15 November 2024
 

LA MISIÓN:  UN PASO DE LA COMODIDAD AL MOVIMIENTO

5 de Octubre de 2014Autor: Cristian Camilo Cárdenas Aguirre.  Seminarista Arquidiócesis de Ibagué.  El mes de octubre ha tenido una especial dedicación a la misiones; una de sus razones es por la conmemoración de Santa Teresita del Niño Jesús: una mujer que desde el convento se dedicó a su labor misionera. Ella, no salió del convento, sin embargo, es la patrona de las misiones.

En los orígenes del cristianismo, los Apóstoles fueron conquistando almas para Dios a través de la misión; ejemplo de esto fue San Pedro y San Pablo: Pedro enviado a los judíos y Pablo a los paganos. Cada Apóstol ejerció su misión en distintos lugares, como Santo Tomás en la India. Luego, la Iglesia tomando este modelo apostólico, continuó su labor misionera, aunque esta labor no ha sido nada fácil, debido a las dictaduras de cada tiempo que oprime los procesos evangelizadores; víctimas de estas opresiones, han sido martirizados, torturados, encarcelados; pero no por eso, la misión se anquilosa, sino está en movimiento, como Jesús lo hizo en este mundo, inclusive, hasta dar la vida por Cristo, llegando a convertir todo nuestro sufrimiento en una base de construcción de nuevos cristianos.

Pero, ¿Qué es misión? Para entenderlo hay que unirlo a otro término: “evangelización” en palabras del papa Francisco “es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo”. (Cfr. Evangelii Gaudium N° 23). En otras palabras, Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi afirma que, “la Iglesia existe para evangelizar, esta es la vocación propia de la Iglesia” (N° 14) Esta es su base fundamental, y sin ella, toda su estructura caería al piso.

Hay muchos que le huyen a la misión, tal vez por temor, vergüenza o por que tienen ideas fantasiosas como: ¿yo que voy a decir? ¿Qué tal que quede mal? ¿Y si no me escuchan? ¿Y si no respondo bien? u otras sentencias como: no tengo tiempo, yo no tengo estudio, Me da miedo hablar o, eso solo lo hacen los sacerdotes y religiosos o religiosas. Al examinar estas y otras cuestiones que se hacen, siempre sale a flote el “yo” como si la misión fuera mía. Y resulta que la misión es de Cristo. Es a Él de quien vamos a hablar, y si tenemos esta convicción, todo interrogante se va degradando, ya que el Espíritu Santo hablará por nosotros y dirá lo que tenemos que decir (Cfr. Mc 13,11. Jn 14,26). Los Apóstoles no eran personas versadas, eran sencillos; su fuerza misionera brota del convencimiento que se tenga de Cristo, es ÉL, el centro de la misión. Quien no los atendía, se sacudían el polvo de sus sandalias y continuaban su camino (Cfr. Hechos 13, 14. 43-52), de igual manera, el mensaje que expresaban, no lo hacían con gran elocuencia como lo dice San Pablo, al contrario, manifestaban que sentían temor al dirigirse a la comunidad, pero sabían que todo su ser era movido por Dios (Cfr. 1 Cor. 2, 2-5). Así que la misión compete a todos nosotros; hay que dejar de un lado toda estructura que no nos deja salir de nosotros o prejuicios que se pueden llegar a crear o Porque entonces, cuando hablamos de otra persona, no nos da miedo, y hasta muchas veces lo hacemos con tanta seguridad, como si hubiésemos estado presente en el lugar de los acontecimientos o hasta lo hayamos vivido. Si somos capaces de contar noticias (no necesariamente como chisme o por destruir la vida de la otra persona) cuánto más hacerlo por la obra salvadora de Cristo Jesús.

El mensaje misionero no se trata de teorías o posturas teológicas. El mensaje más convincente es la experiencia personal que hemos tenido con Cristo; un mensaje que evoque y provoque un testimonio personal, arrastra más que una postura teológica. Algunos mensajes se convierten en hablar de los testimonios de otros, pero atrae más el propio.

Otro aspecto valioso para la misión es hacer el OSO por Cristo; ¡es verdad!, no se alarme, hay que hacer el oso al evangelizar. Quien no hace el OSO, la misión se convertirá en una conversación que se pueda tener con el oyente, o quizás, llegar a conseguir un amigo más.

Y ¿qué es hacer el OSO? Es hacer Oración, Sacrificio y Ofrenda; una misión que no vaya acompañada de estos tres elementos, su esfuerzo será en vano, y el hablar de Dios será contar una noticia más de todas las que suceden, pero que con los días, ya nadie se acordará y la vida continuará como antes.

¿Y los que no pueden salir a la misión? ¿Cómo cumplir esa obligación de bautizado? Realmente el visiteo, la atención pastoral es solo una forma de evangelizar. Desde cada condición se puede evangelizar; una sonrisa, una palabra amable, una acogida, un consejo oportuno, un buen saludo, un mensaje sobre Dios; esto es hacer misión también. La mejor evangelización no consiste en protagonizarnos, sino en reflejar a la persona de la que hablamos y vivimos. Así, que no hay excusa para misionar.

De esta manera toda la Iglesia, está llamada a la misión; no se necesita ir a las periferias universales de territorio, solo basta con mirar la periferia de mi familia, del vecino, del amigo cercano, del que sufre, del pobre, del que me pide algo con una lágrima en su rostro; estas periferias que se hacen patente en la cotidianidad de nuestra vida, son a esas, las que en primera medida estamos llamados a evangelizar.