21 November 2024
 

DIOS SE COMUNICA CON EL HOMBRE 

(Fuente, conoce tu Fe, biblia y tradición)

                Dios quiere comunicarse con el hombre. Desde el principio de la creación, Dios quiso estar en contacto estrecho con el hombre. Él había creado todo para el hombre, para compartir con él su infinito amor por toda la eternidad.

Antes del pecado original, la comunicación era perfecta. El hombre convivía con Dios y hablaba cara a cara con Él. Dios podía manifestarle directamente su amor y sus planes de felicidad eterna.

No se necesitaba nada para la comunicación. Bastaban los cinco sentidos y la inteligencia del hombre para que él y Dios se entendieran a la perfección.

La comunicación se rompe

Con el pecado original, el hombre se apartó de Dios. Al desobedecer a Dios, al querer ser igual a Dios, el hombre rompió los cables, se desconectó de la red y dejó de contemplar a Dios cara a cara.

                A partir de ese momento todo le pareció confuso. Sus cinco sentidos y su inteligencia seguían funcionando, pero las imágenes llegaban distorsionadas por el pecado. Al contemplar la creación, podía adivinar la presencia de Dios, pero se volvió incapaz de conocer sus planes y su amor infinito.

Sin embargo, no todo estaba perdido. Dios quería seguir en comunicación con el hombre. Dios seguía amando al hombre y le dolía verlo desorientado, con un montón de dudas que era incapaz de resolver con su sola inteligencia. Dios contempló al hombre que, herido por el pecado, ya no sabía cuál era el sentido de la vida, de la muerte, del dolor. Dios contempló al hombre que se alejaba cada vez más de Él, buscando, por caminos erróneos, la felicidad infinita que deseaba y añoraba.

                Ante esta situación, Dios se preguntó: ¿Cómo comunicar al hombre todas las respuestas a sus interrogantes? ¿Cómo decirle que lo sigue amando? ¿Cómo decirle que quiere tenerlo eternamente junto a Él? ¿Cómo manifestarle el camino que debe seguir para saciar esa sed de felicidad y vida eterna que el hombre tiene en su interior?

                Dios quiso que el hombre fuera capaz de conocerle de nuevo, de amarle y de responderle. Entonces ideó un plan de salvación para que el hombre pudiera captar y entender su mensaje de amor.

El plan de salvación

La tarea de Dios no era nada fácil. Él mismo había dotado al hombre de libertad para que éste libremente lo amara. Y el hombre no mostraba ningún interés de volverse a “conectar a la red”, no abría el canal de comunicación, pues su “equipo receptor” estaba seriamente dañado por el pecado.

                Él quería transmitir al hombre un gran mensaje, pero el hombre no estaba preparado para recibirlo en su totalidad. Entonces, Dios eligió un sistema pedagógico para poder comunicarse con el hombre. Lo haría poco a poco, en etapas, para que el hombre pudiera entenderlo.

Las etapas de la Revelación

Después de la Creación, en donde la comunicación era perfecta, y después del pecado, que la rompió por completo, Dios se empezó a comunicar con el hombre de forma gradual, mediante obras y palabras.

La primera etapa de la Revelación la encontramos en la alianza con Noé.

                Cuenta la Biblia que de todo el género humano, el único justo y bueno era Noé. Era el único que quería estar en comunicación con Dios y, por tanto, el único con el que Dios podía establecer comunicación. A Noé, Dios le manifestó su amor por todos los hombres sin distinción de razas o naciones.

                La segunda etapa la encontramos en Abraham, a quien Dios le prometió que sería padre de una gran multitud de naciones. Abraham no llegó a comprender en su totalidad la trescendencia del mensaje, pero le respondió a Dios con confianza y siguió fielmente las indicaciones que Él le dio. Abraham no comprendió todo, pero su historia y el mensaje que Dios le dio se quedaron escritos, y así, posteriormente la Iglesia pudo interpretarlo y entenderlo.

La tercera etapa se encuentra en la elección del pueblo de Israel. Dios lo salvó de la esclavitud en Egipto, hizo con él la alianza en el Sinaí, le entregó sus leyes y se manifestó como el único Dios verdadero, Padre providente y bueno.

                A lo largo de la historia de Israel, Dios eligió a los profetas para transmitir su mensaje a los hombres y prepararlos para la plenitud de la Revelación. Los profetas ya hablaron de una redención radical, de una salvación universal.

                La última etapa de la Revelación es la venida de Jesucristo a la tierra. La plenitud de los tiempos había llegado, es decir, el hombre ya estaba preparado, ya tenía el necesario para recibir el mensaje de Dios. Dios mismo se hizo hombre para hablarnos directamente y nos reveló todo lo que tenía que decirnos.

                La Revelación quedó totalmente dicha con la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. El plan de Dios para el hombre quedó completamente revelado, pero no explicado en su totalidad.

                Dios no podía explicar todo, pues el hombre aún no estaba preparado para entenderlo, pero con la Revelación nos ha dejado los principios que se van interpretando y aplicando a las nuevas necesidades y a los nuevos interrogantes que surgen en el hombre en el transcurso de la historia.

Revelaciones particulares

                En la historia de la salvación, encontramos una serie de revelaciones especiales que Dios ha tenido con ciertos hombres y mujeres como Santa Margarita María de Alacoque, San Juan de la Cruz, San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola, entre otros.

Todas estas revelaciones, aprobadas y difundidas por la Iglesia, tienen algo en común: no aportan nada nuevo a la revelación dada por Jesucristo, no la mejoran ni la completan, sino que ayudan a comprenderla y vivirla en un momento determinado.

                Existen otras "pseudo-revelaciones" que algunos hombres dicen haber tenido en forma privada, y que pretenden corregir o superar lo anunciado por Jesucristo.

                Todas estas revelaciones son falsas. No existirá más revelación después de la venida de Cristo, y ningún ser humano podrá corregirla o superarla.

DIOS NOS HABLA EN LA BIBLIA COMO SU AUTOR

(Fuente. Conoce tu Fe, biblia y tradición)

¿De qué cosas y cómo nos habla Dios en la Biblia? Cómo se fue componiendo la Biblia.

Dios habla a través de la Sagrada Escritura, que es la respuesta efectiva y plena a todos los problemas y preocupaciones de la humanidad. Una vez más, Dios es la respuesta. La Iglesia que Él se ha dignado fundar mantiene fielmente esta oportunidad de salvación ofrecida por el Señor: la Iglesia católica.

1. Dios nos habla en la Escritura como autor principal de ella

La Biblia es la "Palabra de Dios". Es su pensamiento expresado a través de sonidos humanos. Es su estilo de hablar a la humanidad. Dios escogió un pueblo, el pueblo de Israel, en el cual, a través de una larga historia, fue manifestando sus designios de salvación, por medio de los acontecimientos y las obras que Él fue disponiendo. Pero no solamente Dios habla a un grupo a través de su palabra; habla también al individuo, nos habla a cada uno de nosotros, para comunicarnos su mensaje de amor, de vida y de salvación personal. El Señor que nos invita, nos llama, se acerca a nosotros porque quiere comunicarnos algo: una enseñanza, un consejo, una frase de aliento o un regaño cuando no sabemos comprender a su bondad. Pero siempre es la palabra del Padre que se preocupa por sus hijos porque busca su bien y su felicidad.

2. ¿De qué cosas nos habla Dios en la Biblia?

                Es muy difícil concretar la riqueza de su mensaje. Pero, en líneas generales abarca los siguientes temas:

a) Nos habla de sí mismo. En la Biblia, todas las páginas nos hablan de Dios. Pero no precisamente de un Dios lejano, estirado, juez, como pareciera a primera vista cuando leemos frases como: "Yo soy el que soy", "El Dios de poder", "El Señor de los ejércitos", etc., se trata de un Dios personal, vivo, cercano, providente, amoroso. Se trata, en una palabra de un Dios – Padre que se preocupa por nosotros y rige nuestros destinos en orden a nuestra felicidad temporal y eterna.

b) Nos habla del hombre, y nos dice que Él mismo lo creó formándolo "a imagen y semejanza suya". La palabra "imagen y semejanza" en hebreo significa, más que retrato, "reproducción". El hombre es imagen y semejanza de Dios porque participa, reproduciéndolas, de las bondades y cualidades divinas". "Lo has hecho – canta el salmo 8 –, poco menos que Dios, lo has coronado de gloria y honor, le diste el señorío sobre las obras de tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies". Todo eso es la esencia de la naturaleza humana. Claro que el hombre, a pesar de su grandeza y señorío, está revestido de carne débil; tiene inclinaciones que le invitan al pecado, al rebajamiento, al barro; y se rebaja, dando al traste con su grandeza. Entonces rompe las relaciones con Dios, se torna infiel a su amor. Pero el Señor no cesa de invitarle a que rehaga las relaciones perdidas. Ese es el drama humano a grandes rasgos que la Biblia nos muestra.