23 November 2024
 

 

 

 

 

21 de septiembre 2017. Al igual que el Apóstol Mateo se reconoce pecador cuando Jesús le dice “sígueme” y eso le lleva a convertirse en discípulo suyo, “también nosotros debemos reconocernos pecadores, porque la puerta para encontrar a Jesús es reconocernos pecadores”. Así lo señaló el Papa Francisco en la homilía de la Misa celebrada en la mañana del jueves en la Casa Santa Marta, en el Vaticano. “El amor de Jesús pudo entrar en el corazón de Mateo porque se sabía pecador, sabía que la gente le despreciaba, y fue esa conciencia de ser pecador lo que le abrió la puerta a la misericordia de Jesús”.

“La primera condición para ser salvados es sentirse en peligro”, afirmó el Santo Padre. “La primera condición para ser curado es sentirse enfermo. Y sentirse pecador es la primera condición para recibir esa mirada de misericordia”.  El Papa invitó: “Pensemos en la mirada de Jesús, tan bella, tan buena, tan misericordiosa. También nosotros, cuando rezamos, sentimos esa mirada sobre nosotros. Es la mirada del amor, la mirada de la misericordia, la mirada que nos salva. No tengáis miedo”.  Y lo que sintió Mateo tras escuchar la llamada de Jesús fue alegría, explicó Francisco, y eso da lugar a la segunda etapa de la llamada: “la fiesta”. Mateo invitó a sus amigos a su casa, pecadores y publicanos, para que conocieran a Jesús, y Jesús respondía a las preguntas que le hacían. “Se trata de la fiesta del encuentro con el Padre, la fiesta de la misericordia”.

A continuación, el Papa señaló un tercer momento: “el escándalo”. Los fariseos, al ver a publicanos y pecadores a la misma mesa que Jesús, decían a sus discípulos: “¿Cómo es posible que vuestro Maestro coma con publicanos y pecadores?”. El Papa observó que “siempre que uno se escandaliza comienza con esta frase: ‘Pero ¿cómo es posible…?’. Cuando escuchéis esa frase, ¡fuera! A continuación, viene el escándalo”.  El Papa explicó que los fariseos conocían muy bien la doctrina, sabían cómo andar por “el camino del Reino de Dios”, conocían mejor que nadie lo que había que hacer para salvarse, “pero habían olvidado el primer mandamiento del amor y, por lo tanto, estaban cerrados en sí mismos, que la salvación vendría de sí mismos. ¡No! Es Dios quien salva, es Jesucristo”. Por eso, el Papa terminó su homilía invitando a reconocerse pecadores, pecadores de pecados concretos: “dejémonos mirar por Jesús con su mirada misericordiosa llena de amor”.

 

Evangelio comentado por el Papa Francisco: Mateo 9:9-13 Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.» Fuente: Aciprensa. Miguel Pérez Pichel.