MENSAJE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA
SOBRE CUESTIONES DE TÉCNICA GENÉTICA Y BIOMEDICINA
El progresivo descubrimiento del código genético y los conocimientos cada vez más detallados de la estructura del genoma son un avance de los conocimientos científicos el cual de inmediato suscita un justificado asombro (1). A través de nuevos conocimientos en la técnica de los genes, especialmente de la genética humana y de la biomedicina, la vida humana es contemplada en una nueva luz. En la República Federal de Alemania el año 2001 está puesto bajo el lema “Año de las ciencias de la vida”. Todas las fuerzas sociales han sido invitadas en este año principalmente, a reflexionar sobre la peculiaridad y las repercusiones de estas ciencias. Entre las ciencias de la vida se cuentan entre otras las ciencias biológicas con las ciencias del agro y la bioinformática, la biomedicina y la farmacia.
Las ciencias de la vida despiertan muchas expectativas, esperanzas y temores. Estas ciencias ampliarán nuestro conocimiento sobre el hombre. Se esperan nuevas posibilidades de diagnosticar graves enfermedades, de curarlas de aliviar sus repercusiones. Los nuevos conocimientos exigen, sin embargo, el examen para ver si su aprovechamiento puede ser justificado éticamente. Es un hecho que hasta ahora las ciencias naturales y la técnica han perdido a los ojos de muchos hombres su brillo prometedor y su inocencia moral. La discusión actual se orienta a estas distintas experiencias; y en correspondencia se realiza con fuerza.
Nosotros los Obispos acogemos esta discusión porque las interpelaciones que nos alcanzan nos muestran que muchos hombres están muy inseguros y esperan orientación de parte de la fe cristiana. El concepto de ciencias de la vida, entendido de manera recta, abarca, ciertamente, ya no solo la investigación de las ciencias naturales en un sentido estricto, sino que se refiere también a las ricas contribuciones para la comprensión de la vida, por parte de la religión, la antropología, la ciencia de la cultura, la filosofía y la ética La fe y la teología así como las tradiciones éticas contienen puntos de vista dignos de atención para la actual discusión, pues en ellas se conservan un amplio conocimiento y una profunda experiencia de la vida sobre las relaciones con el mundo y su estructuración para el servicio de la vida, las cuales ofrecen a las ciencias de la vida claros criterios de juicio.
En este mensaje no podemos examinar todos los temas y problemas de las ciencias de la vida Sobre la interrupción del embarazo y sobre la ayuda para morir, ya nos hemos manifestado varias veces (2). La vida humana es sagrada y no está a disposición ni en su comienzo ni en su final. El aborto y la eutanasia serán en los próximos años objeto de controversia ética y política. Ahora querríamos, ante todo, poner a la vista aquellos problemas que tienen que ver con las técnicas de la reproducción, especialmente con la clonación y el desciframiento del genoma humano, y ofrecer ayudas de orientación ética para ello (3).
Nosotros contamos con que las posibilidades de las ciencias de la vida sacuden los valores fundamentales de nuestra sociedad. Es indispensable, por lo tanto, familiarizarse ampliamente con los nuevos conocimientos y sus repercusiones, pero también discutir y señalar los límites éticos que se hagan evidentes para su aprovechamiento. En el centro de ello está la cuestión: cómo pueden ser empleadas por medio de las ciencias de la vida las nuevas posibilidades abiertas para el bien integral del hombre y cómo se puede evitar eficazmente su abuso (4).
El que haya inseguridad y perplejidad en la apreciación y valoración de los conocimientos de las ciencias de la vida, depende de que en una sociedad plural los diferentes conceptos sobre el hombre chocan entre sí. Puesto que la pregunta sobre el hombre siempre es, también, una pregunta religiosa o sobre su visión del mundo, a fin de que nuestras posteriores reflexiones sean más comprensibles, querríamos presentar, al menos a grandes rasgos, nuestra manera de pensar acerca del hombre.
La visión bíblica del hombre
La Iglesia parte de que la creación bíblica y el mandato de la cultura: “Dominad la tierra” (Gn 1, 28), “cultivarla y guardarla” (Gn 2, 15), vale también para la valoración de las posibilidades actuales de intervención del hombre. La naturaleza no es intocable, ella puede y debe ser transformada por el hombre. De lo contrario, el hombre habría quedado completamente incapacitado para actuar delante de la naturaleza. Es una característica del hombre como ente cultural, que él configure la creación, la conforme con el uso de la razón y la aproveche responsablemente.
Según la fe judeo-cristiana, Dios creó al hombre a su imagen. La vida del hombre es, por lo tanto, más que un hecho biológico arbitrario. Y la vida del hombre es más que una cosa con la cual el hombre puede experimentar arbitrariamente. Porque Dios creó al hombre según su imagen, su vida es sagrada. La vida del hombre ha sido sustraída a la disponibilidad del hombre; porque todos los hombres están bajo la protección de Dios, ninguno tiene licencia de profanar la vida del otro.
Porque el hombre no es ningún producto de la casualidad, y porque tampoco él se hizo a sí mismo, no existe en absoluta autonomía. Como criatura finita no puede garantizarse a sí misma ni el sentido ni el valor de su vida. El vive dentro de límites dados de antemano, que él no puede traspasar. En la razón de ser el hombre imagen semejante a Dios, se fundamenta también su dignidad. Ella quiere decir que él, precedentemente a todos sus esfuerzos, a todas sus capacidades e incapacidades, es incondicionalmente amado y aceptado por Dios. La dignidad del hombre es, por eso, intangible y le viene a todos los hombres independientemente del aprecio de otros o de la autoestima, a los nacidos y no nacidos, a los sanos y a los enfermos, a los impedidos y a los moribundos. Nosotros los cristianos creemos que Dios garantiza el valor y la significatividad de tal ser viviente humano. Cuál valor y sentido tenga la vida, el hombre puede dejarlo decir sólo de parte de Dios y acogerlo como creyente. En Jesús comparte Dios mismo la suerte del hombre en la alegría y la esperanza, en el fracaso y el sufrimiento, hasta en la inevitabilidad de la cruz y de la muerte. Él está también aun en el hombre que ya no puede hacer nada, que no es apreciado, que a los ojos de los hombres fracasa, que está atado a la suerte de su enfermedad o de su impedimento, que muere. Puesto que Dios ha resucitado de la muerte a Jesús, se nos ha dado a nosotros los cristianos la conciencia de que Dios también a nosotros nos mantiene la fidelidad y no nos deja caídos en el dolor y en la muerte. La fe en la resurrección y la esperanza de la redención lanzan, por consiguiente, una nueva luz sobre el problema de la Biomedicina. La enfermedad y el impedimento, el sufrimiento y la muerte son, en todo dolor, no destino sin sentido, sino que pueden ser experimentados y acogidos como parte de nuestra vida (5).
La imagen bíblica del hombre y especialmente la dignidad humana forman el marco para el comportamiento humano. Aun argumentaciones no teológicas conducen al reconocimiento de que la dignidad humana le corresponde al hombre ya solo a causa de su ser de hombre y precede a toda regulación jurídica En este sentido, el principio de la dignidad humana, en el cual está anclada también la inviolabilidad de la existencia corporal del hombre, forma al mismo tiempo la base de nuestra Constitución democrática.
Se necesitan sin embargo ulteriores reflexiones a fin de determinar cómo hay que obrar en el caso concreto. Aquí se trata en primer lugar de la justificación de los fines: ¿lo que el hombre querría alcanzar hay que aprobarlo o no? Enseguida hay que examinar los medios: ¿el camino por el que el hombre quiere conseguir su objetivo es moralmente transitable? De alta significación es finalmente también la valoración de las consecuencias del manejo de las técnicas de actuación genética: ¿Qué provecho hay que esperar, qué daños hay que temer?
El proyecto Genoma humano
Desde el 26 de junio de 2000, el genoma humano se considera como descifrado. Sin embargo, esta piedra miliaria de la investigación es, ante todo, por de pronto, una construcción digital, un texto conformado por las letras A,G,C y T. Pasará todavía algún tiempo, hasta que los investigadores puedan también entender y trasladar lo leído, hasta que tengan reconocidas las correspondientes funciones como tales y sus interacciones.
El proyecto Genoma contribuye, además, a entender mejor el fenómeno de la vida y el desarrollo del individuo. Se esperan también más afinados diagnósticos, puesto que muchas enfermedades son influidas por factores genéticos. Ya actualmente se ofrecen en Alemania tests genéticos para más de cien enfermedades. Con su ayuda se pueden examinar no solo enfermedades existentes, sino también predisposiciones para enfermedades que, con una cierta verosimilitud, pueden repercutir hasta en el futuro.
En este contexto se debe ver que, para el momento actual, sólo poquísimas enfermedades hereditarias pueden ser curadas. ¿Cómo manejar el conocimiento de una enfermedad ante el hecho de que no se sabe con seguridad si ella sobrevendrá, o bien, de que para ella no hay todavía curación? Una situación tal puede ser insoportable. Por eso, la posibilidad de llegar a conocer algo más sobre su patrimonio hereditario tiene que permanecer como una oferta, y el individuo no puede ser obligado a emplear determinados tests. El “derecho a no saber”, como parte del derecho fundamental de la autodeterminación sobre la información, pertenece a los derechos de la personalidad garantizados constitucionalmente. A fin de poner en orden, de modo inteligente, el resultado de un test genético y para poder entenderlo en sus consecuencias se necesita, además de una circunstanciada consejería médica, una consejería orientada en valores, con urgencia antes y después del propio test, por medio de personal especializado.
Porque en asunto de información genética se trata de datos sobre la salud, que son muy personales, deben ser defendidos de las personas no autorizadas para el servicio. Aun cuando tales experiencias de tests genéticos básicamente no sean ilícitas, los problemas vinculados a ellas hay que aclararlos. Delante del peligro de que el hombre sea reducido a lo biológico, mantenemos que el hombre es más que la suma de sus genes. Una visión determinista que reduce al hombre sólo a su dotación genética desconoce, por ejemplo, el anclaje social, y la relación emocional, su libertad y su responsabilidad en la dirección de su vida (6).
El diagnóstico genético
Test genéticos hasta ahora encuentran aplicación sobre todo en el diagnóstico prenatal. Este se ofrece a mujeres embarazadas, en las cuales existe un determinado riesgo, a fin de verificar si el embrión que está creciendo en el seno materno, está afectado por una enfermedad o por un impedimento malformación. En la mayor parte de los casos se puede predecir el nacimiento de un niño sano y, en el sentido del test, sin problemas. En muchos casos se da la posibilidad de dar comienzo a una terapia ya antes o inmediatamente después del nacimiento. Pero con frecuencia, cuando se ha comprobado una enfermedad o una malformación, el embrión es abortado. Tal decisión desde el punto de vista ético es inadmisible. Es evidente que los padres de familia desean un niño sano, pero esto no debe conducir a que los niños enfermos sean rechazados o matados. Los padres deberían por eso considerar de antemano a qué conflictos puede conducirlos un diagnóstico prenatal. Estas cosas pueden ser consideradas en la consejería genética (7).
Una nueva forma de aplicación del diagnóstico genético es el diagnóstico preimplantatorio con él se examina acerca de la carga hereditaria de un embrión producido en un tubo de ensayo, cuya existencia como ser humano empieza con la mezcla de la célula ovular y la célula espermática Solamente cuando el resultado del test ha comprobado que el embrión está libre de defecto hereditario, es enseguida transferido a la matriz de la mujer. En caso de un defecto hereditario es destruido. En contraposición del diagnóstico prenatal, antes mencionado, el diagnóstico preimplantatorio es de una cualidad ética completamente distinta. Está, bajo todos los conceptos y desde el principio dirigido a una selección de la vida humana y, por lo tanto, es preciso desde el punto de vista ético, oponerse decididamente a él (8). Por consiguiente, este diagnóstico pre-implantatorio debe seguir siendo prohibido en Alemania también en el futuro.
Entonces, los tests genéticos a recién nacidos solo entonces deben ser valorados como convenientes cuando, por medio de ellos, graves enfermedades pueden llegar a ser conocidas, prevenidas y tratadas tempranamente. La reserva, o bien, la renuncia es aconsejada en el diagnóstico genético de aquellas enfermedades que no pueden ser tratadas.
Para el portador de posibles enfermedades hereditarias quedan cerradas,- por así decirlo-, bajo ciertas circunstancias, muchas oportunidades, por ejemplo, en la educación, en la búsqueda de trabajo, en la profesión o, incluso, en orden al matrimonio. Cuando de tales directrices básicas en vista de la propia conducción de la vida son tomadas de antemano por otros, la autonomía del niño está amenazada de una manera inconciliable con su dignidad humana. Por medio del saber genético impertinente, le es arrebatada la independencia delante de su futuro.
En el marco de investigaciones médicas acerca de su idoneidad, antes de cerrar un contrato de trabajo, a los empleados no les pueden ser exigidos ni les pueden ser aceptados ni de ninguna manera pueden ser utilizados test genéticos predictivos, es decir, que pronostican. Esto sirve para la protección de los empleados delante de la discriminación por causa d su disposición genética. De modo legítimo, un empleador en la selección de solicitantes, puede examinar el estado de salud, pero actual, para el puesto de trabajo previsto. Donde se presentan riesgos de salud en puestos específicos de trabajo, se debe mejorar la seguridad del puesto de trabajo, mas el solicitante no puede ser puesto a prueba sobre su futura resistencia ante los peligros.
De modo semejante hay que juzgar los análisis genéticos para la aceptación en un seguro de enfermo o en un seguro de vida. Aquí tampoco se pueden solicitar ni aceptar ni utilizar tests predictivos. El derecho de un particular a la asistencia por medio de la comunidad solidaria hay que apreciarla más alto que el derecho del dador de trabajo a la mayor trasparencia posible; esto vale también para personas con impedimentos genéticos.
Terapia genética
El acrecentamiento continuo de los conocimientos sobre los fundamentos genéticos de las enfermedades conduce a un nuevo concepto de la terapia: curar las enfermedades directamente en el lugar de su origen, -que son los genes defectuosos-, o por medio de la eliminación de la causa de la enfermedad, -de ningún modo dejar que primero se desencadene. Aquí hablamos de la terapia genética, en la cual se distingue entre terapia genética somática y la terapia de las células germinales.. La terapia genética somática se realiza en las células somáticas, un éxito curativo afecta solo a la persona tratada y no a sus descendientes. Como en las formas convencionales de terapia hay que experimentar si el método es seguro, si se conserva la proporcionalidad y el paciente, después de informarlo, da su consentimiento libremente.
Para excluir un defecto genético hereditario no solo en una persona afectada, sino también en todos sus descendientes, sería necesario que el gen fuera recuperado directamente en las células germinales, o sea en las células ovulares o en las células espermáticas o en el óvulo fecundado. Esta, así llamada (Keimbahntherapie) terapia de las células germinales (verbietet sich aus drei Gründen se prohíbe ante todo por tres motivos: en primer lugar, el método actual todavía no está completamente maduro, como para ser empleado en seres humanos; el riesgo es demasiado grande. En segundo lugar, para el ulterior desarrollo será necesaria (verbrauchende Embrionenfoschung) una investigación de los embriones que se vayan a utilizar. En tercer lugar, se enfrenta el peligro del mal empleo para producción de seres humanos. porque nadie puede hoy delimitar suficientemente el concepto de enfermedad, o bien imponer una tal delimitación.
Clonación
El objetivo de curar las enfermedades, que hasta ahora solo han podido ser aliviadas, se prosigue con la llamada “clonación terapéutica”. La expresión “terapéutica” es aquí indudablemente equívoca. En primer lugar, sin tener en cuenta que aún no se sabe, de ninguna manera, si alguna vez por este camino las enfermedades podrán ser curadas y, aunque lo fueran, el camino, por el que se quiere alcanzar este objetivo, no es éticamente defendible. Además, tienen que ser producidos embriones humanos por medio de clones. Estos sirven solo como material para la extracción de células madres. Adicionalmente, no se debe perder de vista que en la clonación terapéutica, la vida humana -la cual siempre es una vida personal y, al mismo tiempo afirmada por Dios (9)- es degradada a depósito de partes de repuesto. De igual manera, la utilización en medicina no puede justificar ningún procedimiento con el ser viviente del hombre que ponga en peligro la dignidad intangible de esta vida humana. Aquí hay que seguir la clara indicación de que las mencionadas finalidades médicas se dejan alcanzar por otros caminos; por ejemplo, por la obtención de células madres a partir del cuerpo de un ser humano adulto (células estaminales adultas).
De la clonación terapéutica hay que distinguir la llamada clonación reproductiva, o sea la completa producción de la copia genética de un ser humano ya existente (10).Esto se prohíbe, ante todo, por dos razones. En razón del proceso de la producción, al clon se le priva del que de otro modo es el normal concurso de genes maternos y paternos de genes maternos y paternos. Además de esto, el embrión es instrumentalizado. Éste no será producido por causa de sí mismo, sino con determinadas propósitos, como medio para un fin, por ejemplo, como copia de un ser humano especialmente digno de consideración, tal vez algún contemporáneo célebre o, al contrario, como depósito de piezas de repuesto, para donación de órganos. Con razón, este procedimiento es mundialmente proscrito. A las voces aisladas que desde hace poco tiempo se oponen a esta proscripción en la ciencia se las debe rebatir decididamente.
Medicinas
En la fabricación de medicinas la ingeniería genética cierra una brecha en cuanto que determinadas medicinas de ninguna manera pueden fabricarse por otra vía o solo con más elevados costos, con menor seguridad o menor pureza. En vista de la protección de la salud ofrecida éticamente, sería irresponsable renunciar a las nuevas posibilidades abiertas por la ingeniería genética para la fabricación de medicinas. La importancia de las demás sustancias medicinales no se reducirá por la fabricación de algunos productos de ingeniería genética. También aquellas sustancias tienen, tanto antes como después, su justificación en el tratamiento de enfermos.
Patentes de vida
Un problema especial de ingeniería genética es el relativo a la expedición de patentes. Las patentes son derechos de protección para inventos y productos. El que fabrica algo nuevo debe también obtener de ello provecho y ganancia. Por otra parte, es discutible si las clásicas leyes básicas de los derechos de patente, que en el siglo 19 fueron desarrolladas y están orientadas a la materia inanimada, también se puedan transferir al sector de la naturaleza viva. Órganos, tejidos, células y genes no son inventados por los hombres sino descubiertos en la creación. Nosotros partimos del principio que la vida como tal pertenece a todos y no puede ser patentada. Los seres vivientes y sus partes no son patentables, aun si ellos llevan consigo cambios biotécnicos. Son libremente patentables el conocimiento sobre las funciones de los seres vivos modificados de esa manera, así como los procesos con los cuales puede ser producido un ser viviente modificado.
El hombre debe tomar responsabilidad
El potencial de la ingeniería genética, de la cual se ha estado tratando aquí, induce a unos hacia una euforia de poderío, a otros a un completo rechazo. Una y otra actitud es falsa. Éticamente es válido apoyar rectos objetivos y métodos en la ingeniería genética; examinar las falsas determinaciones de su objetivo y no creer todo lo que ella promete ni hacer todo lo que ella hace posible. Se exigen sensibilidad y el desarrollo ulterior de la competencia moral. Ante todo es preciso respetar la dignidad del ser humano, los derechos fundamentales a la vida y a la integridad corporal, así como los derechos a la autodeterminación y los derechos de la personalidad, de esta manera se promueve el florecimiento de una cultura de la vida.
La relación del cristiano frente a las particulares zonas de empleo de la ingeniería genética puede en cada momento ser diferentemente definida como aprobación, vigilancia, perplejidad y oposición.
Saludamos la disposición de los políticos y políticas, científicos y científicas para poner en público a la discusión los temas tratados en este texto. Presupuesto para un éxito de esta discusión es sin duda también una apropiada información de los que toman parte en ella sobre el resultado y los límites de semejante proceso de discusión.
Nosotros advertimos al respecto, que creemos haber podido aclarar estas cuestiones con ayuda de la mayoría de las decisiones. La dignidad humana no es disponible; ella está situada con anterioridad al poder estatal y lo obliga (Artículo 1 de la Constitución). El valor de la vida humana desde su principio hasta su fin pertenece a aquellas cosas que han sido previamente sobre las cuales no se puede votar. Esto lo dice también nuestra Constitución (Artículos 79 y 19, 2 de la Constitución Alemana).
La reflexión sobre el ser humano mismo en un discurso social semejante no se debe presentar demasiado brevemente. Al respecto debe quedar claro, que los motivos económicos no son suficientes para ayudar a abrirse paso una determinada investigación éticamente no sostenible o una experiencia éticamente problemática. Detrás de numerosas investigaciones y desarrollos genéticos se esconden también a veces masivos intereses comerciales que pueden conducir a un aprovechamiento y utilización industrial del ser humano.
A los investigadores en este dominio se les intima la llamada a que no pierdan de vista la perspectiva del servicio a la humanidad. Pertenece a la responsabilidad del investigador el examinar, consciente de su responsabilidad, las perspectivas de éxito y los riesgos del tema de su investigación, someter las consecuencias a una cuidadosa valoración y dar cuenta concienzuda sobre su actividad.
Al Parlamento se le solicita que tenga en cuenta, por medio de leyes correspondientes, la complejidad, las dimensiones de riesgo, las consecuencias futuras y las implicaciones éticas de la ingeniería genética.
La fe cristiana nos preserva de las fantasías de la factibilidad y de la salvación maravillosa que se cuelgan a los conocimientos científicos y a las conquistas técnicas. Ella nos preserva también de la aceptación de fines moralmente arriesgados, así como de medios moralmente falsos. Fe y razón son, según la encíclica “Fides et Ratio” las “alas” de la sabiduría práctica (11). Lo que nosotros acogemos en la fe, está abierto a los motivos racionales. Lo que conforme a la razón moral es falso, nosotros en la fe tenemos que combatirlo, o lo que es bueno y recto aprobarlo. Todos los que en la Iglesia y en la sociedad tienen el encargo de una mejor comprensión de los problemas abordados, son invitados a acompañar con responsabilidad el progreso de las ciencias de la vida.
Augsburgo, 7 de marzo de 2001
Notas
1. Juan Pablo II, Discurso a los Miembros de la Academia Pontificia de Ciencias “Es preciso fijar las condiciones éticas de la investigación científica”. El 28 de octubre 1994, en: O.R. (E) (1994) n. 44 págs. 20-22., aquí: p. 20 (620).
El texto aludido es este: (Que agregamos en la traducción castellana):
“El descubrimiento progresivo del mapa genético y las precisiones cada vez más perfectas de la secuencia del genoma, investigaciones que requerirán aún muchos años, son un avance en los conocimientos científicos que suscita, ante todo, una admiración legítima, especialmente por lo que concierne a la reconstitución de la cadena del A D.N., base química de los genes y los cromosomas. Parece ya seguro el hecho de que, para todas las especies vivas, incluido el hombre, el ADN es el soporte de los caracteres hereditarios y de su transmisión a la descendencia. Sus múltiples consecuencias para el hombre, que aún no pueden establecerse totalmente, son prometedoras. En efecto, se puede considerar con razón que, en un futuro no muy lejano, la secuencia integral del genoma ofrecerá nuevos caminos para la investigación con finalidades terapéuticas. Así, los enfermos que no se podían curar de modo adecuado a causa de patologías hereditarias frecuentemente mortales, en adelante podrán beneficiarse de los tratamientos necesarios para mejorar su estado de salud y, posiblemente curarse. Al intervenir en los genes enfermos de la persona, se podrá prevenir también la manifestación de enfermedades genéticas y su transmisión”.
2. Cfr., por ejemplo, Dignidad Humana y Derechos Humanos desde el principio, 1996 (Die Deutsche Bischöfe 57); Morir con dignidad humana y morir cristianamente / Asistir a los enfermos más graves y a los moribundos / El Movimiento Hospitalario / Al el morir: rodeado de vida.
3. Cfr. Juan Pablo II: “El secreto de la paz verdadera reside en el respeto de los Derechos Humanos” «Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz 1° de Enero de 1999». Los más recientes desarrollos en el campo de la ingeniería genética traen consigo un peligro que suscita profundas preocupaciones. Cuando la investigación científica en este campo debe servir a la persona, debe estar acompañada en cada nivel de una despierta reflexión ética que se condense en normas legales correspondientes para la salvaguardia de la integridad de la vida humana. Jamás la vida puede ser degradada a objeto”.
4. Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción “Donum Vitae” sobre el respeto debido al ser humano desde el primer momento de su existencia y la dignidad de la procreación: respuestas a algunas cuestiones actuales, del 10 de marzo de 1987, introducción No. 3.
5. Cfr. Juan Pablo II Carta Apostólica “Salvifici doloris” sobre el sentido cristiano del dolor humano del 11 de febrero de 1984.
6. Cfr. Juan Pablo II el “Genoma humano”: La personalidad del hombre y la sociedad del futuro. (en O.R. E) “Los Descubrimientos en el campo de la genética no deben ir contra la dignidad de la persona humana” (Discurso del Santo Padre a la Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia para la vida en O.R.E 1998, n. 11 13 de marzo de 1998 pág. 8 (152)
7. Cfr. Juan Pablo II, Encíclica “Evangelium Vitae” Sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana del 25 de marzo de 1995
8. Cfr. Juan Pablo II Carta Apostólica “Novo Millennio Ineunte” del 6 de enero del 2001 n. 51: “El servicio al hombre nos obliga a proclamar oportuna e inoportunamente, que cuantos se valen desde nuevas potencialidades de la ciencia, especialmente en el terreno de las biotecnologías, nunca han de ignorar las exigencias fundamentales de la ética, apelando tal vez a una discutible solidaridad que acaba por discriminar entre vida y vida, con el desprecio de la dignidad propia de cada ser humano”.
9. Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción “Donum Vitae” sobre el respeto debido al ser humano desde el primer momento de su existencia y la dignidad de la procreación: respuestas a algunas cuestiones actuales, del 10 de marzo de 1987:
“El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción, y por eso, a partir de ese mismo momento, se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida”. Cfr. también Pontificia Academia pro vita, Declaración sobre la producción así como el empleo científico y terapéutico de células embrionales humanas, Vaticano 2000
10. Cfr. Academia Pontificia para la Vida, Reflexiones sobre la clonación. Autores: Profesor Juan de Dios Vial Correa y Obispo Elio Sgreccia O.R.E (1997) n.28, 11 de julio págs. 11-12 (359-360).
11. Cfr. Juan Pablo II, Encíclica Fides et Ratio del 14 de septiembre de 1998.
Traducción del alemán por el P. Hugo Fernández Mora
Director del Departamento de Doctrina
de la Conferencia Episcopal de Colombia.