22 September 2024
 

3 Septiembre 2012.  Fuente, encuentra. Los Padres de la Iglesia son los pensadores cristianos que han contribuido de forma determinante en la construcción del edificio doctrinal del cristianismo, aceptado y ratificado por la Iglesia. Su período de acción va de los comienzos del cristianismo al Siglo  VII.

En el tiempo del esplendor romano y de la grandeza de la cultura helenística nace el cristianismo como religión. Debemos de saber que el tiempo al que nos referimos se caracterizaba por los grandes conocimientos que la humanidad había alcanzado en geometría, física, filosofía, medicina, etc. Es el tiempo en que el poder legal romano  alcanza a todo el mundo mediterráneo y la cultura griega se esparce por el mundo conocido. Es el tiempo de los césares, de la Biblioteca de Alejandría y de las escuelas filosóficas helenistas. En este ambiente de alta cultura filosófica, los primeros cristianos tuvieron que exponer sus creencias en armonía con la razón, a fin de que los hombres pudieran entender que Dios se había encarnado en Cristo para la salvación de todos.

Sabemos que la Iglesia tuvo un origen modesto: compuesta por un grupo de temerosos pescadores que recuperaron la confianza en El Maestro al verlo resucitado. En poco tiempo el Evangelio, la buena noticia, comenzó a ser predicado por el mundo romano. Pasado un tiempo, las distancias entre unos cristianos y otros comenzaron a agrandarse y las diferencias entre ellos comenzaron a acentuarse. Es entonces que  la unidad de la doctrina cristiana comienza a peligrar, ya que había múltiples interpretaciones sobre algún tema teológico.

Ante este problema, algunas autoridades de la Iglesia comenzaron a resolver los problemas teológicos dándoles una interpretación acertada, basándose en las enseñanzas de los apóstoles. Varios textos fueron escritos y enviados a los cristianos de diferentes comunidades, de parte de autoridades de otros lugares. Estos primeros autores que comenzaron a definir el cuerpo doctrinal del cristianismo y a usar herramientas filosóficas para comprenderlo mejor fueron los Padres de la Iglesia.

Atributos de los Padres

Es muy extenso el lapso en que floreció la Patrística. Comienza en el Siglo I y termina en el Siglo VII, habiendo pasado por una consolidación. En estos tiempos aparecieron diversos autores eclesiásticos, pero no todos son reconocidos como Padres. ¿Qué hace a un Padre de la Iglesia?

«Padres de la Iglesia se llaman con toda razón —escribió Juan Pablo II en la Carta Apostólica Patres Ecclesiae (27/01/1980)— a aquellos santos que con la fuerza de la fe, con la profundidad y riqueza de sus enseñanzas la engendraron y formaron en el transcurso de los primeros siglos». Desde un punto de vista histórico y académico, los Padres de la Iglesia son los pensadores cristianos que han contribuido de forma determinante en la construcción del edificio doctrinal del cristianismo, aceptado y ratificado por la Iglesia. (1 )

Desde los comienzos de la Edad Media, se tuvo un listado de características que un autor cristiano antiguo debía tener para ser considerado Padre de la Iglesia. Hoy en día la tradición marca 4 características esenciales de los Padres. Las tres primeras son ya mencionadas en el Siglo V, época de oro de la Patrística, en que algunos pensadores más antiguos ya eran considerados como Padres.

Antigüedad: entre más antiguo es un Padre, más cerca estuvo de la convivencia con los primeros cristianos y Apóstoles. La antigüedad es testimonio de la prevalencia de una creencia en el cuerpo doctrinal. Si un Padre antiguo la menciona, poco se duda de su autenticidad.

Ortodoxia universal de la doctrina: se excluye a los escritores abiertamente heréticos, cismáticos y a aquellos cuyas obras contienen graves y sistemáticos errores.

Consentimiento unánime: La aprobación por parte de la tradición del magisterio de la Iglesia. Es decir, fama reconocida por los pastores. Este reconocimiento es tácito y de acuerdo a una tradición. No hay un documento que apruebe la paternidad doctrinal, sino la aceptación de las doctrinas.

Santidad de vida: Vida de rectitud, virtud y bondad. No es necesario el título de santo pero sí la fama de santidad. Algunos escritores importantes como Orígenes o Tertuliano no tienen el título propio de Padres de la Iglesia, pues algunos aspectos de su vida son aún controversiales. Sin embargo, temáticamente se les considera dentro del grupo.

Características doctrinales comunes de los Padres de la Iglesia

Ya hemos mencionado que el cristianismo nación durante el esplendor del dominio romano y de la cultura helenística. Por tanto, tuvo que enfrentarse con profundas críticas de parte de los gobernantes y los filósofos. Es así que las leyes imperiales y la filosofía parecían opuestas al cristianismo, sin embargo, los primero Padres Apostólicos supieron acoplar cristianismo, filosofía y política de armonía. Tomando en cuenta que, la exposición de las ideas cristianas en un mundo como el que describimos llevó a la creación de la primera Literatura cristiana, incluyendo los evangelios y las cartas de los primeros obispos, señalemos brevemente las características comunes que los Padres presentan en sus obras:

Diálogo con la filosofía para entender mejor los contenidos de la fe

Aprecio de la razón para enriquecer y hacer una discurso teológico correcto.

Explicitación del mensaje de Cristo en el Evangelio:Con el manejo de las autoridades apostólicas y la correspondencia del Nuevo Testamento  con con el antiguo.

El mantenimiento de la pureza doctrinal del cristianismo frente a las nuevas herejías e interpretaciones incorrectas de los temas centrales del cristianismo.

El uso de la lengua local para difundir o defender las ideas centrales del cristianismo, en estilo elegante y conciso.

Padres de Oriente y Padres de Occidente

El cristianismo se originó en Judea, y sus primeros seguidores difundieron sus ideas en lengua aramea. Sin embargo, los cristianos que entraron en contacto con el mundo mediterráneo oriental, rápidamente cambiaron al griego como lengua de difusión. Este cambio tuvo c0nsecuencias fructíferas, pues el griego era una de las lenguas comunes de entonces. Así el cristianismo tuvo una difusión sin obstáculos. Eventualmente, los cristianos que llegaron a Roma o a las regiones de fuerte influencia latina, comenzaron a usar el latín para difundir el cristianismo.

Esta división lingüística da, a grandes rasgos, la clasificación geográfica de los padres en griegos y latinos. Ambas vertientes se abocaron a resolver semejantes problemas teológicos que eran propuestos por grupos sectarios. Así, San Atanasio de Alejandría discutió con los arrianos, San Ireneo de Lyon con los gnósticos, San Agustín de Hipona con los maniqueos y Boecio con los nestorianos. De este modo, la doctrina católica se mantuvo recta en todos los ángulos geográficos del cristianismo.

¿Por qué es importante estudiar a los Padres Hoy?

En pleno Siglo XXI, ¿por qué debemos leer a autores de hace 1400 años? Simplemente por la perennidad y valor de sus enseñanzas. Los Padres son clásicos: hombres universales que tratan de los problemas fundamentales del ser humano. Los Padres fueron, a la vez, hijos de su tiempo e hijos de Dios por medio de Cristo. Desde su cultura clásica supieron buscar el entendimiento de la fe  con la plenificación de las facultades  humanas, sobre todo, de la intelectual.

Fe y razón: el entendimiento razonable de las enseñanzas.

Uno de los problemas resueltos por los Padres es la aparente oposición entre la fe y la razón. Si ya se tiene la fe y se conocen las realidades últimas  ¿qué finalidad tiene la razón en el pensar humano? Y si ya se tiene la razón como acercamiento natural a la realidad eterna, ¿de qué sirve la fe en la aceptación de un Dios extraño? La mayoría de los Padres se compenetraron de la filosofía clásica sin renunciar a la sabiduría de Dios presentada en Cristo. La visión de Cristo como Razón del Padre les permitió entender desde una limitada razón humana las enseñanzas reveladas. Supieron buscar el entendimiento de la fe  con la plenificación de las facultades  humanas, sobre todo, de la intelectual. Por tanto, pudieron hablar racionalmente de temas religiosos; respetando los conocimientos revelados, pero entendiéndolos óptimamente en los límites de la razón humana.

Muchos Padres de la Iglesia hicieron una inculturación de las enseñanzas reveladas, vertiéndolas en un lenguaje que fuera inteligible para los neófitos y que no alterara el contenido doctrinal de aquellas enseñanzas. A decir de la mayoría de los Padres, la fe busca el entendimiento. Es decir, quien no trata de entender lo que cree, no cree bien del todo y no ha plenificado sus facultades intelectuales. Por tanto, hay que tratar de explicitar las doctrinas de Cristo, a fin de entenderlas y hacerlas vida de plenitud.

Problemas fundamentales planteados y abiertos a solución.

Debido a su formación clásica, los Padres aprendieron a discutir sobre temas de importancia radical para el ser humano: la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, la libertad del hombre, la felicidad eterna. Planteándose en la autoridad de Cristo y valiéndose de la filosofía, dieron valiosas interpretaciones sobre el mundo, el hombre y la naturaleza de Cristo. Por ejemplo, presentaron al hombre como un ser compuesto, integrado por cuerpo, alma y espíritu. Sin estos tres componentes, el hombre no existe en plenitud. Por tanto, la mayoría de ellos creyó que, para plenificar al hombre, hay que buscar la plenitud integral, tomando en cuenta cada uno de los componentes.

Marco Histórico de los Padres de la Iglesia del Siglo IV y V

7 septiembre 2012

Sección: Padres de la Iglesia

                El fin de la época de los Padres apologistas comienza con un período de florecimiento que se inicia con el concilio de Nicea en el año 325, y concluye con el concilio de Calcedonia en el año 451. Es la época de un gigantesco esfuerzo por la completa evangelización del mundo antiguo, a la cual se le llama edad de oro de los Padres.

                A comienzos del siglo IV, nuevos panoramas se abren a la vida de la Iglesia. Después de casi tres siglos de persecuciones comienza un largo período de paz que facilitó extraordinariamente la expansión y el desarrollo del cristianismo. La fecha clave de este cambio se sitúa en el año 313, cuando el emperador Constantino, agradecido al Dios de los cristianos por la victoria militar que le aseguró el dominio del Imperio romano, promulgó el edicto de Milán, con el que quedaron revocadas las leyes contrarias a la Iglesia. A partir de entonces, el cristianismo quedaba reconocido como religión y se le permitía a sus adeptos trabajar en las estructuras del estado. Más tarde, el emperador Teodosio, en el año 380, prohibió el culto pagano, y el cristianismo fue declarado como religión oficial del imperio Romano.

                Con la llegada de la paz religiosa, los cristianos pudieron edificar sus propias iglesias. Fueron levantadas las grandes basílicas en Roma, como las de San Juan de Letrán, San Pedro y San Pablo; y en Palestina, la basílica de la Natividad en Belén, y las del Santo Sepulcro y Monte de los Olivos, en Jerusalén. Al mismo tiempo, se emprendió la evangelización progresiva de la gente del campo. En esta obra de evangelización se destacaron los monjes, como San Antonio Abad y San Benito.

                También fuera de los territorios sometidos al Imperio Romano se propagó con fuerza el cristianismo, pero luego se frenó por la proliferación de herejías en torno a los dos grandes misterios centrales de la fe: El de la Santísima Trinidad y el de la Encarnación.

                El misterio de la Santísima Trinidad se discute en el siglo IV y comienzos del siglo siguiente contra el arrianismo, el cual negaba la igualdad substancial entre el Padre y el hijo, poniendo a Jesucristo inferior al Padre. Esta herejía fue combatida en el Concilio de Nicea y en el de Constantinopla I en los años 325 y 381.

                El misterio de la Encarnación, se discute en el siglo V contra el nestorianismo y el monofisismo. El nestorianismo hacía de Jesucristo un hombre perfectísimo, habitado por la divinidad, pero solo hombre. Esta herejía fue condenada en el Concilio de Éfeso, en el año 431, en donde se declara la divinidad de Jesús y la Maternidad divina de María.

                El monofisismo afirmaba que tras la unión del Verbo con la carne, la naturaleza humana de Cristo había sido “absorbida” por el Verbo, o al menos disminuida, lo cual es condenado en el Concilio de Calcedonia, en el año 451, en donde se declara el dogma de la unión hipostática de las dos naturalezas de Cristo: Humana y Divina, en la segunda persona de la Santísima Trinidad.

                Casi todas las grandes controversias teológicas se originaron en el Oriente cristiano, y allí en efecto se resumieron por los cuatro primeros Concilios ecuménicos. La única discusión teológica desarrollada en Occidente fue promovida por Pelagio, que negaba la existencia del pecado original, y afirmaba que la gracia no era necesaria para hacer el bien; esta herejía fue rebatida por San Agustín, la cual se condenó por un Concilio provincial.

                Gracias al influjo del Espíritu Santo sobre los Santos Padres de manera que pudieran cumplir con la misión de defender y exponer la genuina fe de la Iglesia, recibida de generación en generación desde los tiempos apostólicos; y a los Concilios ecuménicos en los que los obispos se reunieron para dilucidar tan graves cuestiones teológicas, la fe de la Iglesia salió indemne y fortalecida, e hicieron que fuera más consciente y vivida en la práctica.

                Son muchos los Padres de la Iglesia en este período, pero los más importantes son aquellos a los que se les atribuye el titulo de “Doctor eclesiástico” tanto en los Padres Orientales o Griegos, como en los Padres Occidentales o Latinos.