5 de Julio de 2014. Queridos hijos, Autor: Padre, Elcías Trujillo Nuñez. Diócesis de Garzón, Huila, Colombia.“El día que estemos viejos, tengan paciencia y compréndannos. Cuando derramemos comida sobre la ropa y olvidemos como atarnos los zapatos, tengan paciencia con nosotros sus padres. Recuerden las horas que pasamos enseñándoles a hacer las mismas cosas.
Cuando en las conversaciones repitamos las mismas palabras, no nos interrumpan y escúchennos. Cuando eran pequeños para que se durmieran, tuvimos que contarles muchas veces el mismo cuento hasta que cerraban los ojitos. Cuando en algún momento nos lleguemos a olvidar de qué estamos hablando, donen todo el tiempo que sea necesario hasta que recordemos, y si no podemos hacerlo no se impacienten; tal vez no era importante lo que hablabamos y lo único que queríamos era estar con Ustedes y que nos escucharan.
No nos reprochen por no querer bañarnos, no nos regañen por ello. Recuerden los mil pretextos que inventabamos para hacer más agradable su aseo. Cuando nos vean inútiles e ignorantes frente a todas las cosas tecnológicas como celular de alta gama, tablet, computador, etc que ya no podemos entender, les suplicamos que nos den todo el tiempo que sea necesario para no lastimarnos con su sonrisa burlona. Acuérdense que fuimnos nosotros quienes les enseñamos tantas cosas.
Si alguna vez ya no queremos comer, no nos insistan, comprendan que con el tiempo, ya no tenemos dientes para morder ni gusto para sentir. Cuando nuestras piernas fallen por estar cansadas prestennos su tierna mano para apoyarnos como lo hicimos cuando comenzaban a caminar con sus débiles piernitas.
Cuando nos escuchen decir que ya no queremos vivir y solo queremos morir, no se enfaden. Algún día entenderán que esto no tiene que ver con su cariño. Traten de comprender que ya no vivimos sino que sobrevivimos, y eso no es vivir. Siempre quisimos lo mejor para Ustedes los hijos y hemos preparado los caminos que han debido recorrer. Piensen entonces que con este paso que nos adelantamos a dar, estaremos construyendo para Ustedes hijos, otra ruta en otro tiempo, pero siempre juntos. No se sientan tristes, enojados o impotentes por vernos así, compréndan y apoyennos como lo hicimos cuando empezaban a vivir. De la misma manera como les hemos acompañado desde que eran niños, les rogamos que nos acompañen ahora dandonos amor y paciencia, y a cambio les devolveremos gratitud y sonrisas con el inmenso amor que profesamos por Ustedes nuestros hijos. Que Dios siempre los bendiga”.