- La misión es un don divino, como una antorcha que pasa de mano en mano.
- El alma de la misión es la Eucaristía: un amor que piensa solo en la entrega: “Si me amas, apacienta”.
- Y este amor a todos tiene que ser como el del Maestro, hasta dar la vida por todos
Sabían bien que era Jesús… A Dios nadie le ha visto ni le puede ver”, porque Dios es espíritu y escapa a nuestros sentidos corporales. Pero se deja ver indirectamente, en signos o señales que son retratos suyos: en la naturaleza, en los acontecimientos de la vida y en sus imágenes, los hombres. Sólo hace falta abrir bien los ojos, porque camina a nuestro lado.
- Descubrir a Jesús en la fe y en el amor, como los Apóstoles, es obedecer a este Jefe y a su Evangelio, antes que a los hombres.
- Conocer al Resucitado y hacerle cognoscible, es compartir con los demás no sólo la Eucaristía, sino también el trabajo, el pan y el testimonio.
Imaginamos que después de Pascua todo sería distinto, pero la vida nos convence de lo contrario. Volvemos a sentir las fatigas, las tentaciones y las dificultades con el prójimo. Volvemos a vivir el cansancio de nuestra propia pequeñez.
Antes las tentaciones nos parecían invencibles; ahora después de haber meditado sus dolores y su muerte, es como casi imposible ofender a Dios. Antes, trabajábamos sin sentido, y ahora sabemos que con Él estamos mejorando el mundo. Que aunque dudamos y a veces tropezamos, lo hacemos con gozo y con entusiasmo.
Es necesario que volvamos al lago, porque la pesca sigue esquiva; la madrugada no es demasiado luminosa, pero allí está “El Señor” y basta mirarlo, escrutando en la sombra. Es allí donde se oye su voz y su Palabra, y se llenan las redes con gran cantidad de peces grandes…. Por eso hermanos: ¿Qué importa seguir embarcados en la noche, cuando las madrugadas nos aguardan a todos con la sorpresa de su presencia?.
- UN PASTOR PARA TODOS: “Las ovejas oyen su voz”: Hch 13,14.43-52/Sal 100/Ap 7,9.14b-17/Jn 10,27-30.
Acá sería poco lo que podemos compartir, puesto que el mensaje principal lo tenemos en nuestros propios pastores los Obispos.
Jn 10, 27-30: Jesús conoce a cada persona a fondo y como única. De la misma manera, cada persona está llamada a conocer y a amar a Jesús como amigo, a seguirlo y a escucharlo.
- Porque Jesús nos conoce y nos ama (“el Pastor conoce sus ovejas”), se adapta a cada uno, ayudándonos de acuerdo a nuestras debilidades y necesidades.
- En un rebaño, algunas ovejas son lentas y perezosas, otras son muy ansiosas y rápidas; algunas están enfermas, otras son cojas, algunas tienen tendencia a perderse, y otras a desviarse…
- Jesús hermanos, es cuidadoso en guiar a cada persona, con infinita compasión, a los pastos de la vida verdadera y perdurable.
Con este tema se celebra es el día de la parroquia y del seminario; para que vuelva a llenarse el redil de los creyentes; hace falta reclutar muchas y santas vocaciones sacerdotales, que son los buenos pastores que actúan en nombre de Cristo y de su Evangelio.
Saber escuchar…. Significa que no basta formar parte del rebaño sino que exige una relación personal: escuchar su voz.. Las ovejas saben escuchar su voz; pero saber escuchar el Evangelio no es tan sencillo como pudiéramos creer.
Para llevarlo a la práctica…
- ¿En qué medida sirve Jesús de orientación a mi vida y a mi propia misión?
- ¿He pensado y valorado lo que la fe me está aportando a mi vida?
- A veces nos desanimamos porque creemos que somos minoría, pero en realidad somos multitud y tenemos la gracia.
- Hoy más que nunca debemos rezar por las vocaciones a la vida religiosa y consagrada.
- Hoy tal vez se habla de crisis vocacional como si Dios se hubiera cansado de llamar.
“dijo Jesús: Yo soy el Buen Pastor. Mis ovejas escuchan mi voz y ellas me siguen y yo les doy la vida eterna”. (San Juan, cap 10).
Hace varios años nos conmovió a todos el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, y Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, los heroicos Obispos de San Salvador y del Arauca que morían realizando perfectamente la misión del Buen Pastor que, es: dar la vida por sus ovejas. Todos nos enteramos de sus compromisos con el pueblo, de su valentía cristiana y su vida plenamente sacerdotal, su fe y su mansedumbre, su amor a todos sin distingos y su entrega hasta la muerte…Por esos días comentaba un estudiante: ¡Así si vale la pena ser cura!.
El Apóstol San Pablo describe al sacerdote como un hombre, sacado de entre los hombres y constituido al servicio de todos, en aquellas cosas que se refieren a Dios. Los sacerdotes somos sin lugar a dudas personas comprometidas más de cerca con Cristo y con la Iglesia.
Quizá este llamado de pronto no ha llegado antes a las mentes y a las ilusiones de los jóvenes de hoy; pero vale la pena ser sacerdote hoy, en este mundo tan pluralista y tan cambiante, agitado por tan variados problemas, pero a la vez tan rico en posibilidades y sostenido por las manos amables de nuestro Padre Dios.
Es meta hermanos de gente valiosa, el seguir los pasos del Buen Pastor: conocer sus ovejas y llevarlas a los mejores pastos, defenderlas del lobo y si es posible, dar la vida por ellas.
- V. EL DON DEL AMOR FRATERNO... “¿Um don o un mandamento?”: Hch. 14,20b-26/ Ap 21,1-5ª/ Jn 13, 31-33ª.34-35.
Juan 13, 31-33ª. 34-35: El amor fraterno es el “Nuevo Mandamiento” de Jesús , no porque sea totalmente novedoso, sino porque por la Resurrección de Jesús el amor es dado como don que puede arraigar en nuestro corazón.
Amar es una necesidad… “Queos améis unos a otros”. Más que un mandamiento es una necesidad. El que no ama se atrofia y muere y el que no es amado se seca y se muere. ¿Qué es el amor? (preguntaba Charles de Foucauld), y él mismo se respondía que: “Amar no es sentir que se ama sino querer amar; cuando se quiere amar se ama; cuando se quiere amar sobre todas las cosas, se ama sobre todas las cosas”.
¿Mandamiento nuevo?... Podemos afirmar que el hombre aprendió a ser hombre cuando aprendió a amar. La novedad del mandamiento no está en el “amaos” sino en el “como yo os he amado”, es decir, amar siempre con la medida de Dios.
Amar a lo largo de los días y de los años; hasta la muerte y aún más allá de la muerte; hasta gastarnos del todo, dando todo y despojándonos de todo. Es decir, amar a todos y del todo y en todo, tomando todo esto como un verdadero eco de la voluntad de Dios.
Documento de identidad… Cristiano no es el más piadoso ni el más sabio, tampoco el más influyente y el más mortificado, sino el que más ama. El amor es nuestra marca viva y concreta; y si hacemos la señal de la Cruz para identificarnos, es porque la cruz es el signo del amor más grande y del verdadero amor cristiano. Es tan importante hermanos la vivencia del amor a Dios y al prójimo que al final de los tiempos seremos juzgados en el amor.
Para llevarlo a la práctica…….