23 April 2024
 

 

 

 

11 de mayo 2017. ¡Qué Jauría!. Autor: Padre, Mario García Isaza. Formador, seminario mayor en Ibagué, Colombia. Refiriéndose a las furibundas críticas que recibía la propuesta de referendo para rechazar la posibilidad de adopción por parejas homosexuales, su autora hablaba de un “tsunami”. Yo hablo de una jauría. Porque a eso se me parece la marimorena que armaron unos cuantos, que a propósito de ese proyecto atacaban con inocultable encono a la Iglesia y los valores que ella pregona relacionados con la moral católica

y especialmente con la familia; se organizaron en una auténtica traílla de mastines. Encabezada, nada de extraño, por el señor Presidente, que sin darse cuenta – o quizá dándose cuenta…- de que coaccionaba con sus afirmaciones a unas bancadas abyectas y sumisas, dijo que el proyecto estaba montado sobre “engaños y mentiras”; algo que él no debería siquiera mencionar; (no se nombra la soga en casa del ahorcado…) y, por supuesto, al aserto presidencial le hicieron coro sus obsecuentes ministros: el de salud, consecuente con su postura anticatólica; el de hacienda, que esgrimía argumentos económicos y se calla ante los miles de millones con que se sostiene actualmente la farsa de las FARC; el del interior, señor Cristo, que tildaba el referendo propuesto de “fraude a los principios democráticos”, él, que ha hecho parte de la felonía con que el gobierno se ha llevado por delante todo lo que es democracia; y luego, el Procurador general, el Defensor del pueblo, unos cuantos magistrados de las cortes; y todos ellos aupados por los columnistas prosternados ante el régimen, que desde El Tiempo, El Espectador, Semana, Caracol, hacían coro aullador; por citar solo algunos : el editorialista de El Tiempo del domingo 9 de mayo, para quien apoyar esta iniciativa equivalía a revivir lo que llama “página nefasta de la historia… y a volver a sermones incendiarios de algunos prelados católicos…”; o, en El Espectador, David Rodríguez, para quien “la familia debe reinventarse”…; Francisco Gutiérrez, que calificó el proyecto de “canto al atraso, esperpento, antiestético”…Aura Lucía Mera, que afirmó que hablar de la recuperación de la familia y de la conservación de la moral es utilizar “un sofisma vergonzoso”, y que dijo alegrarse porque dizque la Iglesia católica “no apoya ese grotesco montaje”… ( ¡Vaya, vaya! : si eso fuera cierto, yo no me alegraría, lo lamentaría ) 

¿Ven ustedes? Una verdadera jauría. Y una jauría que aúlla, y probablemente seguirá haciéndolo, especialmente, contra lo que para nosotros, los católicos, es un valor nuclear de la sociedad: la familia, que nace del amor y la relación entre un hombre y una mujer, tal como la establece la ley natural, que es ley de Dios. Yo creo que contra ese coro furioso, enconado, atosigado por el odio y la increencia, tenemos que levantarnos. Y es importante y bueno recordar lo que al respecto profesamos. Nos dice el Vaticano II : “ Fundada por el Creador, y en posesión de sus propias leyes, la íntima comunidad conyugal de vida…se establece sobre el consentimiento personal e irrevocable de los cónyuges” ( Gaudium et spes, 48); “el reconocimiento obligatoria de la igual dignidad del hombre y de la mujer, en el mutuo y pleno amor, evidencia la unidad del matrimonio confirmada por el Señor “ (ib. 49) Y en el Catecismo de la Iglesia, leemos : “Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó la familia humana y la dotó de su constitución fundamental” (2203); “La familia es la célula original de la vida social. Es la sociedad natural en que el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en el don de la vida” (2207); “La importancia de la familia para la vida y el bienestar de la sociedad, entraña una responsabilidad particular de ésta en el apoyo y fortalecimiento del matrimonio y de la familia” (2210) En el “Compendio de la doctrina social de la Iglesia”, elaborado por encargo de San Juan Pablo II, encontramos una solidísima y luminosa doctrina sobre el matrimonio y la familia. Vale la pena citar algunas afirmaciones de ese estupendo documento, que vienen en él avaladas con numerosas citas de mismo pontífice en la “Familiaris consortio”, del Concilio, y de muchos otros documentos del Magisterio. 

“Gracias al amor, realidad esencial para definir el matrimonio y la familia, cada persona, hombre y mujer, es reconocida, aceptada y respetada en su dignidad…Una sociedad que tiende cada vez más a relativizar y banalizar la experiencia del amor y de la sexualidad, exalta los aspectos efímeros y oscurece los fundamentales de la vida…Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los dos sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuo…Las uniones de hecho…se basan sobre un falso concepto de la libertad de elección de los individuos, y sobre una concepción privada del matrimonio y de la familia…La eventual equiparación legislativa entre la familia y las uniones de hecho, se traduciría en un descrédito del modelo de familia, que no se puede realizar en una unión precaria entre personas, sino sólo…en el pacto entre un hombre y una mujer fundado sobre una elección recíproca y libre que implica la plena comunión conyugal orientada a la procreación…. Sólo a la luz de una antropología que responda a la plena verdad del hombre…se evidencia qué incongruente es la pretensión de atribuir una realidad conyugal a la unión entre personas del mismo sexo. Se opone a esto, ante todo, la imposibilidad objetiva de hacer fructificar el matrimonio mediante la transmisión de la vida….también se opone a ello la ausencia de los presupuestos para la complementariedad interpersonal querida por el Creador, tanto en el plano físico-biológico como en el eminentemente sicológico entre el varón y la mujer. Únicamente en la unión entre dos personas sexualmente diversas puede realizarse perfección de cada una de ellas…” (Op. Cit., 221 a 229) 

Y cómo no invitar a acercarnos al bellísimo documento que el Papa Francisco nos ofrece sobre el tema que nos ocupa. Su exhortación “Amoris laetitia” es una mirada llena de sabiduría, de humanismo, de verdad, de claridad, sobre esta institución, al propio tiempo divina y humana, del matrimonio y la familia. Invitando a atravesar el umbral de una casa familiar, dice bellamente el Papa: “En el centro encontramos la pareja del padre y de la madre con toda su historia de amor. En ellos se realiza aquel designio primordial que Cristo mismo evoca con intensidad : <¿ no han leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer ?>( A.L.. 8-9) Más adelante, analizando los desafíos que enfrenta hoy la familia, nos dice : “Nadie puede pensar que debilitar la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica la maduración de las personas….Sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un hombre y una mujer cumple una función plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad. Debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio.” (52) “Todo niño tiene derecho a recibir el amor de una madre y de un padre, ambos necesarios para su maduración íntegra y armoniosa…Respetar la dignidad de un niño significa afirmar su necesidad y su derecho natural a una madre y a un padre” (172) “ Hay roles y tareas flexibles, que se adaptan a las circunstancias concretas de cada familia, pero la presencia clara y bien definida de las dos figuras, femenina y masculina, crea el ámbito más adecuado para la maduración del niño” (175) “ El interés superior del niño debe primar en los procesos de adopción” (180) (Todos los subrayados son míos) 

 

¿Quién se atrevería a pedir mayor claridad o más profundidad en la doctrina ? Pues : esa es la doctrina que tenemos que defender, esa la que la jauría furiosa ataca y quiere socavar, siempre con argumentaciones especiosas y sesgados sofismas. Correo electrónico del autor: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.