19 April 2024
 

Fecha: la redacción última entre los años 90 y 100.

Destinatarios: cristianos de la comunidad de Juan evangelista.

Objetivo: Jesús se revela como hijo de Dios y salvador del mundo.

Autor: La tradición lo atribuye al apóstol Juan.

Lugar de composición: Efeso, ciudad de Asia Menor, o la región de Siria lindante con Palestina.

LO QUE ENSEÑA LA IGLESIA HOY

Autor: P. Francisco Baena | Fuente: Catholic)

Los evangelios fueron escritos por hombres que pertenecen al grupo de los primeros que tuvieron fe (Mc 1,1; Jn 21,24) y quisieron compartirla con otros. Habiendo conocido por la fe quién es Jesús, pudieron ver y hacer ver los rasgos de su Misterio durante la vida terrena. Desde los pañales de su natividad (Lc 2,7) hasta el vinagre de su pasión (Mt 27,48) y el sudario de su Resurrección (Jn 20,7), todo en la vida de Jesús es signo de su Misterio... Su humanidad aparece así como el Sacramento, es decir, el signo y el instrumento de su divinidad y de la salvación que trae consigo: lo que había de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiación y de su misión redentora.

(Nº 515 DEL CATECISMO).

La Tradición apostólica hizo discernir a la Iglesia qué escritos constituyen la lista de los Libros Santos (DV 8,3). Esta lista integral es llamada Canon de las Escrituras. Comprende para el Antiguo Testamento 46 escritos (45 si se cuentan Jr y Lm como uno solo), y 27 para el Nuevo Testamento.

(Nº 120 DEL CATECISMO).

La Palabra de Dios que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento (DV 17). Estos escritos nos ofrecen la verdad definitiva de la Revelación divina. Su objeto central es Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, sus obras, sus enseñanzas, su pasión y su glorificación, así como los comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo (DV 20).

(Nº 124 DEL CATECISMO).

Los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras por ser testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador (DV 18).

(Nº 125 DEL CATECISMO).

El Evangelio cuatriforme ocupa en la Iglesia un lugar único; de ello dan testimonio la veneración de que rodea la liturgia y el atractivo incomparable que ha ejercido en todo tiempo sobre los santos.   (Nº 127 DEL CATECISMO).

EL EVANGELIO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Autor: Miguel Ángel García Iglesias | Fuente: cristiandad.o)

                La visión de San Pablo, el papel de los Evangelios en la formación del Nuevo Testamento y el contexto en que fue escrito el santo Evangelio.

La palabra "evangelio” viene del griego euangelion (de la palabra euangelos = mensajero). De esta misma procede el verbo euangelizesthai = anunciar la buena noticia.

En la biblia hebrea se utiliza esta palabra como buena noticia y/o portador de buenas noticias (2 Sam. 4; 18, 19-20). La buena nueva consiste en que el reino de este Dios restaurará la paz y la prosperidad para su pueblo exiliado, para los pobres y los afligidos.

El judaísmo palestino supo prolongar estos hermosos textos de Isaías. Las figuras de “portador de buenas noticias”, de ungido o Siervo de Yahvé proporcionará a los primeros cristianos un vocabulario para presentar a Cristo anunciando la Buena Nueva.

Los setenta traducen generalmente el verbo hebreo basser por euangelizesthai, sin embargo Friedrich, dice que el texto de los Setenta relaciona este verbo con la palabra salvación.

San Pablo utiliza la palabra Evangelio

¿Qué es el evangelio para Pablo? Es algo esencial relacionado con su vocación pues Cristo lo ha enviado a "anunciar el evangelio” y que incluso habla de "mi evangelio” (Rom. 2, 16).

La primera carta a los tesalonicenses

Pablo la escribió hacia el año 50, cuando residía en Corinto. La primera mención de la palabra “evangelio” aparece en la acción de gracias que sigue al saludo. Para los Tesalonicenses, la eficacia del Evangelio se inscribe esencialmente en la forma en que Pablo se ha comportado con ellos al servicio del evangelio, de la palabra del Señor. La acogida del Evangelio se describe como un volverse a Dios y alejarse de los ídolos.

La primera carta a los Corintios

Pablo la evangelizó la ciudad de Corinto durante una estancia hacia los años 49-51. La comunidad es todavía joven y frágil cuando le envía su primera carta, hacia el 53. Sigue una segunda carta, perdida hoy, y luego otra hacia el 55, la que llamamos Segunda carta a los Corintios.

Cuando les escribe san Pablo los Corintios están divididos. Procedentes en su mayoría, de ambiente pagano, reproducen las normas éticas de ese ambiente y desconocen qué comportamientos son conformes o no con el Evangelio. Dudan de la resurrección de los muertos; debido al pensamiento griego que tienen muy arraigado les es muy difícil entender que el alma sea naturalmente inmortal, ante esto Pablo debe aclarar su Evangelio.

Pablo manifestó que el creer o no que Cristo resucitó tiene consecuencias reales para la vida del hombre: “Si Cristo no ha resucitado vuestra fe es vana, estáis aún en vuestros pecados”.

La Segunda Carta a los Corintios

Pablo tiene una personalidad fuerte, ese celo que lo caracterizo antes de su conversión lo sigue caracterizando. Tanto que reclama que él fue el primero en llegar a Corinto con el Evangelio de Cristo. Pone su orgullo en su propio trabajo, realizado con la gracia de Dios. Tan es así actitud de luchador, que comienza a tener conflictos con las personas que influyen en la comunidad y promueven otros tipos de comportamiento distintos de los de Pablo, que lo cuestionan al decirle por que el no siguió a Jesús durante su vida como los Apóstoles y que lo llevan a insistir en la idea de que solo hay un Evangelio y no dos.

                Estos adversarios parece ser ávidos de experiencia espiritual y de verdadero conocimiento. Tal es que promueven un conocimiento superior y distinto al de Pablo. Pues honran a un Cristo espiritual, olvidando al Cristo crucificado. Es imposible disociar el Espíritu del Señor Jesucristo, como están tentados de hacer los corintios (1 Cor. 12, 1-3).

La Carta a los Filipenses

Es una carta dirigida a la 1ra. Comunidad fundada por Pablo en Europa, durante su segundo viaje misionero. A lo largo de la carta insiste en la comunión fraterna, que es en realidad entre ellos desde que les llegó el Evangelio. La comunidad tiene problemas con relación a una mayor comunión, aun mayor entendimiento fraterno en la práctica.

La Carta a los Gálatas

                Esta carta que se dirige a la Iglesias de Galacia son comunidades que Pablo fundó, durante su segundo y tercer viaje.

Los gálatas son paganos de origen, no judíos a los que Pablo les anuncia el Evangelio sin obligarlos a circunsidarse y a practicar al Ley de Moisés (Pues Pablo les ha presentado un Evangelio incompleto –según ellos- la fe sin la ley). La fe en Jesucristo basta –dice Pablo-, es conciliar la fe en Jesús con la práctica de la ley de Moisés. En esta carta la noción de Evangelio se trata de una confrontación entres dos buenas noticias: la que promueven los judaizantes y la que promueve Pablo. Para él, los gálatas se han pasado a otro “Evangelio”, que es decir, a nada pues sólo hay un Evangelio, el de Cristo.

Toda esta carta es un intento de reconducirlos al único Evangelio que existe.

La Carta a los Romanos

                Esta es escrita en Corintio poco tiempos después de la carta a los Gálatas. Pablo, dirige su carta a cristianos de origen pagano en la que reflexiona los diferentes modelos de comunidades y de fe. En la que se planteara que se debe hacer con los creyentes que habían venido del judaísmo y del paganismo, la relación de ellos, etc.

                Él les insiste que así como él a sido llamado también ellos son llamados y forman parte de los "santos por vocación de Dios”. Y esta Buena Noticia es anunciada tanto al judío como al pagano y los invita a la fe. Manifestando que el hombre sólo alcanzará la salvación por la fe y no por el cumplimiento de la ley.

La Carta a los Colosenses y a los Efesios

Existe un problema en Colosas pues tienden a diluir la realidad de Cristo en ciertas “filosofías o estériles especulaciones fundadas en tradiciones humanas o en ponencias cósmicas, pero no en Cristo”. Además de que restablecen prácticas judaizantes.

Este anuncio a esta comunidad está ligado a la gracia de Dios y a la enseñanza transmitida por Epafras –quien evangelizó Colosas-. Quien entre otras cosas insiste en la eliminación de las diferencias entre los paganos y judíos por la reconciliación de todos en Cristo.

La carta a los Efesios desarrolla más ampliamente el tema. Mostrando así a los paganos sin Mesías, privados del derecho de la ciudadanía de Israel. Esta reconciliación se realiza por la cruz, que mata al odio.

Las Cartas Pastorales

En estas cartas no aparece el verbo evangelizar y el sustantivo se utiliza poco. Pablo hace mención a la Ley que fue hecha para los malvados y rebeldes, impíos, pecadores, sacrílegos y profanadores, etc. Mostrando también en una segunda parte el tema del sufrimiento y que esta ligado a la salvación por la gracia.

Las Cartas a los Hebreos y la Primera de Pedro

La carta a los Hebreos utiliza dos veces el verbo “ser evangelizado” = recibir una buena noticia. Y la 1ra. Carta de Pedro manifiesta que el mensaje transmitido a sido enviado desde el cielo y comunicado por el Espíritu Santo.

Utilización de la palabra "evangelio" en las Cartas de San Pablo

                La palabra “evangelio” es muy utilizado por san Pablo. Y curiosamente aparece más en los escritos de Pablo que en los evangelios.

                Pablo escribe cartas en primera persona y los evangelios son escritos en tercera persona. En los evangelios siempre aparece la persona de Jesús que dice o hace algo. Sin embargo podemos leer algunos capítulos de Pablo sin oír el nombre de Jesús. Existe un problema en donde algunos opinan que Pablo solo parte del Jesús celestial y no del Jesús de la historia. Se puede decir, que la diferencia radica que al promover el amor los evangelios utilizan una trama narrativa y que tienen a Jesús por héroe distinto de Pablo que utiliza el género epistolar y se apoya en la tradición que viene de Jesús.

Con géneros literarios diferentes, ni los evangelios ni Pablo desligan la celebración del Señor glorioso del recuerdo de la cruz. Esto produce la teología de la cruz en Pablo.