31 May 2025
 

 

 

Muy apreciados sacerdotes:

 

Los saludo cordialmente.  No quiero dejar pasar este tiempo de gracia, consagrado por el Papa Benedicto XVI como Año Sacerdotal, sin hacerles llegar algunos pensamientos que por amor me brotan del corazón.  Invocamos al Santo Cura de Ars, lumbrera que irradia sobre la Iglesia con sus ejemplos y virtudes, nombrado por el Santo Padre Patrono Universal de los Sacerdotes.

El encuentro con Cristo le ha dado el más dichoso horizonte a nuestra vida. Estamos felices de ser discípulos del Divino Maestro y misioneros de su Evangelio.  Estimamos que todo lo de este mundo es basura al compararlo con el don del sacerdocio que nos permite “hacer las veces de Cristo” en medio de los hombres.  ¡Cómo enriquece a la Iglesia un sacerdote equipado de las virtudes evangélicas de pobreza, castidad, obediencia, mansedumbre y humildad! (cf. Mt. 11,29).  Resulta ser como una joya preciosa.  Mucho facilitan el trabajo pastoral las virtudes humanas que son tan apreciadas en la cultura de nuestro tiempo. 

Excelentísimo Señor Arzobispo, Monseñor Flavio Calle Zapata, Ibagué  Tolima   Colombia

Continuación de la ponencia de Monseñor  Gustavo Vásque Montoya con motivo del Retiro espiritual para sacerdotes en Ibagué, el día 20 Enero 2011

SEGUNDA CHARLA

CONVERSION PASTORAL

 

 Iniciemos evocando en este momento el documento de Aparecida en su parte conclusiva, el número 552, que retoma la E.N número 80:

“Recobremos, pues, el fervor espiritual. Conservemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas. Hagámoslo – como Juan el Bautista, como Pedro y Pablo, como los otros Apóstoles, como esa multitud de admirables evangelizadores que se han sucedido a lo largo de la historia de la Iglesia- con ímpetu  interior que nadie ni nada sea capaz de extinguir. Sea esta la mayor alegría de nuestras vidas entregadas. Y ojalá el mundo actual- que busca a veces con angustia, a veces con esperanza- pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo”.

 

Teniendo en cuenta nuestra condición de presbíteros, el llamado a la conversión personal desemboca en el llamado a la conversión pastoral; nuestra vida debe estar conformada por una profunda unidad que se ha de expresar en la coherencia de mi existir; soy sacerdote todas las 24 horas del día, todos los días de la semana y todos los meses del año.