18 de febrero 2017. Padre. Raúl Ortiz Toro - Docente seminario mayor, Popayán, Colombia. La verdad de los medios °°° ¿Qué tan responsables somos cuando se trata de confrontar una noticia escuchada en los medios? La pereza del receptor ha logrado ser la mejor oportunidad para que se difundan las falsas noticias o las acomodadas interpretaciones de la realidad. Por redes sociales, sobre todo What’sApp y Facebook, nos llegan noticias falsas y hay portales dedicados únicamente a ello.
Los medios de comunicación tradicionales también caen a veces en la trampa y dan por ciertas noticias sin confirmar y sin confrontar a los protagonistas. Mucha gente incauta cree lo que de primera mano le llega como información y, antes de detenerse a pensar si eso es verdad, lo comparte. Hubo una época en la que los medios de comunicación eran una autoridad incuestionable: los movía la sensatez y no la ambición de un nivel de audiencia o de dinero, eran dirigidos por periodistas con vocación de servicio; cuando la prensa pasó a ser dirigida por los poderosos y magnates perdió su independencia y se pueden contar con los dedos de las manos los medios que no están vendidos al mejor postor.
Ahora, en un mundo donde todos tienen poder de comunicar a gran escala – lo que se conoce como democratización de la información – el amarillismo de algunos medios para vender y la pereza de no pocos receptores para confrontar se ha vuelto el mejor escenario para la difusión de mentiras. Porque lo que ahora llaman “posverdad” (es decir, el conocimiento que privilegia la emoción y la creencia personal por encima de la verdad objetiva) es el despotismo de la mendacidad dibujada de libre expresión.
Por ejemplo, un exsenador como Otto Bula, empantanado en casos de corrupción, resulta diciendo un día que la campaña del presidente de Colombia para salir elegido como tal fue financiada con dineros mal habidos para luego señalar, otro día, que “no le consta” que eso sea así. Esperemos que, finalmente, se sepa la vedad tal cual es. Otro caso que nos toca muy de cerca es la tergiversación de las declaraciones del abogado de la Arquidiócesis de Cali en estos días de confusión por cuenta del proceso que se adelanta contra ella debido al delito de pederastia de uno de sus miembros. Con verdadero cinismo, tanto el abogado como los medios de comunicación, han salido a decir que la Iglesia de Cali ha afirmado que los niños son los culpables de este delito y que el sacerdote es inocente. Nada más absurdo y estúpido – discúlpenme la palabra – señalar que los niños son culpables y que el victimario es inocente. La Iglesia nunca ha dicho eso. Jamás. Incluso el culpable está en la cárcel pagando su condena y perdió el estado clerical. ¿De dónde salió ese adefesio? Del abogado de las familias de las víctimas que tergiversó así, a su acomodo, unas declaraciones que indicaban que los padres debieron estar más atentos en el cuidado de sus hijos, de modo que, generando presión social y con su “posverdad”, lograr un contexto de indignación para sacar una cuantiosa indemnización.
Casos, hay muchos más, en los que los medios sirven de difusores de mentiras y de engaños. Nos hacen falta los buenos medios que comunican como es, investigan y cotejan la información, incluso si allí nos vemos implicados como Iglesia por no haber cumplido con el deber. Pero siempre con la verdad y no con simulaciones de verdad. Y nos falta más a nosotros, como receptores de información, cultivar un espíritu crítico sobre las fuentes de donde ésta proviene y la capacidad de saber indagar por la verdad evitando las descaradas polarizaciones. Pero por eso es que los medios hacen con el receptor incauto lo que se les antoja. Los del golpe de opinión deberíamos ser nosotros. Correo: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.