18 March 2025
 

Dónde queda el otro mundo

Padre, Alfonso Llanos Escobar. Periódico el tiempo, Colombia. Septiembre 2011

'Este' mundo es muy claro: el mundo material, objeto de nuestros sentidos. Es el que vemos, tocamos, sentimos y gustamos. No es otro que el mundo sensible y material en que nos movemos una vez salimos del seno materno. Los científicos, a través de los siglos, a partir de Ptolomeo, se han encargado de describirlo científicamente. Existen múltiples imágenes o representaciones de este mundo; y los científicos seguirán ofreciéndonos nuevos paradigmas de este mundo material en que habitamos.

El 'otro' mundo no es tan claro. La simplificación que haremos se presta a imprecisiones y deformaciones, que reconocemos de entrada.

El 'otro' mundo es el mundo espiritual, interior e inseparable de este mundo material que vemos y tocamos. Los griegos antiguos, sobre todo Platón y, en tiempos modernos, el filósofo Kant, nos hablan del mundo inteligible, que llamamos alma, solo que difiere en el orden de los seres vivos a medida que la evolución va creciendo, haciéndose más compleja, más sutil, más espiritual.

Por siglos se exageró la distinción entre estos dos mundos, materia y espíritu, cuerpo y alma, como si fueran dos realidades distintas con características contrarias. Recientemente, dos notables pensadores, el jesuita Pierre Teilhard de Chardin y el filósofo judío Hans Jonas, vienen superando el dualismo platónico exagerado, demostrando agudamente que no se trata de dos sustancias distintas, unidas y sincronizadas, sino de dos aspectos o dimensiones de una misma y única realidad.

"Materia y espíritu, escribe Teilhard en 1950, no son en absoluto dos cosas, sino dos estados, dos rostros o dimensiones de una misma trama o estopa cósmica, según se la mire o se la prolongue en el sentido en que crece, siguiendo la evolución o, al contrario, en el sentido en que decrece y se acerca a su origen". Jonás hace ver en su magnífica obra El principio vida que lo que llamamos alma no es otra cosa que la vida del cuerpo. La interioridad o alma del cigoto es la vida del genoma humano que va desarrollándose hasta formar el organismo vivo y adulto, vivo en virtud de la interioridad compleja y sutil que forma una unidad inseparable con el organismo. Cuando el ser humano muere, muere todo el compuesto y empieza a descomponerse la 'escafandra' u organismo que llamamos cuerpo. Los católicos confesamos que, en la muerte, la persona entera pasa a una vida nueva, a una plenitud más interior y profunda, a saber Dios, "el otro mundo", no distante, pero sí distinto del mundo material. Ya dijo san Pablo en el areópago: "En Dios vivimos, nos movemos y existimos". Y san Juan, refiriéndose a la muerte de Jesús, anuncia: "Cuando le llegó la hora de 'pasar de este mundo al Padre', amó a los suyos hasta el extremo". Jn 13,1-2.

¿Qué sacamos en limpio de todo esto? Que lo que llamamos 'otro' mundo no es una realidad distinta y alejada de 'este' mundo, sino su interioridad, su 'alma', que ha ido creciendo y desarrollándose a medida que el organismo crece. Esa interioridad es la que sustenta este mundo visible, como si fuera el alma del mundo. El organismo vivo realiza múltiples operaciones: entender, reflexionar, valorar, creer, amar, y otras mil. Los dos mundos, unidos e inseparables, operan y realizan todas estas acciones: se originan en el 'otro' mundo -nuestro mundo interior o 'alma'-, y aparecen o se manifiestan en 'este'.

Los creyentes de todas las religiones hablan de 'otro mundo' en un sentido más espiritual y profundo: de Dios, representado e imaginado en la Biblia como el cielo o firmamento, por su inmensidad y distancia de nosotros, pero es más interior a nosotros que nuestro yo o conciencia. Teilhard lo representa como el Medio Divino, en que nos movemos y existimos.

En resumidas cuentas: el 'otro' mundo queda muy cerca, en lo más íntimo y profundo de 'este' mundo. Es más real que este mundo visible.