25 April 2024
 

Otro de los males que enumeró el Papa fue el de la "rivalidad y la vanagloria", que surge "cuando la apariencia y el color de los vestidos y las insignias de honor se convierten en el objetivo primario de la vida".

"La enfermedad de la esquizofrenia existencial", está presente en los que viven "una doble vida fruto de la hipocresía típica del mediocre" y afecta a aquellos que "han abandonado el servicio pastoral sólo para hacer los asuntos burocrático", agrego.

"Las habladurías y los cotilleos", son otra de las enfermedades citadas por el papa, así como la de "divinizar a los jefes", al ser "víctimas del carrerismo y del oportunismo" pensando sólo a lo que se debe obtener y no a lo que se debe ofrecer". Además citó "la enfermedad de la indiferencia hacia los demás"; la de la "cara fúnebre", pues el religioso "debe ser una persona amable, serena y entusiasta y alegre que transmite alegría", dijo"Qué bien hace una buena dosis de humorismo", agregó el Papa Bergoglio.

La enfermedad de "acumular bienes materiales", la de pertenecer "a círculos cerrados y la de la "mundanidad y el exhibicionismo", concluyeron la lista.

El Papa Francisco también quiso recordar que un día leyó que "los sacerdotes son como los aviones que son noticia cuando sólo cuando se caen". Entonces subrayó que, sin embargo, "hay muchos que vuelan", pero que "muchos critican, pero pocos rezan por ellos". Y concluyó advirtiendo: "Cuánto mal puede causar un solo sacerdote que cae a todo el cuerpo de la Iglesia".  

LA CONVERSIÓN EN EL SACERDOTE ES IMPORTANTE

10 Abril 2014.  CONVERTÍOS: Mateo 3,2.  Mensaje del Señor Arzobispo de Ibagué, a los sacerdotes con motivo del retiro de preparación para la semana mayor 2014. El trato de los sacerdotes con Dios y con las cosas santas exige que reconozcamos el pecado que hemos cometido y vivamos en permanente conversión. Iniciamos toda misa pidiendo perdón no solo por los fieles sino por nosotros mismos. Para proclamar el evangelio pedimos que sean limpios nuestros labios y nuestro corazón.

En el lavatorio de las manos nuevamente pedimos perdón por nuestras iniquidades. Antes de recibir la Eucaristía volvemos a pedir un corazón limpio. La conversión verdadera nos lleva a quitar las raíces y causas que alimentan el mal que nos daña.

Necesitamos "lavar el corazón» (Himno de Laudes en Domingo de cuaresma.)

El clamoroso llamado de Dios... "Convertíos a mí de todo corazón, con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad vuestros corazones y no vuestras vestiduras y convertíos al Señor nuestro Dios porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad y se arrepiente de las amenazas" Joel 2,12-13. Dice Juan Bautista: "Convertíos porque el Reino de los cielos está cerca" Mateo 3,2

La conversión parte de una decisión: "... se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre pequé contra el cielo y contra ti y levantándose partió hacia su padre. " Lucas 15,11-20. La conversión se va logrando con el ejercicio de la vida ministerial. Se complementan vida ordinaria y conversión permanente. La conversión es un dinamismo de crecimiento continuo en la virtud y en la santidad, transforma la vida interior que se va llenando de alegría, renueva las relaciones con nuestros hermanos y nos permite recibir las gracias que nos vienen de la Comunión de los Santos. Conviértete "para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra. Efesios 6,3.

Algunos modelos de conversión: Adán y Eva quienes a pesar del grave daño a sí mismos y a toda la humanidad, lloraron su pecado, se convirtieron y regresaron a la gracia. David, modelo de penitente dejó escrito su nuevo camino en el Salmo 50. Isaías, es purificado, su pecado es quemado por el fuego o brasa divina del perdón. Azarías en el horno dice a Dios: "Hemos pecado y cometido iniquidad apartándonos de ti y en todo hemos delinquido, por el honor de tu nombre no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia". María Magdalena limpia y renueva su corazón con el fuego del amor. Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia, reciben el perdón de sus pecados para cumplir sus grandes tareas en la fundación y expansión de la Iglesia. San Agustín pasa por la conversión y la penitencia para llegar a ser modelo de pastores. Nosotros estamos en el tiempo oportuno para volver al amor primero, ahora cuando todavía es posible.

Frutos de la conversión:

•         Retorno a la alegría y a la paz. Cristo es nuestra paz. Dice el Papa Francisco: Cristo "es siempre joven y fuente constante de novedad" EG 11. El convertido vuelve a gustar el buen sabor de la vida, del trabajo, de la misión, del testimonio, de la obediencia, de la oración, - de la renuncia. El Papa habla de "conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma nuestra vida por entero. Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos ofrece todo". Evangelii Gaudium, 12

•         Renovación de las fuerzas espirituales. A los convertidos, Dios "les renovará el vigor, subirán con alas como de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse" Isaías 40, 31

•         La vida nueva. "Si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, vivirá sin duda, no morirá. Ezequiel 18,21.

•         Equipamiento con la armadura de Dios. “ fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de - Dios para poder resistir a las asechanzas del Diablo" Efesios 6, 10-11

La conversión del sacerdote es un renacimiento de:

» La fuente de vida nueva que brota del sacramento de la confesión, tanto de los fieles como del mismo sacerdote. Sobre la confesión personal del sacerdote nos dice San Juan Pablo II: "Es importante que redescubramos el sacramento de la Reconciliación, como instrumento fundamental de nuestra santificación.

Acercamos a un hermano sacerdote, para pedirle esa absolución que tantas veces nosotros mismos damos a nuestros fieles, nos hace vivir la grande y consoladora verdad de ser, antes que ministros, miembros de un único pueblo, un pueblo de salvados. Es hermoso poder confesar nuestros pecados y sentir como un bálsamo la Palabra que nos inunda de misericordia y nos vuelve a poner en camino ... Recurramos asiduamente, queridos sacerdotes a este Sacramento, para que el Señor purifique constantemente nuestro corazón haciéndonos menos indignos de los misterios que celebramos. (Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los Sacerdotes para el Jueves Santo de 2001, 10. 11)

» La identidad sacerdotal que en el camino se ha desdibujado

» La condición de profeta, alimentándose de la Palabra de Dios y dándola con generosidad y sabiduría a los fieles.

» La recepción de la Eucaristía en alma limpia, como morada digna para el Pan de vida eterna.

» La oración y el culto divino en donde encuentra las energías que sostienen la vida sacerdotal. La oración sostiene a Moisés en cuanto legislador, liberador y sacerdote: "Yahvé hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo" Éxodo  33, 11.  Ante la columna de nube, cuando el Arca se ponía en marcha Moisés oraba así: "¡Levántate, Señor! que se dispersen tus enemigos, huyan de tu presencia los que te odian". Y cuando se detenía el Arca, decía: "Descansa, Señor, entre las multitudes de Israel" Números 9, 33-36

» El amor de los fieles, corderos y ovejas que el Señor le encomienda en su camino hacia la salvación: "Apacentad la grey de Dios que os está encomendada... no por mezquino afán de ganancia sino de corazón; no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey. Y cuando aparezca el Mayoral recibiréis la corona de gloria que no se marchita". 1 Pedro 5,2-4

» La nueva amistad con Dios que se ha roto o enfriado por el pecado: "vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. No os llamo siervos sino amigos". Juan 15, 14-15 » La "connaturalidad con las realidades divinas" de que habla el Papa Francisco en Evangelii Gaudium 119.

» El permanente discipulado y el servicio misionero en la Iglesia, dimensiones que ocupan toda nuestra vida. » El gusto por las cosas de Dios. Volvemos a decir: "Mi alma está sedienta de Ti como tierra reseca, agostada, sin agua" Salmo 62.

» La relativización de las cosas y acontecimientos que no son importantes, con el fin de darle el primer lugar a Dios. Busquemos en todo el Reino de Dios, que lo demás llegará por añadidura y como don de la Providencia divina.  Felices Pascuas de Resurrección.

+  Flavio Calle Zapata

Arzobispo de Ibagué