No hay verdadera humildad sin humillación
"Algunas veces pensamos que la humildad es ir tranquilos, ir con la cabeza agachada, mirando al suelo…Es bueno que pensemos en esto: no hay una verdadera humildad sin humillación, y si tú no eres capaz de tolerar, de llevar sobre la espalda, una humillación, no serás humilde: pensarás que lo eres, pero no lo eres”. homilía durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta.
Jornada Mundial de los enfermos de lepra (28 de enero)
“Hoy se celebra la Jornada mundial de los enfermos de lepra. Esta enfermedad lamentablemente golpea todavía sobre todo a las personas más necesitadas y más pobres. A estos hermanos y hermanas les aseguramos nuestra cercanía y solidaridad; y rezamos también por quienes los asisten y buscan su reinserción en la sociedad”. Ángelus dominical.
En qué se sustenta la autoridad y el poder de Jesús (28 de enero)
En el Evangelio vemos que Jesús, en su misión terrena, revela el amor de Dios tanto mediante la predicación como mediante numerosos gestos de atención y ayuda a los enfermos, a los necesitados, a los niños, a los pecadores… Nos muestra que Jesús es nuestro Maestro, poderoso en palabras y obras. Jesús nos comunica toda luz que ilumina el camino, en ocasiones oscuro, de nuestra existencia; nos comunica también la fuerza necesaria para superar la dificultad, las pruebas, las tentaciones...Pensemos qué gran gracia supone para nosotros haber conocido este Dios tan poderoso y bueno. Un maestro y un amigo que nos indica el camino y que se preocupa de nosotros, especialmente cuando estamos necesitados”. Ángelus dominical
Es un gran peligro para la fe vivir sin Madre (28 de enero)
En los momentos turbulentos necesitamos acogernos bajo el manto de la Santa Madre de Dios… La Madre, custodia la fe, protege las relaciones, salva en la intemperie y preserva del mal. Allí donde la Virgen habita, el diablo no entra en esa casa. Donde está la Madre, la perturbación no prevalece, el miedo no vence.
La Virgen no se retrasa, lleva rápidamente hasta Jesús las necesidades concretas de la gente, como en las Bodas de Caná: ‘No tienen vino’. Así hace cada vez que la invocamos: cuando nos falta la esperanza, cuando nos falta la alegría, cuando se nos han agotado las fuerzas, cuando se apaga la estrella de la vida, la Madre interviene.
Es un gran peligro para la fe vivir sin Madre, sin protección, dejándonos llevar por la vida como una hoja en el viento. El Señor lo sabe y nos pide que acojamos a la Madre. No es una etiqueta espiritual, es una necesidad de vida. Amarla no es poesía, es saber vivir. Porque sin Madre, no podemos ser hijos. Y nosotros, antes que nada, somos hijos, hijos amados, que tienen en Dios a su Padre, y en la Virgen a su Madre. Fiesta de la Traslación del Icono de la Salus Populi Romani (Protectora del Pueblo Romano).