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Por qué el fracaso matrimonial se impone
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12 Agosto 2012. Nadie quiere fracasar. Pero el fracaso matrimonial se impone, así se tolere por un tiempo su tensión y su oculto desastre. Autor: P. Alfonso Llanos. SJ. Fuente. Periódico El Tiempo. Colombia.
Hablo con los esposos, a ser posible antes de que fracase su matrimonio, con la sincera intención de ayudarles a que no fracasen. Nadie quiere fracasar. Pero el fracaso matrimonial se impone, así se tolere por un tiempo su tensión y su oculto desastre.
¿Por qué fracasan los matrimonios? Pregunto. ¿Porque se acabó el amor? No, señor, porque no hubo amor. No pasaron de un primer amor que no merece el nombre de amor, amor sensible, amor superficial y erótico, no feo ni malo, sino insuficiente. Dio para una primera etapa, con frecuentes experiencias sexuales, amor que se quedó sin crecer, sin madurar, hasta que se produjo la rutina, el cansancio, vino la franqueza, se cantaron unas cuantas verdades, que fueron mostrando el cobre del corazón, con palabras duras, a veces groseras, meses de silencios largos, cuando no, de riñas diarias. Vinieron luego la distancia, los desacuerdos de fondo, el andar cada uno por su lado, buscando espacios para la tensión, la duda, tratando de apagar incendios y de que las cosas no pasaran a mayores, porque hay niños pequeños que no conviene desequilibrar y perjudicar.
Hasta que llegó lo que se temía: la ruptura, el fracaso, la separación, después de dos, cinco o diez años de matrimonio. "Lo nuestro terminó" que cantó lacónicamente nuestro inmortal Jorge Villamil.
Tantos matrimonios se vienen acabando o se acabaron por falta de amor. Trataré de adentrarme un poco en el problema. El amor humano suele ser un proceso con comienzo, desarrollo, madurez y perfección, etapas que no suelen recorrerse siempre y que dan por resultado el fracaso matrimonial. ¿Qué sucedió? Falta de amor verdadero.
El amor humano es capaz de desplegar toda la hondura de su misterio cuando ambos cónyuges aprenden a amar, a crecer, a profundizar en el amor, a ser maduros en la entrega, a vivir el uno para el otro. La persona es un misterio. Laín Entralgo, el gran pensador español, ya fallecido, expuso la curiosa impenetrabilidad de la persona. Fue más fácil para Miguel Ángel sacar a luz la figura oculta en el pedazo de mármol de Carrara, hasta llevarlo a la perfección y labrar el David, de la Academia de Florencia, que para unos esposos labrar la figura perfecta de su amor. Pero es posible, es necesario, es toda una obra de arte. Los recién casados no saben la tarea que les espera al salir de la iglesia o de la notaría: 'hacer de dos uno' a fuerza de amor creador; hacer de dos vidas, de dos culturas, de dos familias, un solo ser, bajo el golpe diario, delicado y sutil del amor, que hace las veces del buril de Miguel Ángel.
Si fracasan los matrimonios, digamos la verdad, no es porque haya fracasado el amor, sino porque el verdadero amor nunca llegó. Porque nadie les enseñó a amarse en profundidad. Las facultades de psicología deberían organizar cursos sobre cómo madurar en el amor. Porque los nuevos esposos no supieron ir más allá de la simpatía, del amor light, de encuentros deliciosos, a flor de piel, pero que poco tenían del verdadero amor, de ese amor que debe ir más allá de la piel, del encuentro sexual, de afectos y besos, de un saludo en la mañana, o de un "buenas tardes, mi amor" al regresar a casa. Faltó algo más de fondo, algo más profundo, que se da en el diálogo, en saber ceder, perdonarse, ayudarse, comprenderse, ir penetrando en el tú, en el hondón de la otra persona, impenetrable, en un primer momento, pero que va cediendo al golpe suave del buril, de la palabra oportuna y del silencio creativo, de la mutua presencia de la comunicación.
Los esposos deben llegar a decirse: "No te conocía, pero ahora te conozco, te aprecio, creo en ti, te amo con lo más profundo de mi ser". Y habrán entrado en la etapa del amor eterno, fiel e indisoluble.
Alfonso Llano Escobar, S. J. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.
Por qué lo bueno de los sacerdotes no se publica
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13 Agosto 2012. Querido hermano periodista:
Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.
Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente todo condenable!
Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio. Me da un gran dolor por el profundo mal que personas, que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes.
No hay palabra que justifique tales actos.
No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta. Pero ¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo!
Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos
desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado;
Que le hayamos salvado la vida a miles de personas en México mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas.
Que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños... No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU.
No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina que aspiran ganándose la vida como lanzallamas
Que alfabeticen cientos de presos. Que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados.
No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… O sobretodo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.
No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino;
Que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; Que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente.
En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años
No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.
La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que mil que árboles que crecen. Se hace mucho más escándalo por un sacerdote que falla que por miles que dan su vida por los necesitados No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…
Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido. Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza.
Eso lo hará noble en su profesión.
En Cristo, P. Martín Lasarte sdb
"Mi pasado Señor, lo confío a tu Misericordia;
Mi presente a tu Amor; Mi futuro a tu Providencia"