19 April 2024
 

 

 

 

23 de octubre 2016.  Un momento privilegiado.  Impacto ante el plebiscito en Colombia. Monseñor Froilán Casas Ortíz. Obispo de Neiva, Colombia. A la verdad, me siento muy optimista ahora frente a la realidad socio-política del momento.  Permítanme presentarles algunas consideraciones que fundamentan la afirmación del título de esta columna. Los resultados del plebiscito, -¡quién lo creyera! Han bajado la arrogancia y prepotencia como se manejaba el discurso sobre la paz.

  Los diferentes sectores han bajado el tono incendiario como se ofrecía la paz a los colombianos. Yo me preguntaba en estas columnas: ¿cómo se puede ofrecer la paz con agresividad?  ¿Cómo, algunos miembros de la clase dirigente se maltrataban verbalmente, estigmatizando al adversario?; ¿cómo puede hablarse de paz en un ambiente caldeado por la pasión y el odio?

La hermosa palabra paz, entró en etapa inflacionaria en grado superlativo. Las familias, los amigos, el ambiente laboral, se enrarecían si alguno ponía el tema de la paz. ¡Qué paradoja, la paz nos divide y la guerra nos une! Ahora el gobierno -como debe ser-, ha afirmado que la paz la queremos todos los colombianos. Nunca la arrogancia ha sido buena aliada del éxito. 

Los cuestionadores de los Acuerdos de La Habana, han bajado su radicalidad; ya aceptan algunos puntos de los mismos. Parece que los improperios han bajado. Pareciera que hay más respeto. Los medios de comunicación ya no aparecen tan radicales en sus posiciones al dar las informaciones. Lo más hermoso, ya sabemos que el Señor Timochenco se llama Rodrigo Londoño, -entiendo que este señor tiene un alta solvencia académica-. Al oírlo hablar que ya no volverán a tomar las armas, he sentido un profundo alivio. El mencionado combatiente nos ha dicho algo muy significativo: su arma será la palabra. ¡Ah! En ese orden, bienvenidos a la democracia. Hemos visto a los señores de las FARC, vestidos como nosotros los ciudadanos trabajadores, sin armas. 

Los resultados de la consulta al Constituyente Primario dan un claro mensaje en favor de la paz. Es la hora de la conciliación. En el colectivo social y cultural se ve con buenos ojos el ingreso de las Farc-EP a la vida laboral y democrática del país. Los integrantes de las mencionadas organizaciones pueden estar seguros que ya no se les ve como los hijos de las tinieblas. Por favor, salgan a las plazas a presentar sus ideas y la fuerza pública a darles una protección especial, por el momento. Ellos, obviamente, necesitan una etapa de ajuste social y que en un breve tiempo no haya ninguna diferencia con el resteo de los colombianos. Las partes al sentarse al diálogo, no deben tener cartas debajo de la mesa, creamos en el otro como base para seguir adelantando el proceso de paz. Ninguno tenía la razón, cada uno creía tenerla. 

 

En la búsqueda de la verdad es un mal precedente tener la razón. Si buscamos protagonismos no obtendremos la paz. Por favor, dejemos de estigmatizar y satanizar al que piensa distinto. Creamos en la buena voluntad y partamos que todos queremos la paz. No cabe duda que los seis puntos de los Acuerdos de La Habana, son fruto de un largo y constante trabajo. Volvámoslos a leer y encontraremos en ellos un buen razonamiento. Cedamos todos y llegaremos a un acuerdo. Fuente:   Conferencia Episcopal de Colombia.