16 April 2024
 

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Delegado: DIACONO ALBERTO ARCINIEGAS
Curia Arzobispal Calle 10 No. 2-58  Ibagué Colombia
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¿Qué es La Pastoral Social en Nuestra Arquidiócesis?

Es la evangelización de lo social

Es la dimensión social de la evangelización

Es la dimensión que se encarga de convertir en vida, el anuncio y la celebración de la Palabra

Es la dimensión de la misión de la Iglesia que contribuye a crear en la sociedad humana un orden más justo,

inspirado en la ley divina.

Es la contribución que la Iglesia da como Iglesia, a partir del Evangelio, a la construcción de una sociedad más humana y más fraterna.

Junto con las dimensiones profética y litúrgica forma parte de la misión única de la Iglesia: La Evangelización.

¿Cómo Entendemos Esta Pastoral? ¿Como Organismo o Institución?

Conjunto de recursos: humanos, técnicos y financieros debidamente dispuestos para atender a las necesidades sociales.

Es la organización sistemática de acciones tendientes para hacer del servicio, la herramienta fundamental de la Pastoral social; justamente se apoya en un trípode de servicio: Cristo servidor, la Iglesia servidora, el hombre servidor. Es el conjunto estructurado de actividades cuyo fin es que la Iglesia se haga operante en la sociedad, en las personas e instituciones para orientar y promover el desarrollo integral del hombre de acuerdo con los principios del Evangelio.

Objetivos:

  1. Fortalecimiento de los comités parroquiales de pastoral social “COPPAS”
  2. Impulso a la pastoral del adulto mayor
  3. Promoción de la Pastoral de la salud
  4. Fortalecimiento proyectos especiales: Banco de alimentos, hogar de paso.
  5. Apoyo a situaciones de emergencia

 


 


ORACIÓN POR LA PAZ. 

Conferencia episcopal de Colombia.

Padre, Tú eres un océano de paz y nos regalas por medio de tu Hijo Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo este don, y lo siembras en nuestro corazón por medio de la conversión y la reconciliación.

Tú nos confías la paz a nuestra responsabilidad, convirtiéndonos en artesanos de la paz, para construirla con “pasión, paciencia, experiencia y tesón”.

Tú quieres que nuestras familias sean escuelas de paz donde te escuchemos, acojamos y te sigamos mejor y, así germinen palabras y gestos de perdón, escucha, diálogo, ternura, amor y reconciliación. Que los niños y jóvenes se conviertan en protagonistas de un futuro de paz.

Acompáñanos en las responsabilidades que tenemos en nuestra vida social, política, económica, cultural y eclesial. Haz que difundamos el respeto por la vida, las personas y la creación; que seamos solidarios, fraternos, justos y trabajadores del bien común.

Acoge en tu casa a quienes murieron víctimas de la guerra fratricida, mueve el corazón de los actores violentos para que vuelvan a Ti y sean también ellos constructores comprometidos de la paz. Fortalece a las víctimas en su dignidad y otórgales valentía para ofrecer el perdón.

Que María Reina de la paz, nos ayude a desarmar el corazón, a vivir la justicia, el perdón, la reconciliación y la paz, para que nazca en Colombia la civilización del amor. Amén.    


LA DOCTRINA SOCIAL AL SERVICIO DE LA VERDAD

Autor:  Fray Nelson Medina. La Iglesia sigue interpelando a todos los pueblos y a todas las Naciones, porque sólo en el nombre de Cristo se da al hombre la salvación. La salvación que nos ha ganado el Señor Jesús, y por la que ha pagado un alto precio (cf. 1 Co 6,20; 1 P 1,18-19), se realiza en la vida nueva que los justos alcanzarán después de la muerte, pero atañe también a este mundo, en los ámbitos de la economía y del trabajo, de la técnica y de la comunicación, de la sociedad y de la política, de la comunidad internacional y de las relaciones entre las culturas y los pueblos: « Jesús vino a traer la salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres, abriéndoles a los admirables horizontes de la filiación divina ».[Juan Pablo II, Carta enc. Redemptoris missio, 11: AAS 83 (1991) 260.]

2 La Iglesia no se cansa de anunciar el Evangelio que dona salvación y libertad auténtica también en las cosas temporales, recordando la solemne recomendación dirigida por San Pablo a su discípulo Timoteo: « Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio » (2 Tm 4,2-5).

3 A los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sus compañeros de viaje, la Iglesia ofrece también su doctrina social. En efecto, cuando la Iglesia « cumple su misión de anunciar el Evangelio, enseña al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su vocación a la comunión de las personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz, conformes a la sabiduría divina ».[Catecismo de la Iglesia Católica, 2419] Esta doctrina tiene una profunda unidad, que brota de la Fe en una salvación integral, de la Esperanza en una justicia plena, de la Caridad que hace verdaderamente hermanos a todos los hombres en Cristo: es una expresión del amor de Dios por el mundo, que Él ha amado tanto « que dio a su Hijo único » (Jn 3,16). La ley nueva del amor abarca la humanidad entera y no conoce fronteras, porque el anuncio de la salvación en Cristo se extiende «hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8).

4 Descubriéndose amado por Dios, el hombre comprende la propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro en una red de relaciones cada vez más auténticamente humanas. Los hombres renovados por el amor de Dios son capaces de cambiar las reglas, la calidad de las relaciones y las estructuras sociales: son personas capaces de llevar paz donde hay conflictos, de construir y cultivar relaciones fraternas donde hay odio, de buscar la justicia donde domina la explotación del hombre por el hombre. Sólo el amor es capaz de transformar de modo radical las relaciones que los seres humanos tienen entre sí. Desde esta perspectiva, todo hombre de buena voluntad puede entrever los vastos horizontes de la justicia y del desarrollo humano en la verdad y en el bien.

5 El amor tiene por delante un vasto trabajo al que la Iglesia quiere contribuir también con su doctrina social, que concierne a todo el hombre y se dirige a todos los hombres. Existen muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto: « ¿Cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre; quién está condenado al analfabetismo; quién carece de la asistencia médica más elemental; quién no tiene techo donde cobijarse? El panorama de la pobreza puede extenderse indefinidamente, si a las antiguas añadimos las nuevas pobrezas, que afectan a menudo a ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sin sentido, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social… ¿Podemos quedar al margen ante las perspectivas de un desequilibrio ecológico, que hace inhabitables y enemigas del hombre vastas áreas del planeta? ¿O ante los problemas de la paz, amenazada a menudo con la pesadilla de guerras catastróficas? ¿O frente al vilipendio de los derechos humanos fundamentales de tantas personas, especialmente de los niños?». [Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 50-51: AAS 93 (2001) 303-304]

6 El amor cristiano impulsa a la denuncia, a la propuesta y al compromiso con proyección cultural y social, a una laboriosidad eficaz, que apremia a cuantos sienten en su corazón una sincera preocupación por la suerte del hombre a ofrecer su propia contribución. La humanidad comprende cada vez con mayor claridad que se halla ligada por un destino único que exige asumir la responsabilidad en común, inspirada por un humanismo integral y solidario: ve que esta unidad de destino con frecuencia está condicionada e incluso impuesta por la técnica o por la economía y percibe la necesidad de una mayor conciencia moral que oriente el camino común. Estupefactos ante las múltiples innovaciones tecnológicas, los hombres de nuestro tiempo desean ardientemente que el progreso esté orientado al verdadero bien de la humanidad de hoy y del mañana. 

La Doctrina Social, al servicio de la verdad plena del hombre

Este documento es un acto de servicio de la Iglesia a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a quienes ofrece el patrimonio de su doctrina social, según el estilo de diálogo con que Dios mismo, en su Hijo unigénito hecho hombre, « habla a los hombres como amigos (cf. Ex 33,11; Jn 15, 14-15), y trata con ellos (cf. Bar 3,38) ».[Concilio Vaticano II, Const. dogm. Dei Verbum, 2: AAS 58 (1966) 818] Inspirándose en la Constitución pastoral « Gaudium et spes », también este documento coloca como eje de toda la exposición al hombre « todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 3: AAS 58 (1966) 1026] En esta tarea, « no impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 3: AAS 58 (1966) 1027]


7 Principios de la Doctina Social de la Iglesia.

Christopher Kaczor  Jesús rescató a la mujer adúltera de la lapidación, comía con los publicanos y las prostitutas, habló a la mujer samaritana en el pozo, y sanó a los enfermos y los pecadores. Prometió a los castigos más severos para los que eran indiferentes a la suerte de los pobres:

"Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed y ustedes me dieron de beber, era forastero y no me disteis de bienvenida, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y en la cárcel, y no me visitaron ". Entonces ellos responderán diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo o enfermo prisión o en, y no te ayudamos?" Él les responderá: "En verdad os digo, que lo que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí." E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (Mateo 25:41-45)

Cristianos a través de los tiempos han tratado de tomar el ejemplo y las palabras de Jesús al corazón y vivir en los ambientes sociales muy diferentes de la antigua Palestina. La doctrina social católica es fruto de este esfuerzo.

Ciertas enseñanzas de la Iglesia Católica son muy claras y relativamente fácil de articular. Creemos en Dios. Creemos en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Creemos en siete sacramentos y la infalibilidad del Papa. La doctrina social católica, por otro lado, es difícil de resumir tan bien. Los católicos de buena voluntad, no están de acuerdo sobre el significado de la enseñanza social de la Iglesia y sobre todo acerca de cómo aplicarlo en una situación dada. Por otra parte, hay un desarrollo continuo de la doctrina en cuestiones sociales, como se ve en los escritos de los pontífices diversos, desde carta del Papa León XIII del pensamiento social católico Rerum Novarum , a través del Beato Papa Juan XXIII, Pacem in Terris y el Papa Juan Pablo II, Centesimus Annus , a la segunda parte del Papa Benedicto XVI en Deus Caritas Est . La doctrina social católica es compleja, vinculada con el cambio de las condiciones sociales y la profundización de la comprensión tanto de la obra de Dios en la historia y los principios éticos. Sin embargo, esta complejidad puede resumirse imperfecta en términos de siete principios fundamentales de la doctrina social católica.

I. Respeto a la Persona Humana

La fundación para el pensamiento social católico es la adecuada comprensión y el valor de la persona humana. En las palabras del Papa Juan Pablo II, el fundamento de la enseñanza social católica "es una visión correcta de la persona humana y de su valor único, ya que" el hombre ... es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma ». Dios ha impreso su imagen y semejanza (cf. Gn 1:26), confiriéndole una dignidad incomparable »( Centesimus Annus 11). En cierto sentido, todas las enseñanzas sociales católicas articular las implicaciones éticas de una adecuada comprensión de la dignidad de la persona.

El concepto de "derechos humanos" ha sido adoptado por los Papas para comunicar que cada ser humano, como hijo de Dios, tiene ciertas inmunidades frente a agresiones por parte de otros y méritos ciertos tipos de tratamiento. En particular, la Iglesia ha sido contundente en la defensa del derecho a la vida de cada ser humano inocente desde la concepción hasta la muerte natural. La oposición al aborto y la eutanasia constituye la base necesaria para el respeto de la dignidad humana en otras áreas tales como la educación, la pobreza y la inmigración.

Sobre la base de este derecho fundamental a la vida, los seres humanos también pueden disfrutar de los demás derechos. En esto, la Iglesia se une a un coro de las voces en la proclamación de la dignidad de la persona y de los derechos fundamentales del hombre. Sin embargo, este aparente consenso esconde desacuerdos muy serios sobre la naturaleza y el alcance de estos derechos. Uno de los más controvertidos de estas áreas en la cultura actual es la comprensión de la familia.

II. Promover la Familia

La persona humana no es simplemente un individuo, sino también es un miembro de una comunidad. Al no reconocer el aspecto de la comunidad lleva a un individualismo radical. Una comprensión completa de la persona considera los social.aspects del individuo. La consideración social en primer lugar, en orden de importancia, es la familia. Es la unidad básica de la sociedad, y es anterior a ella y, en cierto sentido supera a todas las demás sociedades de la comunidad. La doctrina social católica insiste en la importancia de la familia, en particular la importancia de fomentar los matrimonios estables, donde los niños son bien recibidos y educados.

La red social más amplio juega un papel importante en la promoción de la familia. En particular, la Iglesia ha hablado de un "salario familiar", donde un cabeza de familia pueda soportar adecuadamente el cónyuge y los hijos. Las condiciones sociales o bien contribuir a la estabilización o la desestabilización de las estructuras familiares. Las condiciones sociales que desestabilizan incluyen las horas de trabajo obligatorias y largo plazo irrazonable, un tóxico "cultura social" que denigra a la fidelidad, la disolución legal de la definición del matrimonio entre un hombre y una mujer, y los impuestos excesivos.

III. Proteger los derechos de propiedad

La enseñanza social católica de León XIII Rerum Novarum (1891) a través de Juan Pablo II, Centesimus Annus (1991) ha defendido el derecho a la propiedad privada en contra de la afirmación de que el Estado debe poseer todas las cosas. Incluso mucho antes, Santo Tomás de Aquino-cuyos escritos son de vital importancia en la comprensión de los fundamentos de la doctrina social católica, dio tres razones por las que la propiedad privada es esencial para el florecimiento humano:

En primer lugar, porque cada hombre es más cuidadoso para adquirir lo que es para sí mismo que aquello que es común a muchos oa todos: ya que cada uno eludir el trabajo, y dar a otro lo que se refiere a la comunidad, como ocurre cuando hay un gran número de los funcionarios. En segundo lugar, porque los asuntos humanos se llevan a cabo de una manera más ordenada si cada hombre se encarga de cuidar de sí mismo alguna cosa en particular, mientras que no habría confusión si todo el mundo tenía que cuidar de una sola cosa indeterminada. En tercer lugar, porque un estado más pacífico se asegura al hombre si cada uno está contento con la suya. Por lo tanto, se ha de observar que surgen con mayor frecuencia peleas donde no hay división de las cosas que poseen. ( Summa Theologiae II.II.66.2)

Además de estas razones, la propiedad privada contribuye a facilitar la libertad humana. La capacidad de una persona para actuar libremente se ve muy obstaculizada si no se le permite poseer nada. De hecho, sin posesiones de ningún tipo, una persona puede ser reducida a una especie de esclavitud en que el trabajo no es recompensado y hablar en contra del ejercicio de la autoridad estatal se toma un riesgo enorme.

El derecho a la propiedad privada, sin embargo, no es incondicional. ¿Puede una persona tener lo que es legalmente la propiedad de otro con el fin de asegurar la supervivencia? Esta cuestión fue planteada en forma dramática en Los Miserables . ¿Tiene Jean Valjean, que roba pan para alimentar a su familia hambrienta, merecen ser castigados? Respuesta de Santo Tomás es no. En los casos en que no hay otra manera de asegurar las necesidades básicas para la supervivencia humana, tomándolos de los que tienen en abundancia no es ilícito porque estas necesidades básicas son legítimamente suyo como seres humanos.

Sin duda, Thomas habla de casos de "necesidad", no los casos de "quiero". La cuestión aquí son las situaciones de hambruna o catástrofe, en las vidas de las personas están en riesgo por falta de necesidades básicas como alimentación, vivienda o ropa. Estas necesidades no incluyen DVDs, CDs, o televisores, no importa cuán grande sea el deseo de ellos. Por otra parte, dicha reasignación debe ser un último recurso. Uno no puede tener necesidades básicas, si estas necesidades podrían ofrecerse a través de su propio trabajo o por medio de la asistencia voluntaria de los demás, ya sean organismos gubernamentales o instituciones benéficas privadas.

La doctrina social católica también toma nota de que la propiedad privada puede convertirse en una especie de ídolo, llevando a las personas a evaluar la meta y el sentido de la vida humana simplemente en términos de dólares y centavos. El derecho a la propiedad privada también conlleva responsabilidades, en particular, la responsabilidad de cuidar y promover el bien común.


IV. Trabajar por el bien común

El Papa Juan XXIII se define el bien común como "el conjunto de aquellas condiciones sociales que permiten a las personas, ya sea como grupo o como individuos, a sus miembros el logro más pleno y más fácil" ( Pacem in Terris 55). Este bien es común porque sólo juntos como una comunidad, y no sólo como individuos aislados, es posible disfrutar, obtener y difundir este bien. Todas las personas tienen la obligación de trabajar para que el bien común sea una realidad cada vez mayor.

A veces, el bien común es mal interpretado para significar simplemente los deseos o intereses comunes de la multitud. Pero el bien común, como el Papa Juan Pablo II señaló que "no es más que la suma de los intereses particulares, sino que implica su valoración y armonización de los intereses sobre la base de una equilibrada jerarquía de valores, en última instancia, según una exacta comprensión de la dignidad y los derechos de la persona "( Centesimus Annus 47). El bien común, en otras palabras, no es simplemente lo que la gente quiere pasar, pero lo que sería auténticamente bueno para la gente, las condiciones sociales que permiten el florecimiento humano.

Florecimiento humano es multifacético porque el ser humano como tal tiene muchas dimensiones. Realización humana incluye una dimensión física de la salud y el bienestar psicológico. Si un país no cuenta con suficiente agua potable, alimentos nutritivos, y un ambiente relativamente libre de toxinas, los seres humanos no serán capaces de alcanzar todo su potencial. Por otra parte, el florecimiento humano tiene una dimensión intelectual que puede ser ayudado u obstaculizado por las oportunidades de educación o la falta del mismo. Por último, cada uno de nosotros tiene una dimensión ética o moral que se verá frustrado sin la evitación del vicio y el cultivo de la virtud. El bien común abarca todos estos elementos, la pérdida de cualquiera de los cuales puede obstaculizar nuestra búsqueda de plenitud.

Sin embargo, el bien común, por importante que sea, no es el mayor bien. El cumplimiento final de todo ser humano se puede encontrar sólo en Dios, sino el bien común ayuda a los grupos e individuos para alcanzar este bien supremo. Por lo tanto, si las condiciones sociales son tales que la gente se inhiben o disuadido de ser capaz de amar a Dios y al prójimo, el bien común no ha sido realizada.

La participación y la solidaridad son otros dos principios fundamentales del pensamiento social católico. La participación se define por el reciente Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, como cuando cada

[C] itizen, ya sea en forma individual o en asociación con otros, ya sea directamente o mediante representación, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber que cumplir conscientemente por todos, con responsabilidad y con miras al bien común. (189)

La solidaridad, un tema frecuente sobre todo en los escritos del Papa Juan Pablo II, es más que un

[F] Eeling de vaga compasión o de superficial enternecimiento por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Por el contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común. Es decir para el bien de todos y de cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos. ( Sollicitudo Rei Socialis 38)

V. respetar el principio de subsidiariedad

Algunos pensadores cristianos conciben el estado o el gobierno está estableciendo simplemente para reprimir los malos deseos y gente mala. En el pensamiento católico, el gobierno también tiene un papel más positivo, es decir, para ayudar a los buen seguro común. El Papa Juan Pablo II puso el punto como sigue:

Es tarea del Estado para proveer a la defensa y preservación de los bienes comunes, tales como los ambientes naturales y humanos, que no pueden ser protegidos por los simples mecanismos de mercado. Al igual que en la época del viejo capitalismo el Estado tenía el deber de defender los derechos fundamentales de los trabajadores, por lo que ahora, con el nuevo capitalismo, el Estado y la sociedad tienen el deber de defender los bienes colectivos que, entre otros, constituyen la marco esencial para el ejercicio legítimo de los objetivos personales por parte de cada individuo. ( Centesimus Annus 40)

El gobierno tiene muchas funciones necesarias e indispensables para jugar, las funciones que no pueden ser realizadas por individuos que actúan solos o incluso por pequeños grupos en la sociedad. Sin embargo, los estados y los gobiernos suelen sobrepasar su papel legítimo y atentan contra los individuos y grupos en la sociedad a fin de dominar y no a su servicio. Para combatir esta tendencia, el pensamiento social católico insiste en el principio de subsidiariedad. Los no católicos también han descubierto este principio. Abraham Lincoln escribió: "El objeto legítimo del gobierno es hacer por una comunidad de personas que necesitan cualquier cosa que se haga, pero no puede hacerlo en absoluto o no se puede hacer tan bien, por sí mismos, en sus capacidades separadas e individuales." Gobierno debe ser tan pequeña como sea posible, pero tan grande como sea necesario para lograr lo que se debe lograr que no se puede lograr de otra manera. La defensa nacional, la cooperación interestatal, y los tratados con otras naciones son ejemplos obvios de los asuntos propiamente emprendidas por el gobierno federal. La administración del sistema de justicia criminal es otro ejemplo de una cuestión que propiamente pertenece al gobierno. Por otro lado, el gobierno no debe intervenir para tratar de aliviar todos los problemas. Un bienestar o "niñera" del Estado, ofreciendo la cuna a la tumba de seguridad y tratar de satisfacer todas las necesidades humanas, se expande el estado más allá de su ámbito propio y viola el principio de subsidiariedad. El Papa Juan Pablo II explicó:

Fallos y defectos en el estado de asistencia social [o del Estado de bienestar] son el resultado de una inadecuada comprensión de los deberes propios del Estado. También en este caso el principio de subsidiariedad debe ser respetado: Una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándole de sus competencias, sino que más bien debe sostenerle en caso de necesidad y ayudarle a coordinar su acción con la del resto de la sociedad, siempre con vistas al bien común. ( Centesimus Annus 48)

Esta extralimitación por parte del Estado lleva a situaciones que son ineficaces y perjudiciales para el bienestar humano:

Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos, dominados por lógicas burocráticas que por la preocupación de servir a sus clientes, y que se acompaña por un enorme aumento en el gasto. De hecho, parece que conoce mejor las necesidades y satisfechos por las personas que están más cerca de ellos y que actúan como vecinos a los necesitados. ( Centesimus Annus 48)

¿Cuándo debe el Estado intervenir y cuándo debe abstenerse autoridad gubernamental? Estas preguntas son difíciles de responder fuera de la situación concreta, ya que dependen de juicios prudenciales sobre situaciones particulares. Las personas de buena voluntad, incluyendo a los católicos que están tratando de poner en práctica la doctrina social católica, legítimamente pueden estar en desacuerdo acerca de si una determinada pieza de legislación o intervención gubernamental se justifica para aliviar un problema social. Muchas cuestiones sociales, tales como, "Si esto prestación social se ofrece a las personas en esta situación particular?" no admiten una respuesta que sería vinculante para todos los católicos. Sin embargo, todos los católicos están obligados a trabajar para encontrar soluciones a los problemas sociales contemporáneos a la luz del Evangelio y su mejor sabiduría práctica.

VI. Respeto el trabajo y el trabajador

Según el Génesis, Dios no sólo crea al hombre, sino que pone a trabajar nombrar a los animales y el cuidado del jardín. Obviamente, esta tarea no fue dada a Adán porque Dios estaba demasiado cansada para terminar el trabajo. Por el contrario, el trabajo humano participa y refleja creativo cuidado providencial de Dios y del universo. Incluso antes de la caída, el hombre ha sido creado para cultivar y mantener el huerto de Edén, para imitar la obra de Dios en la creación a través del trabajo humano. Tras la caída, el trabajo se convierte a veces una tarea laboriosa, pero el trabajo sigue siendo parte de la vocación del hombre a Dios. Cualquier trabajo honesto puede santificarse, se ofreció a Dios y santificado por las intenciones del trabajador y de la excelencia del trabajo realizado.

Además, los trabajadores no son meras drones, los medios para la producción de capital para los propietarios, sino que debe ser respetado y concedida la oportunidad de formar sindicatos para proteger colectivamente una justa indemnización. En el pensamiento católico, el derecho de asociación es un derecho natural del ser humano, por consiguiente, anterior a su incorporación a la sociedad política. En efecto, la formación de sindicatos "no puede ... ser prohibida por el Estado", ya que, como Papa señala Juan Pablo II, "el Estado está obligado a proteger los derechos naturales, no para destruirlos, y si prohíbe a sus ciudadanos a formar asociaciones que, contradice el principio mismo de su propia existencia "( Centesimus Annus 7). La Iglesia jugó un papel decisivo en ayudar a los sindicatos de trabajadores de forma de combatir los excesos de la industrialización.

VII. Seguid la paz y Atención a la Población más Pobre

La paz es algo más que la ausencia de conflictos violentos. La paz es la "tranquilidad del orden", en frase de San Agustín. La guerra entre naciones puede ser necesario a veces, pero únicamente con el fin de restablecer la paz. La Iglesia Católica de al menos el tiempo de Agustín ha respaldado "sólo teoría de la guerra". El pacifismo rechaza de plano hacer la guerra como moralmente malo para una variedad de razones, algunas secular (la violencia engendra violencia) y algunos religiosos (Jesús actuó de manera no violenta). El realismo, en el contexto de la ética de la guerra, sostiene que la guerra no tiene reglas de ningún tipo, aparte quizás de la supervivencia del más apto. Así teoría de la guerra es un medio entre el pacifismo y el realismo, una media que ha sido adoptado explícitamente e hizo un llamamiento a la mayoría de los gobiernos contemporáneos. Como se expresa en el Catecismo de la Iglesia Católica , los criterios de la guerra justa que incluyen:

[E] l daño causado por el agresor a la nación oa la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto, todos los demás medios para poner fin a lo que han demostrado ser impracticables o ineficaces, tiene que haber condiciones serias de éxito , el uso de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción prudencia extrema en la apreciación de esta condición. Estos son los elementos tradicionales enumerados en la llamada "guerra justa" la doctrina. La apreciación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de quienes tienen la responsabilidad por el bien común. (CCC 2309)

Los debates recientes se han ocupado de la cuestión de si un "ataque preventivo", una guerra iniciada en el fin de prevenir el ataque, podría justificarse de acuerdo con la enseñanza tradicional de la guerra justa. Otras discusiones cuestión, dada la tecnología actual, ya sea una guerra justa es posible.

Estas preguntas no obstante, el hecho es que la paz implica un orden justo en la sociedad. Esta orden justo de la sociedad también incluye la solicitud por los pobres. No sólo los efectos directos o indirectos de las acciones individuales, pero también prudentes políticas sociales son necesarias para un orden justo en la sociedad, las políticas sociales que se deben tener en cuenta el posible efecto en los pobres.

Como se ha señalado, la enseñanza social católica no trata exactamente cómo se debe hacer en todas las sociedades. Puede ser que la acción agresiva social a través de la intervención de la política gubernamental es necesaria. Puede ser que las iniciativas privadas y voluntarias de los grupos religiosos (tales como San Vicente de Paul) y grupos seculares (como el United Way) debe llevarse a cabo. Puede ser que las empresas deben estar legalmente obligadas o voluntariamente adoptar políticas que ayuden a los pobres. Puede ser que las familias y los particulares deben asumir la responsabilidad. Lo más probable es una combinación de iniciativas gubernamentales, sociales y religiosas, y el individuo son necesarios. ¿Qué es exactamente ayudará a los pobres (y la sociedad en general) no siempre será evidente en cada situación, pero todo católico tiene la obligación de pensar en serio y actuar deliberadamente para ayudar a los que sufren a su alrededor y en todo el mundo.

Estos siete principios de respeto a la persona humana, la promoción de la familia, el derecho individual a la propiedad, la común, la subsidiariedad buena, la dignidad del trabajo y los trabajadores, y la búsqueda de la paz y el cuidado de los pobres, se resumen algunos de los aspectos esenciales de la enseñanza social católica de León XIII a través de Benedicto XVI. Sin embargo, en el corazón de la enseñanza social católica es algo simple y noble: un esfuerzo para que las acciones y las palabras de Jesús de verdad de nuevo hoy para transformar y elevar la vida social de todas las personas a la luz del Evangelio.

Criado en Seattle, Christopher Kaczor graduó en el Programa de Honores de la Universidad de Boston (1992) y tiene un MMS (1994) y un doctorado (1996) por la Universidad de Notre Dame. Lo hizo trabajo post-doctoral en Alemania en la Universität zu Köln como Alexander von Humboldt Foundation, Canciller Federal Fellow en el período 1996-1997 y regresó con una beca Fulbright en 2002-2003. Ha publicado ocho libros, entre ellos, La ética del Aborto, O Rare Ralph McInerny: historias y reflexiones sobre un legendario profesor de Notre Dame, Tomás de Aquino sobre las virtudes cardinales; temas de la vida-Medical opciones; Tomás de Aquino en la fe, esperanza y amor; The Edge of Life: Dignidad humana y bioética contemporánea, cómo mantenerse católica en la universidad, y proporcionalismo y la tradición del derecho natural . Kaczor ha sido entrevistado en cuestiones de ética, la filosofía y la religión de los periódicos y estaciones de radio en todo el país, así como en la televisión de EWTN, ABC, NBC, Fox, CBS, MSNBC y The Today Show . Vive con su esposa y sus siete hijos en Los A

Fuente: Caritas.org: La Pastoral Social es una actitud de servicio concretada en acciones diversas por la cual, la Iglesia se hace presente en la sociedad, en sus integrantes y en sus estructuras para orientar y promover el desarrollo integral del hombre de acuerdo a los principios evangélicos.

Los fines de la Pastoral Social son dos:

 Trabajar para lograr la liberación integral del hombre (del pecado personal y social por la comunión con Dios y con los demás) y una mayor solidaridad, fraternidad y justicia.

 Transformar la sociedad y construir la tan ansiada civilización del amor.

Las metas de la Pastoral Social son principalmente tres:

 La formación: consiste en preparar a los agentes pastorales en las enseñanzas sociales de la Iglesia; educando integralmente a la persona en los valores cristianos

 El desarrollo consiste en ejecutar acciones que ayuden al hombre y a la sociedad a lograr el progreso material y espiritual; logrando que cada hombre aprenda a valerse por sí mismo y llegue a ser protagonista de su propio destino. “Es el paso de condiciones de vida menos humana a más humanas” (Pablo VI).

 La asistencia, que es la primera exigencia de la caridad, es la ayuda inmediata, en forma material, con actitud de misericordia.

Las dimensiones de la Pastoral

La acción pastoral de la Iglesia se desarrolla en tres dimensiones:

Profética: conocimiento, difusión y profundización del mensaje de Cristo.

Litúrgica: celebración del misterio de Cristo en los sacramentos.

Caritativa: testimonio de amor y de servicio preferentemente a los más necesitados.

Cada comunidad creyente organiza su dimensión profética, litúrgica y solidaria. Las tres son imprescindibles; las tres son complementarias.

   2. Vivencia Personal de las tres dimensiones

Cada creyente debe vivir estas tres dimensiones pastorales:

Conocimiento del mensaje de Jesús,

Celebrándolo en los Sacramentos,

Viviéndolo en el compromiso de la justicia y caridad.

Por eso, cada creyente está llamado a ser Cáritas

Podemos centrar nuestro esfuerzo en otras dimensiones de la acción pastoral o del compromiso, pero no podremos nunca dejar de lado el mandamiento del amor, debemos vivirlo en la Iglesia, en medio de la comunidad, lugar donde se pone en práctica el mandamiento del amor.

Apuntes tomados del libro:  Vivir con Cristo (Padre, Martín Weichs, SVD)


DIOS CREÓ EL MUNDO PARA TODOS

   7 Abril 2012.     Al salir de una visita a una importante fábrica el Cardenal Lercano, de Bolonia, fue interrogado por el jefe de la planta sobre lo que más le había impresionado. Respondió el Cardenal: "Los obreros!. Aunque pueda parecer que es la máquina que "trabaja" y hasta "piensa" y parece reducir así al hombre a ser su esclavo, "quitándole toda satis­ facción personal y el estímulo a la creatividad y responsabilidad" sigue siendo el hombre el su­ jeto propio del trabajo. (5) El hombre no es una máquina al lado de otra máquina. El hombre vale más que las cosas. Por eso la economía debe esta al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía. "Cuando el hombre trabaja, sirviéndose del conjunto de los medios de producción, desea a la vez que los frutos de este trabajo estén a su servicio y al de los demás y que en el proceso mismo del trabajo tenga la posibilidad de aparecer como corresponsable y co-artífice en el puesto de trabajo, al cual está dedicado".

                Desea también "que sea tomada en consideración ... la posibilidad de que él ... sea consciente de que está trabajando en 'algo propio"'. (15) "El trabajo está 'en función del hombre' y no el hombre 'en función del trabajo"'.(Laborem Exercems6)

             

LA PRIORIDAD DEL "TRABAJO" FRENTE AL "CAPITAL"

Todos los recursos naturales, que el hombre encuentra en la creación, "no pueden servir al hombre si no es mediante el trabajo. Todos los medios de producción, desde los más primitivos hasta los ultra modernos, han sido elaborados gradualmente por el hombre: por la experiencia y la inteligencia del hombre. ASÍ, todo lo que sir­ ve al trabajo es fruto del trabajo.  Este gigantesco y poderoso instrumento -el conjunto de los medios de producción, que son considerados, en un cierto sentido, como sinónimos de "capital" ha nacido del trabajo. Conviene subrayar y poner de relieve la primacía del hombre en el proceso de producción, la primacía del hombre res­ pecto de las cosas. Todo lo que está contenido en el concepto de 'capital' es solamente un conjunto de cosas. El hombre, él solo es una persona".(Laobrem Exercems l2)

LOS ERRORES DEL MARXISMO Y DEL CAPITALISMO LIBERAL

                Siendo el "capital" fruto del trabajo es evidente que "de ningún modo se puede contraponer el trabajo al capital ni el capital al trabajo, ni menos aún los hombres concretos, que están detrás de estos conceptos, los unos a los otros".(Laborem Exercens3) "Justo, es decir, intrínsecamente verdadero y a su vez moralmente legítimo puede ser aquel sistema de trabajo que en su raíz supera la antinomia entre trabajo y capital."

                En el pensamiento materialista y "economicista" "el trabajo ha sido separado del capital, y el capital contrapuesto al trabajo" (lucha de clases) y hasta se han invertido el orden y los valores: El hombre es considerado como un instrumento o una especie de "resultante" de la producción.(Laborem Exercems. 7;13)

                La humanidad contemporánea asiste a una división ideológica muy conocida y tajante: el MARXISMO y el CAPITALISMO. De ambos puede decirse que son el anverso y el reverso de una misma moneda: la concepción materialista del hombre. Dicen los obispos latinoamericanos reunidos en Puebla: "Los crueles contrastes de lujo y extrema pobreza, tan visibles a través del continente, agravados, además por la corrupción que a menudo invade la vida pública y profesional, manifiestan hasta qué punto nuestros países se en­cuentran bajo el dominio del ídolo de la riqueza.

                Estas idolatrías se concentran en dos formas opuestas que tienen una misma raíz: el capitalismo liberal y, como reacción, el colectivismo marxista. Ambos son formas de lo que puede llamarse "injusticia institucionalizada" (III Conferencia Episcopal Puebla 4045)

                El temor del marxismo impide a muchos enfrentar la realidad opresiva del capitalismo liberal. Se puede decir que, ante el peligro de un sistema claramente marcado por el pecado, se olvida denunciar y combatir la realidad implantada por otro sistema igualmente marcado por el pecado:'(Juan Pablo IIi Puebla N° 92).

EL DERECHO A LA PROPIEDAD PRIVADA Y SUS LÍMITES

                El que nada posee, depende por completo de los demás. Pero todo hombre tiene derecho a un cierto grado de independencia. De ahí que todos hayan de disponer de alguna cosa como propia. Además la propiedad privada estimula la iniciativa y la responsabilidad y redunda así en una economía más eficaz. Sin embargo, "la tradición cristiana no ha sostenido nunca este derecho como absoluto e into­ cable. Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho a la propiedad privada como subordinado al derecho al uso común."(l4)

                Dios ha creado el mundo para todos. "Sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social ... y si el bien común lo exige, no hay que dudar ante la misma expropiación, hecha en la debida forma." (luan Pablo I1). No es justo, no es cristiano que clases pode­ rosas tengan "a veces improductivas las tierras que esconden el pan que a tantas familias faltaba. "Juan Pablo II). "Tampoco conviene excluir la socialización, en las condiciones oportunas, de ciertos medios de producción."(l4) "Sigue siendo inaceptable la postura del 'rígido' capitalismo, que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción." La doctrina social católica propone la COPROPIEDAD de los medios de trabajo, la PARTICIPACIÓN de los trabajadores en la conducción y en las ganancias de la empresa, el llamado "accionario" del trabajo y otros modelos semejantes. (14)

LA OBLIGACIÓN A TRABAJAR

                "El hombre debe trabajar bien sea por el hecho de que el Creador lo ha ordenado, bien sea por el hecho de su propia humanidad, cuyo mantenimiento y desarrollo exigen respeto al prójimo, especialmente por respeto a la propia familia, pero también a la sociedad a la que pertenece, a la entera familia humana de la que es miembro, ya que es heredero del traba­ jo de generaciones y al mismo tiempo co-artífice del futuro de aquellos que vendrán después de él con el sucederse de la historia."(Laborem Exercms 16)

LOS DERECHOS DE LOS HOMBRES DEL TRABAJO

                "Todos los hombres tienen estricto derecho a poseer una parte suficiente de bienes para sí mismos y para sus familias." (Vaticano II, GS 63)

                Los que tienen alguna influencia en la dirección de la economía deben hacer todo lo posible para ofrecerles a todos un empleo adecuado. A los que quedan desocupados -a pesar de su voluntad de trabajar- se les debe prestar subsidio conveniente para su subsistencia y la de sus familias.

                "El obrero merece su salario."(Lc 1 0,7). La justa remuneración del trabajo realizado es "una vía concreta, a través de la cual la gran mayoría de los hombres puede acceder a los bienes que están destinados al uso común." También es "la verificación concreta de la justicia de todo el sistema socio-económico y/ de todos modos, de su justo funcionamiento."

                Para merecer el atributo "justo" el salario debe ser "suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro" (mediante el llamado SALARIO FAMILIAR u otras medidas sociales, como subsidios familiares o ayudas a la madre que se dedica exclusivamente a la familia). Hay algunas otras prestaciones sociales más que se deben a los hombres de trabajo y que "tienen por finalidad la de asegurar la vida y la salud de ellos y de su familia", como son: asistencia sanitaria, ambiente de trabajo conveniente, seguro para el caso de un accidente, pensión, etc.

                Por fin, todo el que se cansa trabajando (¡y el trabajo intelectual también cansa! El que no se cansa desperdiciando el tiempo de trabajo justamente remunerado, ¡es un Iadrónl). tiene el derecho a descansar ("descanso semanal, que comprende al menos el domingo y además un reposo más largo, es decir, las llamadas vacaciones una vez al año o eventualmente varias veces por períodos más breves". (Laborem Exercems l 9).

LA IMPORTANCIA   DE LOS SINDICATOS

                Junto con la necesidad de asegurar todos estos derechos brota el DERECHO A ASOCIARSE EN SINDICATOS_ Los representantes de cada profesión (también los empresarios) pueden servirse de asociaciones para defender sus justos derechos. La lucha por la justicia social es siempre una lucha en favor del justo bien, nunca una lucha contra los demás. Nunca se debe proceder a la violencia de parte  de nadie. Un medio extremo, del que no se debe abusar, es la HUELGA. "Los trabajadores deberían tener asegurado el derecho a la huelga, sin sufrir sanciones penales personales por participar en ella.

                "Los sindicatos no tienen carácter de 'partidos políticos' que luchan por el poder y no deberían ni siquiera ser sometidos a las decisiones de los partidos políticos o tener vínculos demasiado estrechos con ellos", para no convertirse en un instrumento para finalidades ajenas en los "juegos políticos".(Laborem Exercems 20)  Siempre, tanto los obreros como los empresarios deben buscar con todas sus fuerzas el equilibrio y la solidaridad tomando en cuenta el bien común de la sociedad entera.

                “Y vemos a la luz de la fe. como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano. la creciente brecha entre ricos y pobres (Cfr. Juan Pablo 11. Disc.inaugurallll.2.AAS LXXI. p.199). El lujo de unos pocos se convierte en insulto contra la miseria de las grandes masas (PP 3). Esto es contrario al plan del Creador y al honor que se le debe.

                Comprobamos Pues, como el más devastador y humillante flagelo. la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos expresada por ejemplo. En mortalidad infantil. Falta de vivienda adecuada. Problemas de salud. Salarios de hambre. El desempleo y subempleo. Desnutrición. Inestabilidad laboral, migraciones masivas forzadas y desamparadas. etc." (III Conferencia Episcopal, Puebla 28 y 29)

TRABAJAR ES PARTICIPAR EN LA OBRA DEL CREADOR

                Un proverbio de Finlandia dice: "Dios da agua, no jarros; Dios da campos, no arados; Dios da lana, no vestido ... " Dios ha entregado el mundo al hombre como una casa que falta terminar. El hombre debe usar su inteligencia para descubrir los misterios de la naturaleza y someterla a su servicio (Gén 1,28). Creado a imagen de Dios debe trabajar como Aquel seis días y descansar el séptimo. En cierto sentido ("cierto" ya que el hombre no puede crear nada de la nada) debe continuar desarrollando y completando la creación.

                Dios sigue creando sin cesar el mundo y lo crea también por medio de nosotros, que somos por otro lado, sus creaturas. Lo que el hombre hace es creación de Dios. Dice el Concilio: "Las victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios ... Cuanto más se acrecienta el poder del hombre, más amplia es su responsabilidad ... El mensaje cristiano no aparta a los hombres de la edificación del mundo ni los lleva a despreocuparse del bien ajeno, sino que, al contrario, le impone como deber el hacerlo"(GS 34). La doble tenencia de libros de balance de muchos cristianos -uno para la vida ordinaria y otro para Dios y la religiosidad­ no cuaja, no compagina con la fe cristiana. El que descuida sus deberes terrenales, descuida también el amor a Dios y al prójimo. "¿Qué provecho saca uno cuando dice que tiene fe, pero no lo demuestra con su manera de actuar?" (Santiago 2,14).

TRABAJANDO IMITAMOS A CRISTO

                De Jesús muchos de sus primeros oyentes preguntaron asombrados: "¿Qué pensar de su sabiduría? ¿No es éste el carpintero?"(Mc 6,2.3.). Jesús ha mostrado con su propio ejemplo que todo trabajo, también manual y hasta el más humilde, es algo noble y digno, si se hace con espíritu de servicio.

DEBEMOS TRABAJAR PARA COMER NUESTRO PROPIO PAN

Dice San Pablo: "Oímos que hay entre ustedes algunos que viven sin ninguna disciplina y no hacen nada, muy ocupados en meterse en todo. A és­ tos le mandamos y les rogamos, por Cristo Jesús, nuestro Señor, que trabajen tranquilos para ganar­ se la vida. Si alguien no quiere trabajar que tampoco coma."(2Tes 3,11.12.10.).

TRABAJANDO EL HOMBRE  "SE HACE MÁS HOMBRE"

                Una persona que contra su voluntad está conde­ nada a no hacer nada, por enfermedad o invalidez, no se siente satisfecha. El hombre necesita trabajar no sólo para transformar la naturaleza, para producir, para hacer, para enriquecerse materialmente.

                El hombre necesita trabajar, porque si no lo hace no es feliz, sus energías se paralizan y se convierte para sí mismo en un frustrado y para la sociedad en un parásito."(ICN 146)

                El trabajar es la condición para el desarrollo de las posibilidades físicas e intelectuales. Trabajando el hombre "se realiza a sí mismo" como hombre. "Se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende. Tal superación, rectamente entendida, es más importante que las riquezas exteriores que puedan acumularse ... El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Asimismo, cuanto llevan a cabo los hombres para lograr más justicia, mayor fraternidad y un más humano planteamiento en los problemas sociales, vale más que los progresos técnicos. Pues dichos progresos pueden ofrecer, como si dijéramos, el material para la promoción humana, pero por sí solo no pueden llevarla a cabo."(Vat.II, GS 35)  Por eso la laboriosidad debería ser una virtud de todos.

EL TRABAJO UNE A LOS HOMBRES

                El trabajo es fuente de solidaridad. Tiene fuerza de construir una comunidad, porque no sólo se hace muchas veces juntos, sino ante todo porque se hace siempre para otros. El esposo trabaja para la mujer y la mujer para el esposo. El trabajo hace posible una vida familiar ordenada. El objeto más pequeño, un libro, un reloj, un reme­ dio, supone a veces el trabajo de hombres de varios continentes y es el resultado del esfuerzo de muchas generaciones. Y también nuestro trabajo es una contribución a la vida de otros tantos. El servicio mutuo debe crear unidad y solidaridad entre los habitantes de un pueblo, de una ciu­ dad, provincia, nación, entre todos los hombres de la tierra.

                Quien se encuentra en extrema necesidad, des­ de antiguo se pone como ejemplo, el peligro de morirse de hambre- "tiene derecho a procurarse lo necesario, tomándolo de las riquezas de otros", también sin permiso del dueño.(Vat.II, GS 63)

                Los bienes y riquezas del mundo, por su origen y naturaleza, según voluntad del Creador, son para servir efectivamente a la utilidad y provecho de todos y cada uno de los hombres y de los pueblos­ (Puebla N° 492). Es inútil encontrar el camino a la luna si no sabemos encontrar el camino al corazón del hermano necesitado.

EL TRABAJO TIENE VALOR DE ETERNIDAD

                Nuestro trabajo sirve para hacer al hombre más humano y su vida más rica y más abierta al despliegue del amor. Y el amor no se pierde para la eternidad. El amor, el trabajo hecho por amor a los demás, es lo único que podemos llevar a la otra vida. "El amor nunca pasará", dice San Pablo (lCor 13,8)

                El trabajo en la construcción de este mundo tiene su continuación y perfección en la Creación nueva. En el cansancio y la fatiga del trabajo, el cristiano, descubre una pequeña parte de la cruz de Cristo y la acepta con el mismo espíritu de redención, con el cual Cristo ha aceptado su cruz por nosotros. Y en el bien logrado con el esfuerzo humano descubre el cristiano algo así como un anuncio de los "nuevos cielos y otra tierra nueva" (Apocalipsis  21,1). ¿No es ya el mundo más huma­ no que construimos en esta tierra una pequeña parte del paraíso que esperamos?