El Santuario NUESTRO PADRE JESÚS, pertenenciente a nuestra Arquidiócesis de Ibagué, está ubicado al sur occidente del departamento del Tolima en el el municipo del Valle de San Juan.
DECRETO DE LA ERECCION DE LA PARROQUIA: No existe ni en los archivos de la Arquidiócesis ni en los archivos de la Parroquia, ya que esta jurisdicción perteneció antiguamente a la Arquidiócesis de Bogotá.
Los límites de la Parroquia existen y son originales, no existe algún Decreto donde presente alguna modificación de estos límites. Actualmente limita por el Oriente con el Municipio de Ortega y por el Occidente con el Municipio de Rovira.
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES
El santuario es ante todo lugar de la memoria de la acción poderosa de Dios en la historia, que ha dado origen al pueblo de la alianza y a la fe de cada uno de los creyentes.
Ya los Patriarcas recuerdan el encuentro con Dios mediante la erección de un altar o memorial (cf. Gn 12,6-8; 13,18; 33,18-20), al que vuelven como signo de fidelidad (cf. Gn 13,4; 46,1), y Jacob considera "morada de Dios" el lugar de su visión (cf. Gn 28,11-22). Por consiguiente, en la tradición bíblica el santuario no es simplemente fruto de una obra humana, cargada de simbolismos cosmológicos o antropológicos, sino testimonio de la iniciativa de Dios en su comunicación a los hombres para sellar con ellos el pacto de la salvación. El significado profundo de todo santuario es hacer memoria, en la fe, de la obra salvífica del Señor (8).
En el clima de adoración, invocación y alabanza, Israel sabe que fue su Dios quien quiso libremente el Templo y que no se lo impuso la voluntad humana. Lo atestigua de forma ejemplar la espléndida oración de Salomón, que parte precisamente de la dramática conciencia de la posibilidad de ceder a la tentación de la idolatría: «¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa que yo te he construido! Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Señor Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu presencia; que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa, sobre este lugar del que dijiste: "En él estará mi nombre"; escucha la oración que tu servidor te dirige en este lugar» (1 R 8,27-29).
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