando una providencial reserva que podrá
garantizar la continuidad del mensaje y su radicación, a pesar de la carencia numérica de
presbíteros y la problematicidad de las estructuras tradicionales de las parroquias.
La experiencia de los grupos de espiritualidad en el interior de los movimientos y de
las parroquias, el aporte de los Centros de Estudio sobre la Familia y el incremento del
estudio de la teología por parte de los laicos son signos de fecundidad y de esperanza para el
futuro.
+Mons. Elio Sgreccia
Presidente de la Pontificia Academia para la Vida