LA EUTANASIA EN EL BANQUILLO

21 Octubre 2012.  Según la etimología, eutanasia significa 'buena muerte'. Pero las palabras no hablan. Es el hombre quien las hace hablar y les da un significado. De ahí que la palabra eutanasia signifique tantas cosas, distintas e inclusive opuestas: para unos, significa ponerle fin a la vida de una manera 'digna', dicen ellos, forzando la palabra digna; para otros, significa morir dignamente respetando la voluntad de Dios en el proceso de morir. Autor:  Alfonso Llanos Escobar, SJ. Fuentte, Periódico El Tiempo, Colombia

                La Asociación Mundial Pro Eutanasia, fundada en el siglo XIX, se vio forzada a cambiar su nombre -que en un principio recibió resistencia y oposición de muchos- por otro más acogedor, recurriendo a una falacia, y se llamó "Asociación Pro Derecho a Morir Dignamente", pero llevaba en su interior la intención de favorecer la eutanasia activa. Por supuesto, conquistó la atención de muchos. ¡El arte de saber vender! Con frecuencia, engañando al consumidor.

                Vengamos a nuestro caso. Existe en Colombia la sentencia C-239 de 1997 de la Corte Constitucional, que despenaliza el acto médico que practique la eutanasia bajo condiciones especiales, la principal, la voluntad explícita del paciente, acosado por extremos e intolerables dolores. Dicha sentencia pide al Congreso que expida una ley que reglamente la práctica de la eutanasia.

                La tendencia de legisladores y cortes, en el mundo avanzado, en estos asuntos que tocan la vida, es manifiesta: liberalizar las costumbres de acuerdo con el espíritu de una cultura 'postcristiana'. Colombia, con la Constitución del 91, entró de lleno por esta vía. Y prisa que se viene dando.

                Pero hay que andar con pies de plomo en asunto tan delicado. Hay que contar con criterios claros y derechos reconocidos, que iluminen las deliberaciones del Congreso.

Digámoslo claramente: la vida no es un valor absoluto. De serlo, el soldado no podría exponer su vida por la Patria, ni el mártir cristiano, dar su vida por confesar su fe en Dios. La vida es un valor fundamental, en el sentido de que fundamenta todos los valores y derechos fundamentales.

                La pregunta clave en este momento, que debe iluminar las posiciones de fondo frente a la eutanasia, es la siguiente: ¿el derecho sobre la propia vida es absoluto -vale decir, nadie está por encima de la persona en lo referente al derecho sobre su vida, ni la Ley ni el Estado, solo la persona? ¿O tiene sus límites y, en este caso, cuáles y quién los señala?

Estaríamos hablando no solo de eutanasia, sino de suicidio. Pero este dejémoslo, por ahora, para otra ocasión. Por hoy nos estamos ocupando tan solo de la sentencia de la Corte Constitucional sobre eutanasia y la ley que la reglamenta.

                La respuesta a la pregunta es religiosa. Aclaro: el creyente en Dios -y esta es una de las aplicaciones concretas de creer seriamente en Dios- reconoce y acoge el señorío de Dios sobre la propia vida. Nos la dio en usufructo. Y él se reserva el Señorío sobre la vida. Por eso, el creyente respeta dicho señorío y acata el momento de la muerte natural como la forma de morir dignamente. Aquí la dignidad descansa sobre el reconocimiento de Dios y la sumisión alegre y total a su santa voluntad.

                A su vez, reconozco que el no creyente, llámese ateo o agnóstico, debe ser respetado en sus creencias y no puede ser obligado por la Ley a obrar de acuerdo con la fe en Dios del creyente. Se siente dueño de su vida (le pregunto, de paso, ¿y sus familiares y el Estado no tienen algún derecho sobre él?) y con el señorío para disponer en forma absoluta de ella. No veo una razón para que ni el legislador ni el médico creyente le puedan imponer al no creyente sus principios y sus propias creencias religiosas.

                A la hora de legislar sobre la eutanasia, la Ley debe reconocer y respetar ambos derechos: tanto el del creyente como el del no creyente.

Así creo, así opino, "salvo meliori iudicio".   Alfonso Llano Escobar, S. J.  Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

Educar e Instruir: Dilema

14 Octubre 2012Instruir es desarrollar la inteligencia. Educar es formar al hombre.

                El dilema se les presenta a los educadores: ¿cuál debe ser su objetivo con los educandos que tienen delante: desarrollar tan solo su inteligencia o formar al hombre integral, honesto y responsable, lo cual incluye el desarrollo de su inteligencia?  Autor: Pbro. Alfonso Llanos Escobar, SJ.  Fuente (Periódico el tiempo, Colombia)

                El dilema, teniendo en cuenta las consecuencias de cada modelo, es evidente, es gigantesco: equivale a escoger entre el día y la noche, entre lo bueno y lo malo, entre el hombre correcto y el criminal. Resulta incomprensible y pasmoso que, dadas la inteligencia de los educadores y la evidencia de las consecuencias, no caigan en la cuenta de los resultados, abismalmente contradictorios, y no tomen las medidas del caso.

                Educar, del verbo latino educere (sacar, desarrollar), es poner todo el sistema educativo al servicio del desarrollo de todas las potencialidades del educando para formarlo hombre íntegro, ciudadano ejemplar.

                Lo cual no debe ser opcional, sino imperativo, de acuerdo con el modelo de hombre que necesite la sociedad. Si la institución educativa desea formar ciudadanos íntegros y honestos, científicamente competentes, escoja un sistema educativo y un programa equilibrado que dé por resultado profesionales eficientes, ciudadanos completos y bien educados.

                Si la institución opta por "formar bárbaros, científicamente competentes, que es el tipo de seres humanos más peligroso que hoy existen en la sociedad", entonces que elimine la ética y las materias humanísticas de sus programas y se limite a darles ciencias y tecnologías.

                La educación trabaja con una filosofía y un concepto del hombre, explícitos o implícitos en la mente de los educadores, que les sirve de modelo al cual deben configurar al educando. Las características principales del hombre actual, según el sociólogo francés Gilles Lipovetski, son: "Libre despliegue de la personalidad, legalización del placer, reconocimiento de las exigencias personales, modelación de las instituciones con base en las aspiraciones de los individuos, con un mínimo de coacciones y un máximo de elecciones privadas posible; con un mínimo de austeridad y un máximo de deseo; con la menor represión y la mayor comprensión posible". Y se podría completar diciendo que la educación actual tiende a ser individualista, egoísta, orientada al lucro, al consumo y a la indiferencia frente a los pobres y marginados. Consecuencia de haber sacado de los programas a la ética, los valores y las materias humanísticas.

                A juzgar por los resultados, la sociedad actual ya resolvió el dilema y eligió este concepto individualista de hombre, y trata de ajustar a los educandos a este modelo. Las consecuencias no se han hecho esperar. Fuera de un reducido número de profesionales honestos que buscan servir a la sociedad, abundan los políticos corruptos, los ladrones de cuello blanco y corbata, los jóvenes drogadictos, los adolescentes parranderos, obsesionados por la droga, la música ruidosa y el sexo fácil (light), la risa estridente y chabacana, los juegos bruscos y las peleas con sangre; o bien, las situaciones depresivas, fruto de la soledad, la ausencia de Dios, el vacío, la falta de sentido, que desembocan en los dolorosos intentos de suicidio. A nivel internacional, tenemos las masacres causadas por muchachos inestables y perturbados psicológicamente.

                Los padres de familia no deben continuar indiferentes ante estos hechos, funestos y frecuentes. Se trata nada menos que de sus hijos e hijas. Tienen que reaccionar, ojalá de forma masiva y organizada, con manifestaciones públicas y peticiones concretas, con el eslogan de 'queremos educación, no solo instrucción para nuestros hijos'.

                Háganlo por ustedes, por ellos, por la sociedad. Necesitamos que el hombre futuro no sea un robot, con un celular en una mano y un Black-Berry en la otra, montado en un automóvil último modelo, con apartamento en Miami o Cartagena.

                No. Ustedes, padres de familia, deben aspirar al ciudadano ideal, el hijo fiel que mire por ustedes, respetuoso del celador y del anciano, que sonría, que tenga buenas amistades, que sea honesto, buen padre, buen hijo, buen ciudadano.  Alfonso Llano Escobar, S. J.  Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

El Fundamentalismo Enceguece

7 Octubre 2012.  Fundamentalista es aquel que defiende, ciega y apasionadamente, los fundamentos de su religión o partido. Los hay de derecha y los hay de izquierda. Son de derecha, los que defienden a morir los fundamentos de su religión: algunos musulmanes, judíos, católicos, testigos de Jehová. De 'izquierda', los defensores de cierto dogmatismo antirreligioso y antiético. Aclaremos. Autor: Padre, Alfonso Llano SJ.  Fuente:  Periódico el tiempo, Colombia.

A partir de la Constitución del 91, y aprovechándose de que la Iglesia católica perdió su liderazgo para quedar en pie de igualdad con todas las iglesias, y que la pedofilia ha quebrantado fuertemente su prestigio, ha surgido una corriente antirreligiosa, concretamente, anticatólica, que se ha propuesto como meta, con razón o sin ella, imponer a toda la sociedad los dogmas morales contrarios a la Iglesia católica: el relativismo moral, aborto, eutanasia, suicidio asistido, entre otros. Le han jurado muerte a la Iglesia católica, y oposición a todo aquel que se declare defensor de los valores, no solo cristianos, sino simplemente éticos. Diga usted que es creyente católico y al punto merece la mofa de anticuado, fanático, sacristán. Diga usted que defiende la vida humana desde el momento de su concepción y es tachado de fundamentalista y conservador. Diga usted que defiende la decencia, la castidad, el pudor, y le caen rayos y centellas del Pontífice de la 'izquierda' y de su hijo impúdico, director de la revista SoHo, quienes, no sin cierta nostalgia de la fe de la infancia, se burlan de todo lo sagrado y de los valores éticos de la Iglesia católica.

Si el Señor Procurador, quien le ha declarado la guerra a la corrupción, se manifiesta defensor de la vida, por ello es tachado de fanático, obispo o sacristán.

Y el colmo del fundamentalismo antiético lo profesa olímpicamente la Corte Constitucional. Salud Hernández, en su columna del domingo 16 de septiembre, destapó, en forma magistral, las manipulaciones de la alta Corte. Esta se propuso, contra la misión de su investidura, abrirle una autopista al aborto, y no contenta con los pocos casos de abortos legales, quiere ahora quitar todos los obstáculos que se imagina, para que las madres abortistas avancen por esa vía en forma masiva y veloz. Y no lo consiguen. Lo cual los llena de rabia -sobre todo, a Humberto Sierra Porto, quien fue el líder apasionado, dentro de la Corte, del fundamentalismo antiético-, y se vuelven contra la misma Constitución, para declarar anticonstitucional, contra el artículo 18, la objeción de conciencia de las instituciones. Se proponen obligar a todos los hospitales, aun católicos, contra toda constitucionalidad y sensatez, a practicar abortos. Ha caído la grandeza de la Corte Constitucional a los pies del fundamentalismo antiético.

¡Protesto! Alzo la voz en nombre de todos los colombianos de bien, que respetan la libertad religiosa y proclaman el derecho a la objeción de conciencia de individuos e instituciones.

Curiosa contradicción la de la Corte: les niega a los hospitales católicos el derecho a la objeción de conciencia y ellos sí actúan como conciencia institucional. La Corte Constitucional sí tiene conciencia, en sentido metafórico, y, en virtud de su credo antiético, delibera, decide y ejecuta colectivamente funciones propias de la conciencia institucional: todo les está permitido, hasta la contradicción, peor aún, hasta irse contra el artículo 18 de la Constitución, que dice: "Nadie será forzado a obrar contra su conciencia", y dicen los 'sabios', para tranquilidad de su conciencia colectiva, que los hospitales no tienen conciencia, pero ellos, por supuesto que sí la tienen, ¡para el mal!

¡Protesto! Reclamo justicia y respeto tanto para la conciencia individual como para la institucional. Que nadie en Colombia se vea forzado por la izquierda fundamentalista a esconder su fe o a negar su religión, por miedo a la crítica y a la mofa. Estamos en un Estado social de Derecho. ¡Viva la libertad religiosa! ¡Abajo el fundamentalismo de izquierda!  Alfonso Llano Escobar, S. J.   Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

LA PAZ ES ASUNTO DE TODOS

23 Septiembre 2012  La paz es obra de todos. No podemos dejar solos a los actores del proceso de paz: el Gobierno y las Farc. Todos somos responsables de la paz.

                Punto de partida: el hecho es que existen muchos focos de tensiones, conflictos y discordias, en todas las ciudades, pueblos, veredas y rincones de la patria. En el país, todos los ciudadanos debemos formar una orquesta, en la cual, todos los instrumentos deben estar afinados y sonar acordes en una única sinfonía nacional.

                Enuncio algunos focos de discordias, e invito a todos los ciudadanos a extinguirlos como colaboración con el proceso de paz.

                Se crean tensiones a alto nivel, por cierta parcialidad, de parte de la Corte Constitucional, a favor del aborto, parcialidad que crea división, descontento, animosidad, y va en contra de la libertad de conciencia de individuos e instituciones. "Nadie -dice el artículo 18 de nuestra Constitución- será forzado a obrar contra su conciencia".

                Crece un rechazo anticonstitucional y perturbador, de la confesión de valores y principios éticos, por parte de cierto fundamentalismo de izquierda, que profesa un ciego odio antirreligioso y se ha propuesto desterrar de la vida pública todo signo de religión y de moral.

                Se promueve aquí y allá la discriminación social de la mujer, crece la violencia en los hogares y oficinas contra ellas, el desconocimiento de su dignidad, de sus derechos y de su igualdad con el varón. Hay falta de reconocimiento de los derechos de las minorías étnicas, concretamente, indígenas y negras, por parte de algunos ciudadanos y funcionarios públicos.

                Cunden los odios y venganzas entre particulares y familias, barrios y veredas, odios que fomentan toda clase de riñas y peleas, causa de crímenes, asesinatos y masacres.

                Se agitan en los corazones de muchos esposos descontentos y disgustos que dan pie a riñas, odios, separaciones y divorcios, que siembran angustia en los hijos y perturbación en los mayores.

                Hay indiferencia, por parte de muchos, hacia los inválidos, los mendigos y los ancianos, todos ellos necesitados del pan de la mesa y del pan de la dignidad.

                Es hora de que todos los colombianos depongamos los odios, los rencores, las envidias, y nos demos el abrazo fraterno.

                Si queremos paz, tenemos que respetar la autoridad y acoger y practicar la ética como medio necesario para la convivencia social. La ética es amiga del hombre, es garantía de la convivencia humana, y buena consejera en todo momento.

Los que gozamos del privilegio de escribir en los medios tenemos la obligación de no atacar a nadie, no ofender a nadie, no tratarlo de fanático y corrupto. Estamos obligados a abrirles caminos a la paz, senderos a la fraternidad.

                Es hora de que en todas las iglesias y colegios salga de todos los corazones la oración por la paz de San Francisco de Asís:

                Señor, hazme un instrumento de tu paz;  donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, perdón; donde haya duda, fe; donde haya desesperanza, esperanza;  donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza, alegría. Oh, Divino Maestro, que no busque yo tanto Ser consolado como consolar, Ser comprendido como comprender, Ser amado como amar. Porque dando se recibe, Perdonando se es perdonado, Y muriendo así mismo se nace a la vida eterna. San Francisco de Asís Autor:  Alfonso Llano Escobar, S. J. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.  Fuente:  Periódico el tiempo. Colombia.