6 October 2024
 

25 Mayo 2013.  Intervención de la Delegación de la Santa Sede en la LXVI Asamblea Mundial de la Salud, que se celebra, en Ginebra, Suiza. La intervención ha estado a cargo del arzobispo Zygmunt Zimowski, jefe de la Delegación de la Santa Sede. Fuente: Zenit.

Señor Presidente:  Tengo el honor de transmitirle los saludos y las bendiciones del Santo Padre, el Papa Francisco, que formula auspicios a fin de que sean fructíferas las deliberaciones de esta augusta asamblea.

1. Justamente se ha puesto de relieve que la salud contribuya para alcanzar el desarrollo del cual obtiene beneficio. Mi delegación acoge positivamente °°°

la determinación de dar prioridad a la salud para la próxima formulación de los objetivos de desarrollo global. La tarea que nos espera es definir los objetivos a favor de la salud de manera apropiada y convincente. Con este propósito la Santa Sede está convencida firmemente que el planteamiento de una cobertura universal como objetivo de una política para la salud y el desarrollo (A66/24), es el modo más seguro de enfrentar una amplia serie de problemas ligados a la salud, que incluye la salvaguarda de los resultados alcanzados hasta ahora y la participación en un proyecto más amplio en el campo sanitario.

Además, aun reconociendo los vínculos estrechos que existen entre la salud y el desarrollo, nuestra delegación quiere subrayar la exigencia de un desarrollo integral y no el simple crecimiento económico. La salud y el desarrollo deben ser integrales a fin de responder plenamente a las necesidades de cada ser humano. “Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada grupo de hombres, hasta incluir la entera humanidad”1. La característica esencial de un desarrollo “auténtico” es que debe ser “integral”, en cuanto debe promover el bien de cada persona en su totalidad, es decir, en cada una de sus dimensiones2; por tanto, el cuidado y la asistencia en campo sanitario, así como el desarrollo, deben estar orientados al estado espiritual de la persona, además que a los factores físicos, emotivos, económicos y sociales que influyen en su bienestar.

2. En segundo lugar, Señor Presidente, considerando lo que se hace para mejorar el estado de salud a lo largo del curso de la vida, constatamos que se están realizando esfuerzos para salvar millones de mujeres y niños que mueren cada año debido a condiciones que se podrían prevenir fácilmente con las estructuras médicas existentes. Entre otras, la Resolución EB132.R4 exhorta a los Estados miembros a mejorar la calidad, el suministro y el uso de 13 “productos salvavidas”. La Santa Sede comparte plenamente el objetivo de reducir ulteriormente la pérdida de vidas humanas y de prevenir las enfermedades, a través de un mayor acceso a intervenciones económicas que sean respetuosas de la vida y de la dignidad de las madres y de los niños, en todas las fases de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural. Sobre el particular, la delegación de la Santa Sede desea manifestar sus preocupaciones con referencia al Informe del Secretariado y a la Resolución propuesta por el Comité Ejecutivo, de promover la actuación de las recomendaciones de la Comisión sobre productos salvavidas para las mujeres y los niños. En efecto, mientras algunas de estas recomendaciones son realmente salvavidas, aquella de la “contracepción de emergencia” difícilmente podría ser considerada tal, ya que es bien conocido que cuando la concepción ha ocurrido, algunas sustancias empleadas en la “contracepción de emergencia” producen un efecto abortivo. Para mi delegación, es totalmente inaceptable referirse a un producto médico que constituye un ataque directo a la vida del niño in utero, como si fuera un “producto salvavidas” y, peor aún, estimular “una mayor utilización de dichas sustancias en todas partes del mundo”.

3. En tercer lugar, Señor Presidente, visto el considerable impacto de las enfermedades no transmisibles sobre la morbilidad y la mortalidad en todas partes del mundo, la delegación de la Santa Sede acoge favorablemente la propuesta de un Plan de Acción Global para el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020 (A66/9). Además, nos impresiona favorablemente el hecho que el plan reconozca el papel fundamental de la sociedad civil, incluidas las organizaciones confesionales, en la movilización y en la implicación de las familias y de la comunidad para la prevención y el tratamiento de dichas enfermedades, antes que puedan llevar a patologías debilitantes o a muerte prematura. Nuestra delegación es consciente que las organizaciones y las instituciones de matriz católica, en todo el mundo, ya se han comprometido para emprender dichas acciones a nivel global, regional y local.

Con respecto a la Resolución WHA65.3 sobre el reforzamiento de las políticas referentes a las enfermedades no transmisibles para la promoción del envejecimiento activo, la Santa Sede desea participar en la exploración de los diferentes aspectos de la prevención y del control de las enfermedades no transmisibles en edad avanzada. Ya son millares en el mundo las instituciones confesionales que ofrecen servicios de asistencia a los ancianos, cuyo número aumenta debido al envejecimiento de la población. Nuestra humilde contribución a esta acción vendrá también de la Conferencia Internacional que se realizará en el Vaticano del 21 al 23 de noviembre de 2013, cuyo tema será: “La Iglesia al servicio de la persona enferma anciana: el cuidado de las personas afectas por patologías neurodegenerativas”.

4. Para concluir, Señor Presidente, nuestra delegación quiere dar su propio apoyo al Proyecto del plan de acción para prevenir la discapacidad de la vista 2014-2019 (A66/11) y a la respectiva resolución EB132.R1 para la aprobación del plan de acción a favor de la “salud universal de los ojos”. Gracias, Señor Presidente.  Arzobispo Zygmunt Zimowski  Jefe de la Delegación de la Santa Sede para la LXVI Asamblea Mundial de la Salud