21 September 2024
 

6 Julio 2013.  ENTREVISTA CON LEONOR TAMAYO COLOMINA (2ª Parte)

(Objection!, 04/07/2013) Leonor Tamayo Colomina es coordinadorade la campaña en contra de la “Educación para la Ciudadanía“ y responde ahora a la pregunta:

¿Qué retos tuvistéis que enfrentar y cómo los superastéis?

La primera dificultad era hacer comprender a los padres la magnitud del problema, que no es algo aislado o personal sino que lo que estaba en juego era la libertad de todos, el derecho de los padres a elegir la formación moral de sus hijos. Que independientemente del colegio o el profesor,  el Estado pretendía imponer una moral,  y eso no afectaba a todos. Fuente:  profesionales ética.

 

Después debíamos explicar que el mejor camino para defender esos derechos de los padres era la objeción de conciencia a la ley de educación que incluía unas asignaturas adoctrinadoras. Y que la objeción no era una firma, que implicaba que el alumno saliera de clase.

Y ahí fue donde comenzaron los problemas. Los padres lo tenían claro, estaban dispuestos, pero los colegios y las administraciones, con algunas excepciones, se pusieron en contra: hubo presiones incluso físicas para que los niños entrasen en clase, amenazas, coacciones, mentiras, suspensos…..y sin embargo, podemos decir con orgullo que una inmensa mayoría de los padres se mantuvo firme ante los directores de los colegios, las administraciones y la Inspección de Educación. Pero hubo colegios también que objetaron en masa, el 100% de los padres y profesores se negaron a impartir o recibir EpC, hubo otros centros donde fueron decenas y cientos de objeciones presentadas, grupos de padres repartiendo información en los colegios y parroquias, hasta las 50.000 objeciones de conciencia frente a EpC.

Y el gobierno estaba punto de tirar la toalla.

Pero entonces el Tribunal Supremo resolvió la primera demanda presentada, no reconocía el derecho de los padres a objetar a EpC. Y después de unos días de confusión, desorientación y no tener claro hacia dónde ni por dónde debíamos ir, fueron los propios padres quienes despertaron y nos indicaron, una vez más, el camino: la libertad de conciencia está por encima de un Tribunal, nadie puede decirme lo que, en conciencia, debo hacer. Y seguimos objetando, saliendo fuera de clase, con las repercusiones académicas que suponía.

Pero con esto llegó la primera quiebra del movimiento objetor que se dividió dolorosamente en dos: los que asumían la sentencia del Tribunal Supremo, entraban en clase y abandonaban la lucha, liderados y empujados por algunas de las asociaciones nacionales que habían impulsado con nosotros la objeción, y los que decidimos seguir dando la batalla hasta el final.

Las presiones entonces aumentaron, el gobierno se sentía más fuerte que nunca, los colegios y medios nos ninguneaban, nos ignoraban o se mofaban de nosotros y de los padres. Aún así, seguimos adelante, hubo sentencias regionales favorables a los padres,  5.000 nuevas objeciones y casi 1000 recursos judiciales presentados después de la Sentencia del Tribunal Supremo. Había, en lo que quedaba del movimiento objetor, más unidad y fuerza que nunca. Seguimos sacando materiales de información que se ajustasen a la nueva situación con la explicación muy clara de las consecuencias de la objeción, seguimos avanzando sin dar ni un paso atrás, ése era nuestro lema. Las piedras también forman el camino y una dificultad bien superada se convierte en una fortaleza.

Y así , tal y como habíamos prometido a los padres, llegamos hasta el final y fuimos a Estrasburgo. Un grupo de más de 40 padres y alumnos viajamos juntos para entregar la demanda en representación de los 300 que la presentaban. Salió en todos los periódicos nacionales y eso fue demasiado para el enemigo. Hubo una nueva quiebra, más dolorosa aún,  del movimiento objetor por problemas y malentendido internos. Se mantuvo la batalla pero se rompió la unidad.  Y seguimos prácticamente solos Profesionales por la Ética y un buen puñado de padres, decidimos seguir  por el camino internacional iniciado, denunciando el adoctrinamiento de EpC en todos los foros europeos y en la ONU durante casi dos años sin dejar tampoco en ningún momento la batalla nacional, la presencia en medios, la presión política, la movilización social.

Sin duda, la división interna ha sido la peor y más dura de las derrotas, lo que verdaderamente consiguió debilitarnos y dejarnos casi totalmente fuera de combate. Y el enemigo lo sabe y siempre ataca por ahí. Pero no hay que rendirse nunca, hay momento más fuertes, momentos más débiles, pero hay que seguir para aprovechar las ocasiones de avanzar, no rendirse y apoyarse siempre unos en otros, no dejar a nadie solo, no perder la esperanza, la verdad siempre vence.