16 November 2024
 

ASPECTOS LITURGICOS Y PASTORALES DEL DOMINGO

Padre Héctor Giovanni Sandoval.  Delegado Episcoapal Arquidiócesis de Ibagué, para la liturgia (2011)

 

1. EL ORIGEN DEL DOMINGO

 

Los tres primeros siglos son la época en que se va configurando el domingo como el día dedicado al Señor y se caracterizó únicamente por la celebración de la Eucaristía, ya que el descanso dominical solamente va a empezar en el año 321 por un decreto del emperador Constantino.

 

A)  Testimonios bíblicos: * Hacia el año 55 o 56 Pablo escribiendo a los fieles de Corinto les recomienda hacer su aportación para la comunidad de Jerusalén, y les pide que hagan esa colecta de caridad fraterna: “cada primer día de la semana” (1 Cor 16,2). Por este texto se ve que para la comunidad de Corinto y para la Iglesia de la gentilidad, que no observaba el sábado, el “primer día de la semana” tiene un significado especial. * “el primer día de la semana estando reunidos para partir el pan” (Hch 20, 7-12). Este texto hace pensar que se trata de una reunión habitual en la que se celebra la eucaristía. * “yo Juan… fui arrebatado en espíritu el día del Señor y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta” (Ap 1,9-10). La importancia de este texto radica en ser el único del Nuevo Testamento que designa el día primero de la semana con el adjetivo Señor, del que salió más tarde el nombre cristiano del domingo.

 

B)  Testimonios no bíblicos: * “reuníos cada día dominical del Señor, partid el pan y dad gracias” se trata de la asamblea eucarística dominical (Didajé 9,1). * “no guardando ya el sábado, sino viviendo según el domingo, día en que también amaneció nuestra vida” (San Ignacio de Antioquía) * “Nosotros celebramos también el día octavo con regocijo, por ser el día en que Jesús resucitó de entre los muertos” (Alejandría entre el 130 y el 138).* “el día en que se llama del Sol se celebra la reunión de todos los que habitan en las ciudades o en los campos, el día en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos” (Apología de Justino). * “Afirmaban que toda su falta consistía en reunirse un día fijo antes del alba, para cantar un himno a Cristo, como a un dios, reconocían también que se encontraban para tomar juntos una comida, ordinaria e inofensiva” (Carta de Plinio el Joven al emperador Trajano. Año 112)

 

2. LOS NOMBRES DEL DOMINGO

 

A) En relación con Cristo: * Primer día de la semana es la indicación cronológica de los cuatro Evangelios, para señalar el día de la resurrección del Señor (Mt 28,1). La expresión día primero procede de la semana hebrea, y designa el día en que dio principio la creación de todas las cosas (Gn 1,3). * Día señorial o del Señor, aparece en Ap 1,10 y los textos a los cuales ya se ha hecho mención. La expresión evoca el día de Yahveh anunciado por los profetas (Is 13,6-9), pero alude ante todo, al día que hizo el Señor (Mal 3,17). *el domingo es también señor de los días, como símbolo del señorío de Cristo sobre el tiempo. Cristo es Alfa y Omega (Ap 1,8.18). * El día del Sol no es una denominación original cristiana, Justino la utiliza tomándola de la semana planetaria (Apología 1,67). Esta coincidencia permitió a los cristianos utilizar el simbolismo insinuado en el Cantico de Zacarías: “Nos visitará el Sol que viene de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte” (Lc 1,78-79). * El domingo fue llamado también octavo día. Se trata de un nombre que tiene significado bautismal y escatológico. El primer sentido está en relación con referencias al número ocho en la sagrada escritura: las ocho personas que se salvaron del diluvio (1 Pe 3,20-21), y la circuncisión a los ocho del nacimiento, ambos signos son figuras del bautismo. El sentido escatológico, a partir del día séptimo como plenitud de la semana, se quiso ver en los siete días la imagen de este mundo y, en consecuencia, en el octavo la imagen de lo que está por venir, es decir, la vida eterna.

 

B) En relación con la Iglesia: * el domingo es también el día de la asamblea, símbolo de la Iglesia del Señor, que se hace visible sobre todo en la celebración eucarística (SC 41). No acudir a la asamblea era muy grave, podemos leer Heb 10,24-25. La celebración del domingo es un signo de pertenencia a la Iglesia y de identidad cristiana. * El día de la Palabra de Dios: la asamblea dominical manifiesta también a la comunidad cristiana como “Iglesia de la Palabra” (SC 6). En la asamblea dominical, en la doble mesa de la Palabra y del Cuerpo del Señor, Cristo mismo “nos congrega para el banquete pascual de su amor, como hizo en otro tiempo con los discípulos, él nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan” (Plegaria Eucarística para la Misa por diversas necesidades). * El día de la Eucaristía: La Eucaristía tiene su momento propio y principal en el domingo, y el domingo recibe su significado de la Eucaristía, así lo expresaron los mártires cartaginenses del siglo III que confesaron haber celebrado el dominicum (la eucaristía), porque no podían vivir sine dominico (el día del Señor).

 

C) En relación con el hombre: * fiesta de los cristianos: el domingo es “fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también un día de alegría y de liberación del trabajo” (SC 106). Con este nombre está relacionado  el tema del precepto dominical. La celebración del domingo  cumple plenamente el deber moral de dar a Dios el culto que le es debido. El domingo no es un día festivo más sino la fiesta primordial de los cristianos. Por este motivo no se permite ayunar ni orar de rodillas el domingo. * Día de alegría y de liberación: el descanso dominical constituye un acto de culto a Dios, el domingo además “contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar, cultural, social y religiosa” (GS 67).

 

3. LA COMPRENSION DEL DOMINGO A PARTIR DE LOS DOCUMENTOS RECIENTES

 

A) El Concilio (SC 106) definió con un lenguaje nuevo lo que es para nosotros el domingo. De la lectura de este número podemos descubrir unas dimensiones que caracterizan el domingo: 

 El hecho mismo de su tradición heredada de la comunidad apostólica.

 El domingo celebra el misterio pascual cada ocho días.

 El nombre que se prefiere es el del “día del Señor”

 Es el día de la reunión de los fieles de la comunidad, para escuchar la palabra de Dios y celebrar la Eucaristía.

 El domingo es para la comunidad cristiana, viva esperanza, fiesta primordial, día de alegría y de descanso.

 Mantiene así su prioridad sobre toda otra celebración, porque es el fundamento y núcleo de todo el año litúrgico.

 

B) Las Normas Universales sobre el año litúrgico (1969), hablan así del domingo: “en cada semana, el domingo, la Iglesia hace memoria de la Resurrección del Señor, que una vez al año, en la gran solemnidad de la Pascua, es celebrada juntamente con su santa Pasión (n. 1)

 

C) El Código de Derecho Canónico  de 1983. “el domingo, en el que se celebra el misterio pascual, ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto…” (c. 1246). “El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la Misa, y se abstendrán de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo” (c. 1247)

 

D) El nuevo Prefacio dominical del Misal (el X), titulado el “día del Señor”: “en verdad es justo bendecirte y darte gracias, Padre santo, fuente de la verdad y de la vida, porque nos has convocado en tu casa en este día de fiesta. Hoy tu familia, reunida en la escucha de tu Palabra y en la comunión del pan único y partido, celebra el memorial del Señor resucitado, mientras espera el domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en tu descanso. Entonces contemplaremos tu rostro, y  alabaremos por siempre tu misericordia”

4. ASPECTO LITURGICO Y PASTORAL DEL

DOMINGO

 

A) Nueva situación socio religiosa: a finales del siglo XVIII se inició un cambio en la sociedad, que el tiempo no ha hecho sino consolidar: el paso de una sociedad rural a otra industrial. El domingo que hasta entonces rompía la monotonía de lo cotidiano y fomentaba el sentido de pertenencia a un grupo humano y religioso, perdió esas dimensiones comunitarias y religiosas. Esta situación se agudizó mucho en la segunda mitad del siglo XX, con el afianzamiento del fenómeno de la secularización, que lleva consigo la exclusión de la religión de la esfera pública y el olvido de la dimensión esencialmente religiosa y celebrativa del hombre.

 

Este fenómeno se ha visto incrementado con el paso de los años  y se ha generalizado en las generaciones jóvenes, hasta el punto que, para una buena parte de ellos, el domingo forma parte de una nueva fiesta que es el fin de semana, pasado fuera de los ambientes familiares y dedicado a la diversión evasiva. La misma práctica dominical ha experimentado un cambio muy brusco en un numeroso grupo de cristianos. Si hasta hace poco, la situación estaba marcada por una fidelidad a la propia parroquia, hoy se abre paso la “pastoral del peregrinaje”. El cristiano no se siente vinculado a una determinada comunidad, sino a un determinado modo de celebración, el domingo ya no se acerca a su iglesia parroquial, sino que participa en la misa de otra parroquia o lugar de culto en el que la liturgia se celebra según sus propios gustos, por una serie de circunstancias: la disposición del lugar, el “clima de la celebración” y los modos de proclamar y exponer la Palabra de Dios.

 

B) Identidad del domingo cristiano: el domingo será santificado, sobre todo con la participación en la Eucaristía y con un descanso lleno de alegría y fraternidad, si “se tienen presentes las múltiples dimensiones de este día” como lo recuerda Juan Pablo II en la exhortación Dies Domini:

 

* Novedad del domingo cristiano: la primera de ellas, es la novedad que supone el domingo, no es un día de descanso para imitar el “descanso de Dios”, sino el día en que se celebra la nueva creación inaugurada por la Resurrección de Jesucristo y comunicada a los hombres por el bautismo. Esta dimensión se favorece, en línea con lo que sugiere la liturgia, con la celebración de bautismos y el rito de la aspersión del agua bendita como rito penitencial de la Misa.

 

* Sin Eucaristía, no hay domingo: desde los primeros siglos, no tardó en acuñarse la expresión: “Sin Eucaristía no hay domingo”. Efectivamente, sin Eucaristía no hay presencia del Resucitado y sin esa presencia desaparece el fundamento mismo del domingo. La Eucaristía dominical subraya la dimensión eclesial propia de toda celebración eucarística, porque sólo ese día se da la presencia de la comunidad en cuanto comunidad. Así la Eucaristía no se suple con ninguna otra celebración, individual  o comunitaria, ya que pertenece a la esencia del domingo. La pastoral litúrgica tiene aquí un reto importante, en cuidar la proclamación de las lecturas, los ministerios que se ejercen en la celebración, los cantos que se eligen, crear un “clima” agradable y la misma homilía.

 

*  La mesa de la Palabra: la liturgia actual, con la proclamación de la Palabra de Dios en lengua vernácula (propia de cada pueblo), ha facilitado que la mesa de la Palabra desemboque con mayor naturalidad en la mesa eucarística; por otra parte el enriquecimiento cuantitativo y cualitativo de los manjares que se ponen en esa mesa –lecturas, salmos– puede fomentar y nutrir más la fe y la participación. Siempre será necesario mirar en nuestras asambleas y preguntarnos sobre cómo se proclaman las lecturas y sí se canta el salmo responsorial, sobre los silencios que acompañan. Se trata, en efecto, de que la asamblea escuche con la mayor nitidez posible la voz de Dios que habla a su pueblo, para que pueda responder a las propuestas y a las exigencias de la alianza con gratitud y alabanza.

 

* El domingo, día de alegría, descanso y solidaridad: a) Alegría: la experiencia del resucitado lleva consigo el mismo signo de alegría con que los discípulos acogieron al maestro: “los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn 20,20). Manifestaciones concretas de esta alegría pascual son la participación en la celebración eucarística, la conciencia y vivencia de la filiación divina, la recuperación de la gracia por el sacramento de la reconciliación, la entrega generosa a los demás y la dedicación más intensa a la familia y a los amigos. b) Descanso: el descanso tiene también estas raíces pascuales, puesto que no es mera inactividad o mero reposo sino liberación de toda esclavitud, sobre todo de la espiritual. Por ello el descanso manifiesta que el hombre es “señor” del tiempo y de la actividad, y “reina” con Cristo encauzando su tiempo. c) Solidaridad: el domingo debe convertirse en fuente de fraternidad y solidaridad; y en signo profético del nuevo orden de cosas que Cristo inaugura con su Resurrección, el cual, si bien llegará a la plenitud al final de los tiempos, comienza ya en el tiempo presente.

 

* Pastoral del domingo: el aspecto más importante en la pastoral específica del domingo es, sin duda, el de la catequesis de lo que significa el día del Señor. En el centro de la pastoral del domingo ha de estar la asamblea eucarística. Pensar en una celebración de la eucaristía verdaderamente festiva, digna y significativa. La pastoral del domingo deberá evitar la dispersión de la comunidad de los fieles y promover el sentido eclesial y comunitario, por lo tanto no se debe tener eucaristías para grupos personales o pequeñas comunidades. Pero la celebración  del domingo no se reduce a la eucaristía. El día del Señor es santificado por la Liturgia de las Horas (SC 100) y por otros actos litúrgicos, como la celebración de los sacramentos y sacramentales. El domingo es tiempo apto para la adoración eucarística, la lectura y meditación de la palabra de Dios, y la práctica de actos de piedad. El domingo invita a configurar la propia existencia según el misterio pascual rechazando a las “obras del pecado” (Jn 8,34) y dedicándose a las “obras de la luz” (Mt 5,16; 1 Pe 2,12).