24 May 2025
 

 

 

3 Diciembre 2012.  «Si Dios es Todopoderoso, ¿puede hacer una piedra tan grande que no pueda cargarla? ¿Es o no es Todopoderoso?». Algunos se plantean este tipo de preguntas y las utilizan como baluarte en pro de la increencia o la irracionalidad de la fe. Habría muchas respuestas que ofrecer. Pero una de las mejores, sin duda, es presentar la vida de uno que pensaba justamente con ese tipo de argumentos y que hoy, tras descubrir a Dios, es otra persona. Juan Antonio Ruiz (Rel) Fuente, religión en libertad.

Se llama Susana Hortigosa García. Nació en Palma de Mallorca (España), pero muy pronto se trasladó con sus padres a un pueblito de Sevilla llamado Casariche.

«Mi familia, y el pueblo en general, son de ideología de izquierdas y atea –cuenta Susana–. Iba al colegio público, donde no se mencionaba a Dios. Cuando llegó el momento de la Primera Comunión, mis padres dejaron que yo eligiera si quería hacerla o no. Decidí que no, y dejé la catequesis y las clases de religión en el colegio, porque me aburrían».

Dentro de este ambiente sin Dios, los ingredientes que sazonaron la adolescencia de Susana no se hicieron esperar: «Drogas, promiscuidad, escapadas de casa, discusiones con mis padres, depresiones... el kit completo». Y de joven no es que mejorara mucho la situación. Trasladada a Málaga al cumplir los veinte años para hacer la carrera de Magisterio, puso muy poco el pie en la facultad… aunque sí que logró sacar la carrera.

Fue en este período cuando retomó el contacto con un buen amigo, católico convencido, con quien se debatía en largas discusiones durante paseos nocturnos: «hablábamos de las cuestiones que nos preocupaban: moral, pareja... y Dios». Porque aunque con el paso del tiempo fue madurando y asentando cabeza, Susana empezaba a experimentar un vacío interior: un algo que no le dejaba en paz consigo misma.

Poco a poco, su vida personal fue quejándose de sus excesos. Establecida en Málaga, trabajó en todo lo que se le pusiera delante: camarera, dependienta, etc. Saltaba de pareja en pareja. Canceló una boda un mes antes de su celebración; otra, a escasos doce días antes. No aguantó y decidió huir. Su amigo católico, establecido ahora en Madrid, la invitó a irse con él; no se lo pensó dos veces.

Y ¿cómo fue su vida en la capital? Así lo describe ella: «Empecé a trabajar como informática. Me hice socia de ARP-SAPC, una sociedad que promueve el ateísmo (entre otras cosas), pero cuanto más me involucraba con la asociación, menos me convencían sus argumentos. Y empecé a investigar sobre la fe, a querer creer… pero no podía».

Una "atea católica"

A todo esto, se sumó una tormentosa relación con un joven que le llevó a replantearse la naturaleza del amor, de la entrega y del sufrimiento. Fueron días muy difíciles, en los que ella se definía “atea católica”.

Instintivamente, y para sentirse más segura, buscó un novio que fuera católico. Lo encontró. Y ahí fue donde todo cambió…

«Cuando ya éramos pareja, le freía a preguntas. Hasta que, un día, me dijo algo que me abrió los ojos: "¿Por qué no dejas de buscar a Dios en las alturas y le buscas en el amor de la gente que te rodea?". En ese momento hubo un clic en mi cabeza. Y supe que Dios siempre había estado ahí, esperándome».

A partir de ese momento, empezó a integrarse en la parroquia, a recibir catequesis, a ir a misa. Hizo su Primera Comunión. Hace apenas unas semanas se confirmó… «y poco a poco espero ir encontrando mi sitio en la Iglesia», dice una feliz Susana.

La Susana de hoy sigue su vida, pero camina ya con otra visión totalmente distinta. Así lo describe ella misma:

«La conversión es una experiencia brutal. Y, en mi caso, me gusta porque yo no estaba en una situación extrema. Cuando se cuentan las conversiones de prostitutas, drogadictos, presos, etc., los ateos suelen argumentar que han encontrado a la Iglesia como una forma de escapar a su situación, o como un consuelo. Pero yo no necesitaba a Dios. Le buscaba, sí, pero mi vida era muy normal: un trabajo corriente, buenos amigos, una vida independiente... pero sentía un vacío inmenso en mi interior. Trataba de llenarlo estando pendiente de otras cosas: de ascender en el trabajo, de comprar esto o lo otro, estableciendo relaciones idealizadas y de dependencia... y nada de esto me llenaba. Intentaba acallar esa voz que me decía que nada tenía sentido, que no había una razón para levantarse por las mañanas. Esa soledad abismal. Hasta que encontré a Dios: entonces, de repente, todo cuadraba». 

1 Diciembre  2012  LA RELIGIÓN Y EL HOMBRE

CONTEXTO GENERAL  La palabra religión proviene del latín “religare” y quiere decir ´unir” o “atar” al hombre, como criatura creada; con Dios, como ser creador y supremo. En las primeras civilizaciones, culturas y pueblos los elementos de la naturaleza como el sol, la luna, las montañas, lagunas y ciertos animales eran considerados como sagrados. Igualmente, se conservan restos de altares, monumentos y datos sobre honras fúnebres en homenaje a sus muertos. Autor: Guido A. Rojas Zambrano | Fuente: ApologetiCacatolica.  

II. RELIGIONES MONOTEISTAS Y POLITEISTAS

El primer grupo es la religión revelada que cree en un solo y verdadero Dios representado en el Judaísmo (4.000 años atrás) en Irak; el Cristianismo (siglo primero de nuestra era) en Israel; y el Islam (siglo VI D.C.) en Arabia Saudita. El segundo grupo, son las religiones naturales que creen en varios dioses mitológicos y legendarios corno el Animismo (20.000 años atrás) de los pueblos ancestrales de Africa, Asia, Oceanía, Australia y las regiones selváticas; el Hinduismo (3.500 años atrás) en la India; el Zoroastrismo (3.000 A.C) de la antigua Persia (Hoy Irán); el Budismo (siglo II A.C.) en el Nepal y el Sintoísmo (siglo VI D.C.) del Japón.

III. COSAS EN COMUN

Para que se cumpla una religión en un plano general, es necesario tres instancias:

1. La existencia de un Dios o dioses a quien adorar

2.La realización de un sacrificio en su honor como lo sangre de animales, frutas, oro e incluso en la antigüedad víctimas humanas como doncellas vírgenes y niños.

3. En toda sociedad, grupo, clan o tribu siempre ha habido una persona encargada de realizar oraciones y ofrendas en representación de los creyentes, que bien pueden llamarse: rabino para los judíos, sacerdote para los católicos, pastor o reverendo para los protestantes, imán para los islámicos, brahmán o gurú para los hindúes, bonzo para los budistas, o brujo, hechicero, curandero, chaman o zipa para los animistas.

Cada religión llama a su deidades con nombres propios como en el caso de lo trinidad hindú que son: Brahma (dios creador), Visnú (dios del amor) y Shiva (diosa de la guerra), o Buda (el iluminado) para el budismo. Ya en cuanto a las monoteístas los judíos en lo antiguo alianza le daban el nombre de Yahvé (El que es) (Exodo 3, 14), los cristianos en la nueva alianza le decían Abba (Padre Nuestro) (Mateo 6,9), y los islámicos lo invocan con el nombre de Alá (el Misericordioso). Del mismo modo, todas tienen un fundador, enviado o profeta como Krisna en el hinduismo, el príncipe Shirdarta para budismo, Abraham y Moisés en el judaísmo, Jesucristo para el cristianismo y Mahoma en el Islam. También tienen un libro sagrado como los textos Vedas (conocimiento) en el hinduismo, el Mantra (herramienta para la meditación) en el budismo, la Torá (ley mosaica) y el Talmud (ley escrita) para los judíos, la Biblia (palabra de Dios) para los cristianos y el Corán (versos sagrados) en el Islam. Además de sus propios calendarios, mandamientos, lugares de culto, ritos, normas y fiestas religiosas.

IV. DATOS ESTADISTICOS

De los 6.200 millones de habitantes que tiene aproximadamente la Tierra, 1.300 millones se declaran ateos, agnósticos o sin religión, 1.200 millones son islámicos, 1.050 millones son católicos, otros 1.000 millones de diferentes denominaciones cristianas, 750 millones de hinduistas, 300 millones de budistas, 100 millones de animistas, 15 millones de judíos entre otros.

V. LA RELIGION VERDADERA

La única religión plenamente aceptado por el Altísimo es el cristianismo que abarca el nuevo pueblo de Dios ”(l Pedro 2,9 - 10); por la muerte de Cristo en la cruz (1 Corintios 1,18). Históricamente se inicia veintiún siglos atrás, cuando el Hijo de Dios funda la Iglesia Católico (Universal), en la persona del apóstol Pedro (roca) (Mateo 16, 16-18; Lucas 22,32; Juan 21, 15-17); tradición que se ha mantenido hasta nuestros días con el Papa Juan Pablo II.

VI. CISMA Y DIVISIONES

Hay que anotar que el cristianismo que tiene a Jesús como cabeza (Colosenses 1,18); su cuerpo conformado por los hombres, ha sido fracturado con el transcurso de los siglos ( 1 Corintios 11, 19). Primero se separó la Iglesia Ortodoxa (considerada como hermana de la Católica), en Constantinopla (Turquía) en el siglo XI. Posteriormente, en el siglo XVI en Europa con la reforma protestante, Martín Lutero en Alemania formó la Iglesia Evangélica, Juan Calvino en Suiza a los calvinistas o presbiterianos, y el rey Enrique VIII la Iglesia Anglicana de Inglaterra y la Episcopal en Estados Unidos. De estas tres iglesias se han multiplicado las diversas congregaciones como los metodistas, bautistas, mormones, adventistas, testigos de Jehová, asamblea de Dios, pentecostales y demás. En total se estima que existen unas treinta mil confesiones cristianas cada una interpretando la Biblia de una manera distinta; cumpliéndose así las palabras de san Agustín: “La división de los cristianos es el triunfo de Satanás”. Mientras que la católica acepta a un solo Señor (Jesucristo), una sola fe (en la oración del Credo). y un solo bautismo (Efesios 4.5).

VII. LA SALVACION UNIVERSAL

La Iglesia Católica como madre y maestra enseña que todas las criaturas humanas incluyendo a los no cristianos y ateos de buen corazón, están llamados al plan divino por caminos que el Padre Eterno conoce; pues “Jesucristo se ofreció en sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados, y no sólo los nuestros, sino los de todo el mundo” ( 1Juan 2,2).