23 November 2024
 

 

 

 

 

8 de octubre 2017. Una viña cerrada puede ser salvaje y producir uva salvaje En el Ángelus de este domingo, el Papa Francisco arrojó luz sobre la parábola del viñador invitando a no tener la actitud de los viñadores, sino a servir a los demás rechazando así la arrogancia y recordó que lo que nos hace cristianos es el amor de Dios.

“Hay un solo impedimento frente a la voluntad tenaz y tierna de Dios: nuestra arrogancia y la nuestra presunción, que se convierte a veces en violencia”. “Los viñadores asumen una actitud posesiva: no se consideran simples gestores, sino propietarios, y rechazan entregar lo que han recogido”, explicó.

Además, “maltratan a los siervos, hasta el punto de asesinarlos. El dueño se muestra paciente con ellos: manda otros siervos, más numerosos que los primeros, pero el resultado es el mismo” y al final “decide enviar a su propio hijo”, pero los viñadores “lo asesinan también a él”. “Es una historia que habla de la alianza que Dios ha querido establecer con la humanidad y a la cual nos ha llamado también a nosotros a participar”. La historia “conoce sus momentos positivos, pero está marcada también por traiciones y rechazos”. Pero frente a la actitud de los viñadores están los cristianos y “un Dios que, aunque decepcionado por nuestros errores y pecados, ¡no falla a su palabra, no se detiene y sobre todo no se venga!”. “A través de las ‘piedras de descarte’, a través de situaciones de debilidad y de pecado, Dios continúa poniendo en circulación el ‘vino nuevo’ de su viña, es decir, la misericordia”.

 

El Pontífice destacó la “urgencia de responder con frutos de bien a la llamada del Señor, que nos llama a ser su viña, nos ayuda a entender qué hay de nuevo y de original en el cristianismo”. Y “no es tanto la suma de preceptos y de normas morales, sino antes que nada una propuesta de amor que Dios, a través de Jesús, ha hecho y continúa haciendo a la humanidad”. “Es una invitación a entrar en esta historia de amor, convirtiéndose en una viña vivaz y abierta, rica de frutos y de esperanza para todos. Una viña cerrada puede ser salvaje y producir uva salvaje. Estamos llamados a salir de la viña para ponernos al servicio de los hermanos que no están con nosotros para sacudirnos mutuamente y animarnos, para recordarnos el deber de ser una viña del Señor en cada ambiente, también en los más alejados e incómodos”. Fuente:  Aciprensa. Álvaro de Juana.